La política de la MUD fue una larga cadena de errores e improvisaciones que pretendieron esconder culpando por anticipado a quienes legítimamente llamamos a la abstención
Humberto González Briceño
La verdadera derrota de la MUD no está en haber perdido la mayoría de las gobernaciones el pasado 15 de octubre. Su derrota es el fracaso de una estrategia improvisada para participar en unas elecciones a última hora, sin ningún tipo de garantías, que solo sirvieron para legitimar a la dictadura.
La decisión de ir a las elecciones de gobernadores era tan suicida como apurada y habría que considerar si efectivamente hubo varios Caballos de Troya del régimen cabildeando para ir en esa dirección. La decisión no fue producto de un debate en el seno de la oposición ni de los partidos de la MUD. Todo parece haber sido el resultado de una conversación informal precipitada por el anuncio que hiciera Henry Ramos Allup en un programa de televisión.
De allí en adelante la política de la MUD fue una larga cadena de errores e improvisaciones que pretendieron esconder culpando por anticipado a quienes legítimamente llamamos a la abstención. La verdad es que los partidos de la MUD y toda la oposición en general fueron lanzados sin previo aviso por ese barranco electoral sin ningún tipo de previsiones frente al fraude electoral que el régimen había anunciado.
Entre una decisión y otra se confirmaba la dimensión de este mega fraude ejecutado en forma expedita con el peculado de uso por parte del régimen, las reubicaciones masivas en todo el país y el rechazo a las sustituciones de candidatos tal como lo establece la ley. La dimensión de este fraude fue banalizada por la MUD asegurando que eran tan solo “obstáculos” y convocando el voluntarismo metafísico como su única arma frente al saqueo de votos. Esta política tendría su epílogo en la noche del 15 de octubre con la lastimosa frase de Gerardo Blyde “…lo intentamos”.
El resultado de esta elección es una decisión política del régimen con precisión quirúrgica. Cuatro gobernaciones adjudicadas para Acción Democrática y una para Primero Justicia, ambos partidos socios informales del régimen y principales entusiastas de las negociaciones. El fraude masivo no logró cuadrar el resultado en la gobernación del estado Bolívar, donde la dictadura anuló a la fuerza actas electorales para desconocer el triunfo de Andrés Velásquez frente al silencio y el desgano de la MUD todavía entretenida en culpar a los abstencionarios de la derrota.
La mayoría de los candidatos a gobernador por parte de la MUD ha seguido el guión de aceptar esas derrotas como legales para poder cobrar las cinco gobernaciones que no les fueron escamoteadas. Para tratar de darle algo de consistencia al argumento no les ha quedado más remedio que callar ante el oprobioso fraude electoral y echarle la culpa a quienes no votaron.
Los gobernadores de la MUD serán ahora los encargados de avalar el perverso sistema electoral y demostrarle a un electorado cansado de las mentiras que sí es posible derrotar a la dictadura con votos, si no que vean los ejemplos de Mérida, Táchira, Zulia, Anzoátegui y Nueva Esparta. Este es tan solo el preámbulo de lo que será la campaña de la MUD para animar el voto en las elecciones de alcaldes y seguramente en las presidenciales de 2018, tal como el régimen espera.
Pero la frustración en la calle es mucho más potente que la capacidad de maniobra de la MUD. Hoy hay mucha más gente consciente del fraude electoral del régimen y de la estafa política de la MUD. Por eso el clamor nacional es por la construcción de una nueva dirección política de la oposición, alternativa a la bancarrota política y moral de la MUD, que nos permita avanzar en el objetivo impostergable de derrocar la dictadura.
@humbertotweets