“Con la Constituyente aquí lo que se plantea es una entidad toda poderosa que pueda cambiar cualquier cosa. La intención es poder gobernar sin límites”, explica el director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello
Mónica Duarte
Mientras se espera las elecciones para los miembros de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), el pasado 16 de julio 7.535.259 venezolanos participaron en el proceso opositor para expresar su rechazo a esta instancia. La Mesa de la Unidad Democrática ha lanzado un acuerdo de gobernabilidad tras la “masiva” participación en su plebiscito y ha puesto las bases para lo que llaman un “Gobierno de Unión Nacional”.
Al respecto, Benigno Alarcón, abogado y director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, asegura que la transición política no está ni tan lejos ni tan cerca, pero que depende de la conjugación de un nuevo liderazgo legítimamente electo y de la ciudadanía empoderada, esa que “exige una solución definitiva y no dejará de luchar hasta que no haya un cambio de Gobierno”.
Pero Alarcón señala que esta transición, aunque abierta e incluyente, no puede implicar formar parte del actual Gobierno. “No se puede aceptar que el Gobierno le dé la vicepresidencia a un líder de oposición. No es lo mismo un gobierno de transición a que este Gobierno que tenemos hoy se abra. Eso haría que la oposición perdiera toda credibilidad y todo capital político”.
El también profesor universitario cree que la falta de consulta previa de la Constituyente la deja, desde su inicio, fuera del juego legal y sus decisiones serían imposición en lugar de mandato.
“La gente sigue y seguirá reclamando un cambio, no ve a la Asamblea Nacional Constituyente como una solución. Una medición que hicimos a final de mayo confirma eso, solamente el 4,9 % terminan diciendo que la ANC puede ser la solución pero la mayoría no. El resultado del 16 de julio deja en claro lo que la gente quiere y lo que la gente no quiere”.
“El Gobierno de transición debe ser electo en primarias cuanto antes”
Si la ANC es una alternativa solo para el 5 % de la población pero igualmente se hace la elección y se instala ¿qué alternativas quedan para la oposición?
– El Gobierno así sea con 1 % va a elegir la Asamblea Constituyente y va a tratar de imponerla. Algunos podrán ver como una locura hacerlo si no se tiene el más mínimo nivel de apoyo, pero hay que recordar que esto no se puede juzgar ni comprender desde los mismos parámetros que se entiende una democracia. El problema es que los Gobiernos justamente se convierten en autoritarios al perder el piso político y en la medida en que no pueden mantener el poder con el apoyo de la gente. Esa es la realidad, juzgarlo desde el paradigma democrático o creer que esto no puede ser por la falta legitimidad o apoyo político no es válido cuando estamos fuera de ella.
¿Pero con la votación del 16 de julio quedó realmente legitimada la dirigencia opositora y las acciones planteadas por ella?
– Yo creo que sí, el paro cívico es una prueba de ello, es un mensaje muy claro de a quien se apoya y a quien no y que llamados se atienden y cuáles no. Después de la consulta la gente está buscando mecanismos para forzar una salida, entendiendo que los caminos institucionales y electorales no están abiertos. Eso tiene la gran ventaja de que se está atendiendo prácticamente a todo llamado que se le hace a la población para lograr un resultado en relación a un cambio de Gobierno. El paro cívico fue una prueba de ello, en su inmensa mayoría el paro se atendió en todas las ciudades del país.
Pero, por el otro lado, tiene un punto preocupante, que la activación del 350 y el 333, que es perfectamente legal y está establecido en la Constitución, en algunos casos pudiera generar ciertos niveles de anarquía, como se ha visto. Hay gente que cree que el 350 es que cada uno hace lo que quiere y eso puede poner en riesgo todo el proceso de lucha democrática, por eso hay que verlo con cuidado. Pero hay una gran voluntad que está expresada, que es coherente y que cada vez que puede se presenta por los caminos que se le permitan. Eso señala que se está en un proceso que para el Gobierno se vuelve muy complicado porque ya dejó de tener piso político y que su única manera de mantenerse en el poder hoy en día es por la fuerza.
«Los Gobiernos justamente se convierten en autoritarios al perder el piso político»
ROMPIMIENTO DEL MANDO MILITAR
¿Qué se puede esperar de la posición del alto mando militar después del 30 de julio?
– Los regímenes autoritarios mantienen el poder básicamente cuando tienen el apoyo de sus fuerzas armadas y cuerpos policiales. Entonces, la suerte del Gobierno va a depender de lo que estas instituciones decidan, si en un momento dado resuelven no seguir apoyando, esto se acaba y si deciden seguir apoyando, seguirá la escalada. Yo estoy convencido, a estas alturas, de que el hecho de que el 30 haya o no haya constituyente no va a cambiar la actitud de la gente, la lucha por el cambio político va a seguir, con sus picos y sus bajadas, pero no veo al pueblo abandonando este tema. A medida que el conflicto escale, el destino del Gobierno queda más en manos de los órganos represivos.
Eso es muy arriesgado porque si caemos en la suposición de que el alto mando militar y la directiva de los cuerpos policiales estuviesen de acuerdo con tratar de mantener al Gobierno en el poder, inclusive esa directiva termina dependiendo de unos subordinados que son los que ejecutan las ordenes, y es común en procesos de esta naturaleza que terminen quebrándose las líneas de mando porque los que están abajo deciden no seguir las órdenes de los que están arriba. Eso ha sucedido infinidad de veces, lo hemos visto en casos como el de Portugal con la Revolución de los Claveles, en Checoslovaquia con la Revolución de Seda, en Serbia con la caída de Slobodan Milošević y en Ucrania con la Revolución Naranja, hasta en Perú con Fujimori y en Chile con Pinochet. El problema es que el alto mando militar pudiera hacer el cálculo, en un momento dado, de que estar en el poder termina siendo muy ventajosos o les permite ejercer control de una manera mayor, pero los que están abajo podrían no pensar igual. Ese quiebre puede durar un tiempo o podría caerse todo de la noche a la mañana como un castillo de naipes.
¿Sería ese quiebre de las líneas de mando a lo que apeló la MUD con ese llamado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) a través de una de las preguntas de su consulta?
– Ese llamado no está hecho a la tropa sino a toda la fuerza armada. Al final del día lo que se debería esperar, con pregunta o sin pregunta, es que la FANB mantenga una posición de institucionalidad que es lo que corresponde. Eso puede ocasionar otro quiebre, porque puede suceder que toda la fuerza armada decida regresar a su rol legítimo y original, o que una parte de las fuerzas armadas resuelvan que lo más conveniente es la neutralidad institucional mientras que otros decidan que tienen que plegarse a las órdenes del Gobierno, sean constitucionales o no, y eso generaría ese rompimiento de las líneas de mando.
«Es común en procesos de esta naturaleza que terminen quebrándose las líneas de mando porque los que están abajo deciden no seguir las órdenes de los que están arriba»
LA ANC COMO SUPRAPODER
¿Una vez instala la Asamblea Nacional Constituyente esta instancia podrá realizar las acciones que se han prometido hasta ahora, como destituir a la Fiscal general, disolver la Asamblea Nacional y tomar decisiones sobre el TSJ?
– Legalmente esa Asamblea Nacional Constituyente no existe y por lo tanto no tiene ningún poder legal. Lo que debemos entender es que en un proceso autoritario lo legal pasa a ser instrumental, y se interpreta la ley y la norma de acuerdo a la conveniencia del poder. Pero en la realidad esta ANC, elegida o no elegida, no tiene ninguna validez y no podría tomar ninguna decisión. Pero en la imposición de facto la ANC va a intentar hacer eso y mucho más, porque al final del día la Constituyente, en los términos que está planteada, es la instalación de un suprapoder, sin límites de ninguna naturaleza. Aquí lo que se plantea es una entidad toda poderosa que pueda cambiar cualquier cosa sin importar los límites constitucionales. La intención de la ANC más allá de hacerle cambios a la Constitución, que no tengo dudas de que los vayan a hacer, es poder gobernar sin límites de ningún tipo. Esto es equivalente a lo que otros países han hecho por otra vía. Fujimori cuando perdió la elección contra Toledo intentó dar un autogolpe, disolver todos los poderes y quedarse él de manera dictatorial. Exactamente eso es lo que se hace con la ANC, pero, en lugar de autogolpe, la ANC disuelve todos los poderes e intentará hacer lo que quiera. Lo que no sabemos es cómo se le va a dar viabilidad política a eso, en la medida que la gente no lo acepte, las decisiones incrementarán el conflicto actual.
¿Qué implicaría cambiar la Constitución en una ANC donde solamente participe una parcialidad política?
– Hay que tener claro que cambiar la Constitución no es la intención principal de la Asamblea Constituyente, lo va hacer pero no se convoca para eso. Entre las competencias que se arrogará está la de legislar, porque además podrá dictar otras leyes que ya Maduro en algunas de sus cadenas ha llamado «leyes constitucionales», nivel que no existe pero que van a llamar de esa manera para decir que existe una categoría legal que está por encima de las leyes ordinarias y orgánicas y que por lo tanto pueden cambiar todas las reglas de juego a su conveniencia. El Gobierno va a tratar que lo que haga se considere como lo único y la oposición podría no reconocer la nueva Constitución. Entonces, lo que se hará es una imposición de facto, básicamente el Gobierno se está autocratizando con esta figura en un totalitarismo hegemónico.
«El Gobierno se está autocratizando con esta figura en un totalitarismo hegemónico»
TRANSICIÓN CON SUBORDINACIÓN
La MUD ya ha anunciado un acuerdo de gobernabilidad para su propuesta unión nacional ¿Qué puede garantizar la estabilidad y efectividad de un gobierno de transición?
– Primero toca que tengamos gobierno de transición, aun no lo tenemos. Por lo que vimos en ese acuerdo lo que se pretende es que ese gobierno sea electo, y debe haber una primaria, por lo que todavía estamos bastante lejos de eso, pero no creo que tengamos el tiempo de tomárnoslo con mucha calma. El gobierno de transición debe ser electo cuanto antes, ojalá y se proceda lo más pronto posible a la elección de quién llevaría adelante este proceso. Ahora, la sustentabilidad y consolidación de este gobierno como democrático va a depender de que se logre tomar el poder y en segundo lugar, la parte más difícil, que se logre dar viabilidad política a las decisiones.
Eso implica que después de electo, este gobierno va a tener que contar con la subordinación del resto de las instituciones, incluidos los militares; va a necesitar contar con el reconocimiento internacional, que no creo que sea problema, dependiendo de la cantidad de gente que participe en el proceso de elección; y después va a tener que tomar decisiones adecuadas. Este no sería un gobierno más, sino uno de transición y eso implica condiciones muy delicadas e inestables, donde si se cometen errores, se paga muy caro, como sucedió en Egipto con la caída de Mubarak.
¿Entonces esta transición no está cerca?
– Yo digo que está lejos porque no ha pasado, pero podría pasar en tiempo breve si consideramos los 10 días que se tardó en organizar la consulta. Obviamente, no aspiraría a que una primaria se organice en 10 días pero la realidad es que habría que organizarla rápido y tomando en cuenta todas las garantías que fuesen necesarias para que todo el mundo confiara en el resultado de ese proceso. Se tiene que manejar bien el conteo, tener testigos en cada mesa, la observación nacional e internacional debe estar presente y así cuando alguien gane esa primaria cuente con el apoyo de todo el país y se vea como un verdadero liderazgo alternativo.
¿Cómo se pasa de un llamado a una hora cero, con visibles diferencia entre la “resistencia” y la dirigencia opositora, a un gobierno de transición?
– Hay que separar las cosas, a la oposición le toca darle contenido a esa hora cero, explicar en qué consiste y qué se vale y qué no. Si hay confusión, la oposición debe asumir parte de esa responsabilidad. Mi interpretación de una hora cero es la activación de ciertos mecanismos y medidas de protesta como respuesta a la negativa del Gobierno de parar la elección de una Asamblea Constituyente. Esos mecanismos de confrontación y escalada de conflicto no están del todo claros pero imagino que forman parte la elección del nuevo Tribunal Supremo de Justicia, elección de rectores del Consejo Nacional Electoral y la elección de un liderazgo con primarias para el gobierno de unidad nacional.
Hay dos formas de conformar este gobierno de unidad, la primera es que todos los que adversan al actual madurismo integren esta propuesta, independientemente de su posición política. Ahí podría estar la deserción del chavismo, partidos que estuvieron cerca del oficialismo o figuras elegidas para cargos públicos que no tengan expedientes de corrupción ni de derechos humanos. Esa es la opción más deseable, una segunda opción es que el gobierno sea solo de oposición y se deje afuera a todo aquel que no forme parte del núcleo duro de la oposición, yo espero que esa no sea la vía porque sería muy duro mantener la gobernabilidad dentro de ese esquema.
«Un gobierno de transición va a tener que contar con la subordinación del resto de las instituciones, incluidos los militares»
NEGOCIACIÓN SIN CIRCO
¿En medio de esta coyuntura se puede reanudar un proceso de diálogo que permita esta transición política?
– Sí, se debe llegar a acuerdos para una transición pacífica y ordenada. Pero no estoy seguro de que el diálogo sea de ciertos actores en una mesa mientras los demás vemos por televisión como discuten. Yo creo que más que un diálogo hay que abrir varias mesas con varios actores. No es una cosa de que se sienten dos o tres personas en representación de cada lado, porque la realidad es que el Gobierno no es homogéneo, los intereses de las Fuerzas Armadas son unos, de los gobernadores oficialistas son otros y de los partidos políticos del Polo Patriótico son otros más. Esto no puede interpretarse como una mesa como la que vimos el año pasado, que más que un diálogo terminó siendo un circo. Ahora debe ser una negociación real que traiga resultados para todos.