Que el respeto y defensa de la Carta Magna sea el impulso que lleve a Venezuela por mejores senderos
La mañana del lunes 16 de octubre el país entero se dio cuenta, nuevamente, de la seriedad que se necesita para luchar contra un régimen dictatorial. Las agendas individuales, los triunfos parciales, solo alimentan la monstruosidad en Miraflores. El revés sufrido por la oposición en las elecciones regionales es múltiple, porque golpea en el ánimo de un país maltratado. Si fue producto de las trampas antes, durante y después del día de la votación, revela que la Mesa de la Unidad Democrática no estaba tan preparada como su rival para enfrentar aquella jornada, por lo tanto, a sabiendas de la desigual lucha, ha debido debatir mejor sobre su rol al participar ante tales escenarios que solo han brindado solidez al discurso del régimen, circunstancia que volverá a presentarse en breve, cuando sean convocados los comicios municipales. La peor de las noticias sería que, en efecto, el país haya votado a favor de sus captores, en un extrañísimo caso colectivo de síndrome de Estocolmo, denotando así la imposibilidad de la MUD de convertirse en una alternativa real. Lo cierto es que bajo la circunstancia que sea, la oposición debe cambiar, debe reinventarse y mejorar. La MUD tiene que convertirse en un ente que agrupe a los diversos sectores de la sociedad, abierto a las discusiones y transparente en su accionar. No puede ser un ente que revive cada vez que se aproxima una elección, que sea usado para que algunos consigan espacios, mientras el país sufre. La MUD falló en su momento estelar, las elecciones, y el resto del tiempo se ha mostrado como un ineficaz modelo de engranaje político y social. Venezuela necesita de una alternativa a la barbarie, de un movimiento que deje de vivir del chavismo, que pase definitivamente de la fase de oponerse a la de proponer un modelo de país diferente al desastre por el que andamos. De las adversidades se debe aprender y entender que se está a tiempo de hacer que las cosas cambien, pero de verdad, sin pactos a oscuras o repartos indecentes. El madurismo ya tiene bastante con tratar de gobernar un país despedazado, con lidiar con sus mafias a lo interno y contener el descontento que es palpable. Hay que estar preparados en lo inmediato para asumir las responsabilidades de una nación que debe renacer gloriosa. Que el respeto y defensa de la Constitución sea el impulso que lleve a Venezuela por mejores senderos, que sea la Constitución vigente el estandarte de las mayorías. Es un buen punto de encuentro, el lugar de partida hacia la reconstrucción urgente, hacia la derrota final de la dictadura.