Proponen un inciso para constitucionalizar la desvergüenza
O.E.
Dos diputados propusieron en la Asamblea Nacional Constituyente “revocarnos” la nacionalidad y hasta fusilarnos “carguen, apunten ¡fuego!” a quienes adversemos a la narcosatrapía
Decía Andy Warhol que los norteamericanos prefieren comprar a pensar. La narcosatrapía prefiere asesinar.
Napoleón de tarde en tarde entraba al salón en el Tronchet, Malleville, Portalis y Bigot de Préameneu, estaban redactando el Código Civil que les había sido encargado y soltaba algunos tarrayazos dialécticos o jurídicos que luego han resultado lo mejor del libro. Para eso estaban los jurisconsultos: para convertir en letra fina, la caligrafía gruesa del corso. Pero ni Maduro es Bonaparte, —la sola comparación ofende— ni nuestros actuales constituyentistas saben de caligrafía. Ni de la gorda, ni de la flaca.
Ponga usted a un hombre o mujer inteligente, de buena voluntad, frente a un procesador de palabras o de un tinterillo, sin más, que él o ella producirán algo útil. Encomiéndele a unos matones discutir una nueva Constitución y no harán más que peer por la garganta (con las excusas por tal infinitivo, pero el castellano es el castellano).
Chávez, no por inteligente —que no lo era— sino bellaco, sopesaba de manera acertada a sus seguidores. A sus supuestos jurisperitos, en particular. El “poeta” Isaías, los Escarrá, el malo (q.e.p.d.) y el peor. Papelón quebrado. Consideró una necesidad de encomendarles a los mercenarios españoles, el neofranquista Viciano Pastor, y su segundo, Martínez Dalmau, la redacción de la sedicente Constitución Bolivariana que de esto último tiene nada, por made in España y empaquetada a Venezuela, vía correo electrónico para ser aprobada sin chistar. Pero se acabaron los dólares para los gigolós jurídicos.
¿Paredón? De abril a julio de este año, nada más, sumaron 150 ejecuciones. Innecesario, además, ningún inciso constitucional para revocar la nacionalidad. Ya la revocaron, el hambre, la carestía de medicinas, la hiperinflación, el narco, los megaguisos, Maduro, echándoselas de bailarín en medio del genocidio. El derecho —y el deber— a ser sinvergüenza, tiene rango constitucional. Hace 18 años.