Los políticos opositores han hecho un extraordinario esfuerzo para enviar mensajes de ablandamiento y simpatía a lo interno de la Fuerza Armada
Humberto González Briceño
La política tiene verdades crueles. Son aquellas que desafían todos nuestros cálculos y nos negamos a aceptar. Pero poco a poco la verdad termina por revelarse y de golpe nos pone los pies en la tierra. Es un poco lo que nos pasa en Venezuela cuando tratamos de anticipar posibles desenlaces a esta macabra pesadilla.
De alguna forma dirigentes opositores y analistas coinciden en asignarle un papel decisivo a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para cualquier evento ulterior que se desencadene. En lo que no estamos de acuerdo es en qué dirección se moverá el factor militar. Desafiando toda la evidencia histórica, incontrovertida hasta este momento, hay quienes insisten en decir que existe supuestamente un sector “institucional” en la FANB que estaría dispuesto a levantarse en contra de la dictadura. Esta hipótesis parece ignorar a propósito que más de 15 años de purga, control ideológico y corrupción han dejado a la FANB sin militares neutrales. Allí cada quien le debe un favor a alguien y todos están porque en algún momento juraron lealtad personal al comandante supremo.
Hay otra hipótesis. Esta sugiere un presunto descontento de militares chavistas que se estarían desmarcando de los maduristas por una supuesta traición al legado de Chávez. Los más audaces aseguran que la fiscal Luisa Ortega Díaz tendría simpatías importantes en este sector.
Ambas hipótesis alientan la falsa esperanza de que algún día de estos, quizás antes del 30 de julio, “algo va a pasar” dentro de la FANB que altere el dramático curso de los acontecimientos que todos de alguna manera u otra ya nos sospechamos.
Los políticos opositores han hecho un extraordinario esfuerzo para enviar mensajes de ablandamiento y simpatía a estos dos segmentos que supuestamente existirían en el seno de la FANB. Estos llamados a la sensatez, defender la Constitución y a bajar las armas se pierden en las redes sociales y parece que nunca llegaron a tocar la fibra de su indiferente audiencia.
La realidad cruel, la que nos negamos a aceptar, es que no hay militares institucionales dispuestos a defender la Constitución y la República. Que los militares chavistas, no maduristas, no son suficientes para levantarse en contra del régimen y discretamente solo ofrecen su simpatía a la fiscal Luisa Ortega Díaz sin que esa expresión amable de solidaridad signifique algo más.
La descomposición moral de la FANB ha permitido que el régimen fomente vigorosamente en su seno una cultura de corrupción a todos los niveles que permite controlar toda la institución a través de una amplia red de complicidades. A esto se suma el proceso de fragmentación de la unidad de mando interna entre varios intermediario para evitar que la rebelión de un comandante pueda efectivamente convertirse en un alzamiento general.
Es cruel porque se trata de una confrontación asimétrica donde la minoría militar armada, desconoce a la mayoría y ataca directamente a una población civil desarmada y sin medios materiales para llevar adelante una guerra convencional. Los venezolanos avanzamos hacia una confrontación política y militar inédita. Es la del pueblo en contra de una fuerza armada forajida que actúa por su cuenta como un ejército mercenario. Es algo para cual nunca nos preparamos. Mejor es asumir la realidad en toda su crueldad para saber a qué atenernos. Para bien o para mal, en esta batalla por la libertad, no contamos con la FANB.