El “Doctor” Pedro Carreño determinó en base a sus investigaciones y sesudos estudios en la materia, la insania que en su criterio de eximio especialista, padece la fiscal
Oscar Battaglini
Este es uno de los rasgos característicos y el más sobresaliente de cuantos definen a la camarilla civil-militar que nos gobierna. Se trata de un grupo de desclasados provenientes, en su gran mayoría, de los estratos pobres de la sociedad venezolana, algunos de los cuales ostentan títulos de tercer nivel obtenidos en universidades nacionales y academias militares del país. Buena parte de su componente civil tiene un pasado o una cierta experiencia política de “izquierda” que no le ha servido en absoluto para domeñar la saña autoritaria, el resentimiento social, el arribismo oportunista con fines crematísticos y el abuso de poder que esa camarilla practica consecuentemente desde las distintas instancias del Estado.
Se trata además de un grupo de burócratas civiles y militares, educados, respectivamente, en las concepciones ideológicas y políticas propias del estalinismo, mejor dicho, de la barbarie estalinista, y en el militarismo que nos viene por dos vías: la de nuestro pasado histórico caudillesco de la transición del siglo XIX al XX y de la doctrina de la seguridad nacional de los Estados Unidos del período de la “Guerra Fría”, cuando la FAN venezolana, como la de toda América Latina, fue colonizada por el Pentágono y convertida por la superpotencia norteamericana no sólo en una suerte de partido militar, sino en servil instrumento de la defensa y preservación del orden establecido por ellos mismos.
Lo expresado demuestra claramente que tanto la parte civil como la militar, es decir, la fuerza armada chavista (facha) se avienen y complementan en el papel que en la actualidad cumplen como dirección autoritaria y represiva del régimen despótico que en mala hora se hizo del poder en Venezuela. Pero no sólo eso, también se articulan a la perfección en la forma de gobernar que han impuesto, caracterizada por el abuso conque permanentemente quebrantan el ordenamiento constitucional y violentan los derechos civiles y humanos de los venezolanos. Lo vemos de manera extrema en la forma como los ejecutores de esa política asesinan a mansalva a jóvenes estudiantes que protestan en reclamo de sus derechos democráticos y la camarilla lo celebra con desvergonzado jolgorio como un triunfo en contra del “golpismo”, pero no hablan del hambre a la que han sometido al pueblo venezolano.
Esta conducta política desviada explica el maquillaje que se le ha hecho al nombre de la República, a los símbolos de la Patria, a la FAN y otros órganos de los poderes públicos, los cuales han sido calificados caprichosa, arbitraria e injustificadamente de “bolivarianos” (qué puede tener de bolivariana una Guardia Nacional que dispara a discreción contra manifestantes indefensos) además de el bloqueo y sabotaje que el gobierno del binomio Maduro-Padrino López, practica sistemáticamente en contra de la Asamblea Nacional, la conversión del TSJ en un bufete privado de Miraflores, donde la cabal interpretación y aplicación del derecho y la justicia brilla por su ausencia, porque ha torcido su sentido y razón de ser para convertirse en un instrumento político para la persecución y la retaliación, lo mismo puede decirse de lo ocurrido con la Contraloría General de la República; la servil actitud asumida por el CNE, institución que antes que garantizar y facilitar el libre ejercicio del derecho del voto, ha sido convertido por la camarilla burocrática, en un mecanismo de poder dedicado a obstruir y a burlar la realización efectiva y puntual de las elecciones pautadas constitucionalmente. Ejemplo de ello es:
1.- La suspensión autoritaria del referendo revocatorio presidencial propuesto por la oposición el año pasado
2.- La suspensión de las elecciones de gobernadores y alcaldes que debieron haberse efectuado a finales de ese mismo año
3.- La persistente negativa a presentar un cronograma electoral para que esos eventos se cumplan
4.- El hecho de haber aceptado de forma sumisa y sin formular ninguna objeción a las bases comiciales impuestas por los asesores cubanos de Maduro, ni explicarle debidamente que entre sus facultades no está comprendida la de derogar la Constitución Nacional vigente (porque esto es lo que supone inventarse a lo Mussolini, una constituyente fraudulenta cuando se está consciente de ser una patética minoría y de no tener ni la más remota posibilidad de ganar unas elecciones libres en este país.
Mientras que la determinante mayoría chavista del CNE se comporta de esa manera frente a la opinión disidente y abrumadoramente mayoritaria del país, y ni siquiera disimulan el inocultable servilismo burocrático de su parcialidad. Una clara demostración de lo afirmado es la risueña complacencia con la que la presidenta de esa institución recibió de manos de su jefe político la propuesta de Constituyente fraudulenta, actitud reforzada por la diligencia con la que el organismo electoral “procesó” administrativamente para la consumación de ese intento de fraude en contra de la voluntad popular mayoritaria del pueblo venezolano.
Quizás sea este el acontecimiento más representativo y emblemático del uso abusivo que el régimen chavista ha hecho del poder en nuestro país. Sin embargo es preciso señalar que esa práctica aberrante no se agota allí. En tal sentido debe considerarse lo ocurrido a lo interno de las FAN, que ha sido dividida para crear paralelamente a ella, un cuerpo autodenominado fuerza armada chavista (facha), que no sólo se ha colocado al margen de la Constitución de la República, sino que actúa como el principal soporte y guardia pretoriana en resguardo y apoyo del régimen autocrático.
En ese mismo orden queremos referirnos nuevamente y en primer término al desmantelamiento del que ha sido objeto la estructura institucional del Estado, situación que se manifiesta claramente en el hecho de que en Venezuela dejó de existir la separación y autonomía entre los poderes públicos que permanecen bajo el control omnímodo y totalitario del ejecutivo madurista, como son los casos -es necesario reiterarlo- del TSJ, la CGR, la FGR, la ique “Defensoría del Pueblo”, el CNE. En segundo lugar la actitud asumida por el vocerío oficial madurista en contra de la posición institucional de la Fiscal General de la República Luisa Ortega Díaz, de encarar y denunciar valientemente las actuaciones reiteradas del Ejecutivo, del TSJ y el CNE, que no sólo son violatorias del orden constitucional vigente, sino que disuelven y ponen en riesgo la propia existencia de la República, como ella misma lo ha señalado.
La respuesta dada a la fiscal por el Gobierno de Maduro-Padrino López, los poderes públicos bajo su control y los distintos voceros del oficialismo, que como perros de caza saltaron sobre la presa atacándola desde todos los flancos con calificativos insultantes, improperios, amenazas y denuestos de toda índole, lo que entre otras cosas demuestra que: 1.- El respeto al disenso y al orden constitucional democrático no entra en sus cálculos; y 2.- Que tampoco tienen ninguna disposición a participar en una negociación institucional que permita encontrar una salida pacífica y democrática a la profunda crisis política, económica y social que hoy nos agobia. El último atropello está dado por la solicitud del antejuicio de mérito interpuesta en el TSJ en contra de la fiscal LOD, sobre la base de las denuncias realizadas por el “Doctor” Pedro Carreño, que determinó en base a sus investigaciones y sesudos estudios en la materia, la insania (que él se empeña en decir “insania mental”, lo cual es una redundancia porque la insania por definición es mental en tanto que define un trastorno de la mente y se refiere explícitamente a la locura) que en su criterio de eximio especialista, padece la fiscal. Como se ve, trata de una vil componenda para aniquilar mediante el alto tribunal a quien ose oponérseles.
Para finalizar, y con gran preocupación, debo decir que sólo la tenacidad demostrada por el pueblo en las calles, puede crear las condiciones que provoquen la cesación definitiva de este régimen oprobioso e indeseable que se ha empeñado en destruir nuestro país. No queda otro camino.