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Crónicas bolivarianas: Eutanasia bolivariana

Socialismo Siglo XXI

Todavía no navegamos en el Mar de la Felicidad, como lo anhelaba cierto rufián. Pero nos aproximamos


O.E.

Funciona en Holanda una clínica dedicada, de manera exclusiva, a la práctica de la eutanasia. En ese país, el “bien morir” está permitido por una ley promulgada en 2002, pero bajo determinados parámetros

Informa EFE que la elevada demanda de sus servicios, tiene colapsado el hospital.

—Señor, en este momento no tenemos cupo. Si lo acepta lo anotamos para el año…

La solución extrema tiene sus ritos. No es asunto de ir y exigir una intravenosa letal y sanseacabó. Los clientes, según el motivo que los lleve a contratar los servicios, tienen diferentes opciones. No es lo mismo un paciente agobiado por una enfermedad incurable, a uno que a causa del abandono de su pareja opte por marcharse al otro mundo.

El caso de un paciente en específico, por ejemplo. Acudió acompañado por sus parientes, amigos y hasta por un párroco. Comieron, bebieron y bailaron a rabiar, hasta la despedida. No era un enfermo terminal. Sin embargo, su médico de cabecera dictaminó que su dependencia del alcohol era insuperable y no valía la pena seguir perdiendo el tiempo en Alcohólicos Anónimos.

Hay otras formas legales de interrumpir el bíblico “creced y multiplicaos”. Unas más aparatosas que otras. Cuba, por mencionar un caso que llama la atención, registra la tasa más elevada de suicidios del continente en adultos mayores. Paradójico que ocurra en uno de los países que se autoproclama de tener una revolución supuestamente “humanista”. Algo peor se registra entre los jóvenes de la isla. Lo leímos en el “Granma”. Los casados no quieren tener hijos. Por eso la Revolución les ofrece incentivos para que se animen.

Es su émula, mal llamada Bolivariana, asistir a un hospital, equivale, casi, a la para nosotros temible, eutanasia. No hay ni siquiera gasas y recetarse con un “médico integral” equivale, casi, a muerte segura. ¿Cómo puede un supuesto doctor operarte una apendicitis, si lo que le enseñaron fueron los discursos del camarada Fidel y los relatos de fusilamientos del Che?

Todavía no navegamos en el Mar de la Felicidad, como lo anhelaba cierto rufián. Pero nos aproximamos.