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Luis Fuenmayor Toro: Fanatismo y polarización

Marchas polarización

Exigen diálogo, pero luego se niegan a dialogar o dialogan pero no aceptan que lo hicieron


Luis Fuenmayor Toro

La Venezuela de hoy es extremadamente prejuiciada y considerablemente fanática, a raíz de la polarización político partidista existente. Con una población en esta patológica situación es difícil tener la sindéresis necesaria, para analizar con cierta objetividad la realidad política nacional y las posibles salidas de la crisis. La gente está tan obcecada que hoy manifiesta exigiendo el respeto de algún derecho político y, si mañana dicho derecho es repuesto, se niega a ejercerlo porque ello legitimaría al régimen que fogosamente se enfrenta. Los absurdos y contradicciones obvias para cualquier observador son el pan nuestro de cada día, pero los involucrados no sólo no los notan, sino que califican de enemigos y traidores a quienes los detecten. Se pide que liberen a los presos políticos y que regresen los exiliados, pero si alguno es liberado y otro regresa al país, inmediatamente se hacen conjeturas sobre las traiciones implícitas en la ejecución de estas medidas.

Esta suerte de locura o insensatez ha llegado a influir de manera significativa en la dirigencia política, sobre todo de la oposición de la MUD, aunque el sector gubernamental no escapa indemne de ella. Los políticos opositores en general han asumido conductas vergonzantes, es decir, posiciones que creen correctas pero que no aceptan públicamente como asumidas, por miedo a ser condenados y rechazados por sus seguidores. En ello caen exactamente en las mismas posiciones fanáticas de las que son víctimas. Exigen diálogo, pero luego se niegan a dialogar o dialogan pero no aceptan que lo hicieron, como si conversar con el adversario constituyera un pecado mortal. Esta permanente ambigüedad los hace caer en posiciones absurdas, en las que en lugar de comportarse como dirigentes, pasan a ser dirigidos de la peor forma por las opiniones que expresan sus seguidores en las redes sociales, sobre todo en twitter, donde reina el extremismo aventurero.

Lo anterior no significa que no haya responsabilidades de la MUD o, por lo menos, de sectores importantes de ella, en la génesis e impulso de este estado de ánimo intolerante, que no acepta ningún tipo de razones como no sea la sinrazón que pregonan. De hecho, la polarización es en parte obra de la MUD. María Corina Machado es la máxima expresión del sector más recalcitrante, seguida por Antonio Ledezma. Aún afirma que el diálogo es sólo para instrumentar la salida de Maduro, lo que significa que sigue dando como un hecho que Maduro se va ya, algo que está muy distante si es que ocurre en algún momento. Voluntad Popular y Primero Justicia actuaron en forma irresponsable o, por lo menos equivocada, durante los 4 meses habidos de protestas intensas, no por impulsar las manifestaciones de calle, sino por haberlas sustituido paulatinamente por enfrentamientos de baja intensidad entre grupos violentos y las fuerzas de seguridad del Estado.

Adicionalmente, toda la MUD, desde su victoria electoral en las elecciones de diciembre de 2015, le hizo creer a la ciudadanía que al presidente Maduro lo que le faltaba era un empujoncito. El engolosinamiento con el triunfo y el inmediatismo se hicieron presentes y se olvidó que el Gobierno también jugaba y que, como se dice popularmente, no era mocho. La multiplicidad de propuestas para la salida inmediata del Presidente, producto de una dirección muy dividida por los distintos intereses en su seno, terminaron fracasando totalmente y hoy se puede discutir lo que sea, pero la realidad es que Maduro no sólo no ha salido, como cree María Corina que ella solita va a lograr, sino que, con seguridad y como mínimo, llega en su cargo hasta las elecciones presidenciales de 2018. No fue exitosa entonces la política instrumentada de enfrentamientos violentos de baja intensidad y de llamado a la FAN a deponer al dictador.

Pero todas estas equivocaciones pesaron en la ciudadanía opositora y fueron creando el caldo de cultivo para el extremismo visceral actual, el cual, por supuesto, tiene otros dos componentes imprescindible para su existencia: el odio a la fracasada, sectaria y dictatorial gestión de Maduro y su claque partidista, así como la naturaleza prejuiciada y mesiánica de los venezolanos. Las situaciones a veces han llegado a tales extremos, que leí y oí opiniones de algunos que consideraban, que la medida de casa por cárcel para Leopoldo López resquebrajaba su liderazgo y debilitaba la lucha, por lo que el líder de Voluntad Popular lo que tenía que hacer era volver a Ramo Verde. E imagino que tendría que recluirse en un calabozo tipo tigrito, para de esa manera, preso, solo e incomunicado, fortalecer el combate anti dictatorial hasta la victoria final. Muy infantil el planteamiento, pero cierto.

En el PSUV hay más hermetismo sobre sus contradictorias internas, pero se sabe que allí también opera el chantaje radical aunque quizás con menor impacto, pues tienen una dirección única, la cual hasta ahora les ha funcionado. Se entiende que están en una situación muy distinta a la de la MUD: tienen el poder y no desean abandonarlo, lo que les hace manejar la disidencia más fácilmente. Controlan a militantes y a simpatizantes, a través del chantaje con los beneficios de las misiones, de los mendrugos dados en las cajas de los CLAP, del ingreso a alguna universidad y del empleo público. Nada de eso tiene la MUD. No es lo mismo hablar mal de los dirigentes de la Mesa, decirles traidores, corruptos, que hacerlo con los dirigentes del régimen, quienes disponen del aparato de justicia para demandarte por difamación e injuria y dejarte limpio o meterte preso. O si no quieren sufrir las molestias de este tipo de acciones, tienen a sus paramilitares para mandarte a dar una paliza o incluso matarte si fuera el caso.

La polarización y el fanatismo impiden a los grupos no polarizados llevar adelante políticas en función del desarrollo y bienestar real de la nación, pues la gente no está para atender este tipo de llamados. Las carencias son tantas y tan básicas, que impiden cualquier acción distinta de procurarse el mínimo requerido para subsistir, en medio del desarrollo de un odio feroz contra los considerados responsables del caos vigente. Y esta situación promete seguir de este modo hasta, por lo menos, las elecciones presidenciales, si es que en éstas muere el perro y se acaba la rabia.