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Carlos Albornoz: “Se consume 41 % menos de proteína animal que en 2016”

Carlos Albornoz Fedenaga

En 2017 se han suplantado los patrones de consumo de las proteínas; el queso duro y el huevo pasan a ser las más económicas a pesar de ser referencia de inflación y han sustituido la ingesta de carne de res, pollo, cerdo y lácteos a nivel nacional


Mónica Duarte

Las cifras de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga) registran que de los 44 millones de dólares que se necesitaban hace dos años para rescatar el sector agropecuario, hoy se requieren unos 700 millones de dólares adicionales en créditos o préstamos.

En este bienio no solo ha aumentado el costo de la inversión necesaria, también ha crecido el porcentaje de importación de alimentos, los índices de desnutrición y la brecha entre la ganancia de un ganadero en el exterior y la de uno venezolano. “Nuestra carne es la más barata de toda Latinoamérica, cuesta seis veces menos que en Colombia, siete u ocho veces menos que en Argentina y Brasil y 12 veces menos que Paraguay”, indica Carlos Odoardo Albornoz, presidente de Fedenaga y expresidente de Fedeagro (Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios). “La carne es barata para lo que cobra el ganadero, pero es muy cara para lo que el consumidor puede pagar”, añade.

Esta relación que muestra Albornoz entre la caída en el consumo y la merma y encarecimiento de la producción la confirmaron a principios del mes de octubre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) cuando reportaron en un informe conjunto que Venezuela aportaba 1,3 millones de los 1,5 millones de nuevas personas con hambre en Sudamérica entre 2014 y 2016, un crecimiento del hambre que se mide en un índice con respecto a la producción nacional.

“La carne es barata para lo que cobra el ganadero, pero es muy cara para lo que el consumidor puede pagar”

“Mientras que un ciudadano paraguayo come 44 kilogramos de carne de res por habitante al año, en Venezuela se consumen 4,7 kilogramos por habitante al año, es decir se paga 12 veces menos y se consume el 10 % en relación a Paraguay”, afirma el también abogado.

Si se comparan estos datos de Fedenaga con los del primer semestre de 2016, cuando se consumían ocho kilos de carne por habitante, la disminución de la ingesta de proteína animal en el último año alcanza el 41,25 %. Pero el drama alimenticio también ha pasado por la sustitución de alimentos como el pollo, el cerdo y la leche para comenzar a colocar en las mesas productos más económicos como el queso duro y huevo de gallina.

Sin embargo, el presidente de esta federación campesina, que agrupa a 86 organizaciones en más de 280 municipios con un total de 130 mil ganaderos, asegura que la convicción y capacidad de seguir produciendo alimentos está presente en todo el país. “Todavía somos el rebaño número 25 a nivel mundial, a pesar de todo continuamos trabajando y esperando la rectificación de Venezuela para que rápidamente tengamos un plan de inversión en maquinaria agrícola. Estamos conscientes de nuestra responsabilidad y sabemos que somos la solución para que a la población no se le someta con una bolsita de comida”.

“SE AFECTÓ UN TERCIO DE LAS TIERRAS PRODUCTIVAS”

¿Cómo está la producción agrícola y ganadera para el último trimestre de 2017?

—Esto va a depender de los elementos que incidan en el país, no solo en lo productivo. Aquí el contexto es más complejo que en otras naciones a las que pudiese considerárseles en condiciones similares. Venezuela cuenta con excelentes ambientes para la producción de alimentos, es un país que ha podido autosustentarse desde que somos nación, además ha exportado café, arroz, tabaco, plátano y somos el país donde nació la yuca. Siempre habíamos producido el maíz de nuestras arepas, fuimos los décimos productores de carnes del mundo. Sin embargo, lamentablemente somos un país rentista y nunca se han desarrollado políticas públicas que tengan una visión de crecimiento.

Tenemos un momento coyuntural donde hay un desgobierno que apuesta a someter a los ciudadanos con unas bolsas de alimentación, pero que ya tienen sus días contados porque en el momento en que no tengan dólares para importarlas y no tengan como sacarlas de otro lado, lo único que quedará es amenazar a los fundos para meter en una bolsita lo que haya en el país y seguir haciendo populismo. Es una política coyuntural que no va a durar por siempre, lo que se va a imponer en Venezuela es un modelo consciente que entienda que el campo es una herramienta fabulosa. El campo, a pesar de todo lo que ha ocurrido, puede seguir produciendo.

¿En qué condiciones se produce en Venezuela? ¿Cuáles son las dificultades que enfrenta el campo?

—Nosotros tenemos como principal problema la inseguridad, tenemos un campo que está rodeado y cercado por grupos de bandas irregulares, bien organizadas, que extorsionan a gran parte de los productores agropecuarios. Tampoco contamos con una vialidad que nos permita trabajar bien, comprar cualquier vehículo puede significar vender todo nuestro rebaño. Si nos acabamos el carro no vamos a poder reponerlo porque significaría un patrimonio mayor al valor que tiene nuestro ganado, llegamos a un nivel que vale tan poco lo que tenemos que se nos hace muy complicado llegar a las fincas por el alto costo de los vehículos y por el estado de las vías. Y a eso hay que sumarle que en las zonas andinas y en gran parte del país debes hacer colas de dos, tres o seis horas para comprar gasolina y que en Socopó, por ejemplo, se restringe la venta de combustible para los productores agropecuarios cuando estamos en plena zafra de verano.

Hay un monopolio estatal de los insumos que se reparte de forma similar a las bolsas CLAP, además hemos sido invalidados por la organización internacional de sanidad animal por no cumplir con las normas necesarias para la reducción de la fiebre bovina porque no estamos conscientes de nuestra responsabilidad. Entonces, se muestra la situación compleja. Son condiciones no solamente precarias sino hostiles y dañinas que hacen que esta actividad no solo sea una de las más difíciles sino de las más riesgosas que puede haber en Venezuela. Y a pesar de ello hay maś de 130mil hombres y mujeres comprometidos con el campo y los consumidores para tratar de que no se someta a la población con una bolsita.

«En Socopó se restringe la venta de combustible para los productores agropecuarios cuando estamos en plena zafra de verano»

¿Cuál es el estado actual de la oferta nacional de proteínas?

—Todo esto comenzó hace unos 15 años cuando se empezó a hablar de la ley de tierras y en 2003 cuando se promulga. La federación se pronunció a favor de la propiedad privada y a partir de ahí se nos señala, se nos coloca como objetivo, se roba, se expropia, se confisca, muchas fueron muchas las maneras cómo se nos despojó de más de seis millones de hectáreas. Además se entregaron títulos de posesión precarios en los que el titular en podía vender, ni podía heredar su posesión, castigando y vulnerando otros tres millones de hectáreas más. En total, un tercio de las tierras productivas de este país se afectaron. Y lo único que perseguía es que al final, después de un ciclo, llegáramos a este punto en el que se ha destruido el sistema de producción primaria, el sistema de comercialización, el sistema de transporte, la cadena de frío, y el sistema industrial de procesamiento para que todos los ciudadanos debieran depender de una dádiva de Gobierno y generar un control político y ciudadano. Es un ciclo que hemos vivido y que hemos venido combatiendo.

Esto ha tenido como consecuencia que tengamos un rebaño disminuido. Llegamos a ser el octavo rebaño del mundo en 1982, toda la carne que producimos la consumíamos, llegamos a producir unas 376 mil toneladas de carne que se consumían en su totalidad por los venezolanos y el 2016 estábamos produciendo apenas unas 190 mil toneladas de carne, hoy contamos con un rebaño cercano a las 10 millones de reses.

El contrabando de extracción le hace un daño terrible al hato ganadero venezolano pero, a pesar de todo ello, todavía somos el rebaño número 25 a nivel mundial. Continuamos trabajando y esperando la rectificación de Venezuela, no solo del modelo político sino de los políticos del modelo, para que nosotros tengamos la oportunidad de rápidamente tener un plan de inversión en maquinaria agrícola y salgamos a buscar unos 700 millones de dólares para empujar hacia delante al país.

¿Es posible conseguir 700 millones de dólares en créditos que sean destinados púnicamente para el sector agropecuario?

—Esos 700 millones de dólares son 10 días de renta petrolera o un mes del petróleo que le mandamos a Cuba. El hato ganadero venezolano, las fincas, la estructura, el trabajo que han hecho los ganaderos vale 180 mil millones de dólares.

La economía está tan enferma que disfraza la realidad. Cuando Venezuela se cure de esa enfermedad, no solo habrá reinversión sino que mucha gente volteará a mirarnos porque aquí no solo hay condiciones naturales sino que la gente ha demostrado que sabe producir, hay una renta diferente, tenemos una gasolina económica y las condiciones laborales son buenas.

«Llegamos a este punto en el que se ha destruido el sistema de producción primaria, el sistema de comercialización, el sistema de transporte, la cadena de frío, y el sistema industrial de procesamiento»

DÉFICIT SIN PRECEDENTE

Usted menciona que la producción ganadera se ha sostenido a pesar de las dificultades pero no así lo ha hecho el consumo de carne, ¿qué sucede entonces? ¿No hay suficiente carne o sí hay pero está muy costosa?

—La carne es barata para lo que cobra el ganadero y es muy cara para lo que el consumidor puede pagar. Nuestra carne es la más barata de toda Latinoamérica, cuesta seis veces menos que en Colombia, siete u ocho veces menos que en Argentina y Brasil y 12 veces menos que Paraguay. Y mientras un ciudadano paraguayo come 44 kilogramos de carne de res por habitante al año, en Venezuela se consume 4,7 kilogramos por habitante al año, es decir se paga 12 veces menos y se consume el 10 % en relación a Paraguay. El problema real aquí es un tema de devaluación y de inflación, los venezolanos tenemos un salario feudal que no permite comprar nada. Hoy tenemos distorsiones como que un kilo de mortadela cuesta más que un kilo de carne de res o que un kilo de diablito cuesta el doble que un kilogramo de carne, eso es un tema de devaluación que no lo va a detener nadie.

¿Qué patrones de consumo han suplido esas proteínas?

—Lamentablemente esto no solo opera para el sector bovino y lácteo sino para toda la proteína animal de Venezuela. En 2012 llegamos a consumir, gracias a una importantísima importación de alimentos de 9.900 millones de dólares, 44 kilogramos de pollo por habitante al año, hoy se consumen 9 kilos de pollo por habitante al año; de becerro llegamos a consumir 12 kilogramos por habitante al año, hoy eso llega apenas a 1,9 kilos. Esto todo es para el primer semestre del año 2017, lo que deja claro que en Venezuela, de los 83 kilogramos de proteína animal que llegamos a consumir en 2012 o de los 75 kilos que consumíamos en 1980, estamos consumiendo menos de la mitad de esa cifra, unos 28 o 30 kilogramos por habitante al año. Hay un déficit de proteína animal sin precedente y que ha hecho que hoy el tema de la desnutrición, por primera vez en la historia, sea alarmante.

Sobre esos niveles de hambre y desnutrición, la doctora Susana Raffalli dice que el índice de la FAO de “subalimentación” corresponde a la oferta alimentaria y el consumo pero que la desnutrición es mucho mayor. ¿El país se encuentra realmente subalimentado por la disponibilidad y la producción alimentaria?

—Absolutamente, aquí se apostó a la importación cuando sobraban dólares. Empresas que ni existían eran adjudicadas con millones de dólares, aquí se pudría la comida en los puertos y se trató de destruir la producción nacional. Hoy tenemos de un 22 a 23 % del maíz que se necesita, no solo para la arepa, que es el maíz blanco, sino también para la industria de los alimentos balanceados, el maíz amarillo, es decir pollos y cerdos no tienen cómo alimentarse. Hoy tenemos apenas 50 mil cerdos y la industria de pollos está sacrificando a las pollas abuelas porque no hay alimentos balanceados. En el arroz estamos en un 26 % de lo que se va a necesitar en 2018, no vamos a contar con más de un 30 % de la producción láctea y no tenemos más de un 21 % de la caña para producir el azúcar de 2018. Es un panorama complejo que Susana Raffalli señala de forma muy responsable, no es tema solo de cuánto cuesta un alimento sino que es un asunto nutricional: no estamos consumiendo los 220 gramos de proteínas diarias que necesita un ser humano.

«Empresas que ni existían eran adjudicadas con millones de dólares, aquí se pudría la comida en los puertos y se trató de destruir la producción nacional»

“PRECIOS DE AGROPATRIA CADUCAN A LAS 24 HORAS”

¿El sector ganadero ha recibido algún tipo de divisas este año?

No, solamente tenemos un mes reuniéndonos con el actual ministro de agricultura y el ministro Ramón Lobo después de haber sido invitados por funcionarios medios. Pero Fedenaga nunca ha solicitado divisas, nosotros somos un organismo de producción, lo que necesitamos es que en el país haya insumos y que se puedan realizar políticas de desarrollo rural en las que se entienda que la ruralidad puede ser usada como palanca de desarrollo social. Se debe entender que en 17 estados del país el primer sector del PIB es la actividad agropecuaria y hoy tenemos 18 meses consecutivos de contracción del PIB agrícola, es decir, estamos ahorcados de una manera deliberada y mientras tanto nosotros intentamos resistir. Además, la ruralidad tiene una desnutrición mayor que las zonas urbanas.

Si en las reuniones con el Gobierno no se discute la entrega de divisas, ¿qué se ha logrado?

—Nada, porque ellos insisten en un tema de precios, colocar un precio acordado  y que los revisemos cada cierto tiempo, quieren la culpa compartida para que el país no los señale por los aumentos. Pero nosotros les enseñamos una hoja de Agropatria, que nos vende los insumos a nosotros, donde los precios de los productos caducan a las 24 horas, entonces hay que medirse con la misma vara. Hacer una estructura de costos ahora no tiene sentido porque solo en septiembre hay 36 % de inflación, más el 33 % de inflación en agosto y se espera que termine el año en una inflación acumulada de más de 700 %. El planteamiento de la federación es un sistema de mediano plazo porque la economía no lee decretos ni resoluciones, mientras no hagamos un plan de desarrollo vamos a perder el tiempo.

¿Alguna vez se les planteó como un programa serio el plan de cría y consumo de conejos en esas reuniones?

—No, eso fue solo para distraer la atención del problema real de alimentación. El conejo es un animal que produce escabiosis y que contamina mucho, no es viable.

«En 17 estados del país el primer sector del PIB es la actividad agropecuaria y hoy tenemos 18 meses consecutivos de contracción del PIB agrícola»

¿Cómo califica el desempeño alimenticio del Estado? ¿Se han tenido fallas sólo en la producción?

—No, en políticas de importación también, en la poca garantía de seguridad, en los despojos de tierra, la falta de seguridad jurídica y económica, la falta de rentabilidad, las expropiaciones de las empresas que provenían de insumos, la falta de financiamiento, el tomar gran parte la empresa productora de azúcar y lácteos. Esto es un desastre total y el sector militar es cómplice de lo que está pasando, acompaña a un pequeño grupo de hombres y mujeres, tampoco es toda la gente que está en los ministerios, la gente que trabaja allí está consciente de lo que pasa y está tan preocupada como cualquier otro ciudadano.

¿Hay seguridad alimentaria hoy en Venezuela?

—Aquí hay dos actores, los que estamos empeñados en producir y los que están empeñados en que no produzcamos. Si el campo dependiera cómo lo hizo hasta hace 20 años de esos actores genuinos que dieron una muestra histórica de soberanía alimentaria, de producir toda la caraota del pabellón, todos los plátanos, el arroz y la carne del pabellón, sería otra cosa. Ahora hay una cantidad de gente que se ha enfocado en el tema cambiario. Hablan de Marx y viven cómo Trump, lo único que les ocupa es qué hacer con los dólares y la importación, y mientras todo ello ocurre, existe todavía hay personas en el campo.

¿Cuál es el estado de salud de los animales que producen el alimento que comemos?

—En la época de invierno es delicado, los programas de vacunación no se están llevando de manera correcta. Pero si no hay medicinas para pacientes hipertensos o con cáncer, no podemos estar solicitando medicinas para los animales. Es nuestro deber, es cierto, pero lo hacemos de manera más discreta para no ser chocante.

«El vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela fue el que le dio al orden, a las dos horas el Presidente del Instituto Nacional de Tierras dijo que iba a revisar mi finca «

¿Cuál es el estado de su finca en Guárico que hace un par de meses se dijo que fue expropiada?

—A nosotros se nos amenazó en un programa de televisión de un canal del estado, se nos calificó de paramilitares colocándolos como objetivo político. El vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela fue el que le dio al orden a un funcionario del Instituto Nacional de Tierras que no depende del partido, a las dos horas el Presidente del Instituto Nacional de Tierras dijo que iba a revisar mi finca y fueron hasta allá. Se dijo que estaba ociosa y que a los 15 días se iba intervenir, pero yo mandé unas fotos donde se muestra la realidad de todo esto y demostramos que la finca está sembrada en 94 % de maíz y de resto es un potrero de pasto. Después, se volvió a publicar por twitter que la finca sería recuperada y asegurada, nosotros no recibimos la comunicación de manera personal, como establece la ley, sino que se dejó con otra persona pero estamos ejerciendo nuestro derecho y esperamos que se rectifique. Estamos en la finca y vamos a seguir ahí. Pero que conste que yo no soy un potrero, con mis máquinas yo produciré en esa finca o cualquier otra, esas son mis convicciones y no dependen de una tierra.


“El cartón de huevo no cubre
las necesidades nutricionales”

cartón de huevos

¿Qué opina del índice del cartón de huevos? ¿Cómo se explica su aumento y el que sea usado como una referencia tan contundente e inmediata de la inflación?

—Es triste para un ganadero que ese índice crezca y exista. Este índice de cartón de huevo se motiva en tratar de buscar la proteína más económica que debería de existir. Hay que fijarse en cómo el queso duro rallado suplantó los patrones de consumo de gran parte de la población porque puede rendirse más en cada comida, con el huevo pasó igual. El queso duro han suplantado el consumo de leche líquida y el huevo, la falla de proteína animal. Ahora bien, el problema es que un ciudadano no puede cubrir sus necesidades nutricionales solamente con queso rallado, un poquito de mantequilla o con huevo, hay alimentos como los pollos y cerdos y las carnes rojas que son insustituibles. Todo esto es un producto de la enfermedad macroeconómica del país. Hace algún tiempo atrás el cartón de huevo se montó 700 bolívares y ahí llegó el entonces Vicepresidente  Arreaza y lo reguló a 450 bolívares. Hoy ya vemos que cuesta un poco más 40 mil bolívares. Por eso es que decimos que la economía no lee decretos, sino que obedece a patrones como el déficit fiscal, la emisión de dinero inorgánico y la falta de divisas.