La actual camarilla en el poder encabezada por Maduro-Padrino López, reprime salvajemente a la inmensa mayoría de venezolanos que se le oponen en las calles
Oscar Battaglini
En la historia se ha cumplido fatalmente la tendencia de los regímenes despóticos (dictatoriales) a recurrir a la violencia (a la represión criminal en el momento de sus crisis terminal, como cuando afirma Lenin, los que monopolizan el poder no pueden seguir gobernando como lo venían haciendo, y los que han vivido bajo su dominación, ya no quieren ni soportan más su permanencia en el poder.
Esa es, sin duda, la situación en la que nos encontramos y de la cual nadie puede decir con exactitud no sólo cuánto tiempo durará sino como acabará todo; pero lo que sí se puede afirmar con toda seguridad, es que más temprano que tarde terminará —inexorablemente— con la expulsión definitiva de la anomalía madurista en el poder.
En nuestra historia existen muchos ejemplos de esto, entre los que destacan, en el siglo XX: 1.- La pretensión del déspota militar Pérez Jiménez de darle continuidad a la dictadura mediante la imposición de un plebiscito fraudulento que generó un levantamiento general de la sociedad venezolana que le puso término a la dictadura militar el 23 de enero de 1958. 2.- La imposición de los “paquetes” neoliberales de Carlos Andrés Pérez durante su segundo gobierno, lo cual desencadenó una protesta masiva de la población venezolana conocida como el “Caracazo” del 27 de febrero de 1989; protesta que al ser reprimida a sangre y fuego por el gobierno con el empleo del ejército y los cuerpos policiales de entonces, con un saldo de miles de muertos, dio pie, junto con los cargos por peculado y malversación de fondos del Estado, para que CAP fuera enjuiciado y destituido de la presidencia de la República.
La actual camarilla en el poder encabezada por Maduro-Padrino López, reprime salvajemente a la inmensa mayoría de venezolanos que se le oponen en las calles, con la finalidad desesperada e irracional de mantenerse por la fuerza en el poder. Eso es lo que explica que en la realización de ese plan macabro no haya vacilado en imprimirle a su política de contención represiva un carácter abiertamente terrorista, propio del terrorismo de Estado que en otros tiempos se practicó en Venezuela y en otros países de nuestra región y el mundo.
La saña criminal puesta de manifiesto por los cuerpos represivos del gobierno (Guardia Nacional y otros componentes de la fuerza armada chavista –Facha-, Policía Nacional, paramilitares mal llamados “colectivos”, etc), que ya han provocado la muerte de más de ochenta venezolanos (80), en su mayoría jóvenes, más de trece mil heridos y más de tres mil detenidos, en el curso de las trece semanas de duración de la protesta popular multitudinaria en las calles, demuestra no sólo que la represión y la violencia en todas sus formas (criminal y despiadada), es el único y último recurso al que puede recurrir la camarilla en el poder en su abierto enfrentamiento con la sociedad civil que se le opone masivamente (en gran medida pasivamente, por ahora); sino que está dispuesto a anegar en sangre a la sociedad venezolana a fin de satisfacer su afán desmedido de permanecer en el poder al costo que sea y como sea. Cabe preguntar entonces: ¿cuántos muertos más serán necesarios, cuántos venezolanos, cuántos compatriotas, cuántos hermanos deberán caer para que un destello de sensatez ilumine la conciencia de estos desalmados?, porque el lamentable y doloroso saldo que ya registra el país en materia de decesos y heridos, parece no tener cuando acabar; todo lo cual representa un inequívoco y nefasto indicador de que nos encontramos ante una arremetida criminalmente terrorista orquestada desde Miraflores y Fuerte Tiuna.
Siendo esto así, no puede menos que resultar ofensivo el cinismo con que Maduro, Padrino López, Reverol, y otros, se refieren a los hechos y a los responsables de las muertes que los cuerpos represivos bajo su dirección y control han provocado en el desarrollo de las manifestaciones de protesta que han tenido lugar en el país durante los últimos días: “La Guardia y la Policía -dice maduro- han hecho un esfuerzo heroico… sin armas de fuego, sin escopetas de perdigones … con agua y el gasecito que está permitido”. Nótese el descaro, o mejor, el caradurismo, la morbosidad y el sadismo con que expresa todo eso.
Por su parte Padrino López, en un repentino arranque de falso apego a la legalidad, a los derechos humanos y su defensa, expresó: “No quiero ver un guardia más, cometiendo una atrocidad en la calle”, (mensaje por mampuesto a Reverol), como todo el mundo sabe, esas palabras se las llevó el viento. Así mismo, el domingo 28 de mayo, en el programa televisivo “José Vicente Hoy”, tuvo el tupé de decir: “No ha habido ni un herido ni un muerto, que en respuesta a esos ataques con armas, haya sido producido por la FANB”. Lo cierto de todo es que siguiente los muchachos de Maduro, Padrino López y Reverol, continuaron en su macabra tarea de segar las promisorias vidas de jóvenes estudiantes venezolanos que manifiestan en las calles de Venezuela su descontento contra la aciaga coyuntura imperante, y la esperanza de que en nuestro país se establezca de nuevo la tranquilidad y la normalidad política que nos permitan trabajar, estudiar, y producir suficientemente para vencer la inflación y la escasez de alimentos y medicinas, así como alcanzar la necesaria estabilidad política institucional que el país demanda con urgencia.
Veamos finalmente lo expresado por Reverol sobre la criminalidad desencadenada por los aparatos represivos bajo su mando: “Efectivos que sean responsables de delitos serán presentados ante la ley”, esto lo declaró presionado por las denuncias de las cuales existen pruebas técnicas (grabaciones y videos) y médicas (autopsias, testimonios forenses) irrefutables que incriminan a efectivos militares (particularmente de la Guardia Nacional y de la Policía Nacional) en las decenas de asesinatos cometidos en contra de los manifestantes.
Nadie puede pensar que lo dicho por Reverol se cumpla efectivamente, si se tiene en cuenta la forma inescrupulosa como este señor se ha conducido al frente del ministerio que regenta, y luego de haber negado descaradamente los señalamientos donde aparecen implicados de manera comprobada agentes de la represión bajo su mando. Seguramente que para cuidar las apariencias, lo que se aplique en estos casos sea la conocida fórmula policial de llevar a los asesinos a sus respectivos comandos y decirles: “Quédate por ahí hasta que esto pase”.
La confirmación de lo que hemos expresado es, en primer término, el reforzamiento del militarismo del “tren ministerial” del gobierno; así como la colocación de los componentes de la fuerza armada chavista (Facha) a “fichas” militares tan oportunistas y adoctrinadas como los que ya estaban en esos cargos, y dispuestos a cumplir, como ellos mismos lo manifestaron en los actos conmemorativos del 24 de junio reciente, con las órdenes que les impartan desde la cúpula de la camarilla civil-militar que desgobierna a este noble país. En segundo lugar la creciente conversión de los poderes públicos en un Estado policial, tal y como ha sido señalado por la FGR, LOD. En tercer lugar, el planteamiento formulado por Padrino López en el que llama a crear en el seno de la Fuerza Armada bajo su control, “unidades más letales para reprimir a las organizaciones políticas de oposición ya la ciudadanía que consecuentemente se opone al gobierno en las calles. Y en cuarto lugar, la persistencia autoritaria y prepotente de la camarilla en el poder de atravesarle al desarrollo político-electoral normal (constitucional) del país, el intento de imponer la elección de una asamblea constituyente fraudulenta, razón por la cual, no sólo se ha constituido en una provocación que incita a la violencia, sino en una mayor regresión y conculcación de los derechos democráticos de los venezolanos.
Todo parece indicar que nos esperan días y acontecimientos álgidos y decisivos para la vida política del país. ¡Ojalá sean para bien de nuestra martirizada nación!