Al no poder ofrecer salidas científicas a la crisis, el Gobierno recurrió a medidas que le garantizaran ganar elecciones sin tener los votos para ello
Luis Fuenmayor Toro
El Gobierno-PSUV, con paciencia y salivita, y una cínica tramposería delictiva, apoyado por una Fuerza Armada sin ningún decoro, ha ido llegando a donde quería llegar desde el punto de vista electoral. Luego de sufrir la derrota inesperada de diciembre de 2015, la alta dirigencia se propuso, en la medida de lo posible, no realizar elecciones hasta no estar seguros de ganarlas. Así lo declararon. Fue una decisión política, que como todas estaba sujeta a la creación de condiciones para poderla instrumentar, lo que a su vez dependía de la recuperación electoral del chavecismo y de debilitar a su adversario de consenso. Resolver los problemas económicos y, a partir de ahí, los problemas sociales derivados no fue una opción para lograr esa tan necesaria recuperación, pues el Gobierno es incapaz de hacerlo, tanto por ignorancia crasa de todo tipo como por los múltiples compromisos y complicidades surgidas sobre la base del desorden.
Cambiar los subsidios indirectos por subsidios directos, que llevaría a la eliminación del doble cambio y del dólar a diez bolívares, responsable del mayor desangramiento habido del país, es algo a lo que el Gobierno no está dispuesto, a pesar de saber que a la población no le llega ninguna mercancía adquirida con ese dólar. Ése es un autoengaño que se hacen para estar bien con sus conciencias o para manipular a gente imbécil, que la hay y mucha. Dejar de imprimir dinero inorgánico es imposible que les entre en la cabeza, pues eso es lo que vienen haciendo desde que el Comandante Presidente transformó al BCV en la caja chica de PDVSA. Disponen, además, hasta de unos economistas completamente dispuestos, por mantener el enchufe, en “teorizar” que la inflación en el país nada tiene que ver con el aumento exorbitante del dinero circulante. Sin vergüenza ninguna, incluso aquéllos con cierta trayectoria académica, son capaces de “demostrar”, al mejor estilo cubano, cualquier cosa que se les pida.
Al no poder ofrecer salidas científicas a la crisis y tener la decisión de mantenerse en el poder a como dé lugar, el Gobierno recurrió a medidas que le garantizaran ganar elecciones sin tener los votos para ello. Como disponía de la nada despreciable suma de unos tres millones de votos, obtenidos en el pasado con las ejecutorias demagógicas, populistas y de control burocrático de Chávez, el esfuerzo de instrumentar el milagroso método que le permitiera triunfos electorales siendo franca minoría, no sería muy difícil, sobre todo si contaba con una oposición que colaborara. Puso en marcha los CLAP, idea tomada de la novela “Por estas calles”, continuó con las promesas engañosas de la “Misión Vivienda”, instrumentó un mecanismo de control ciudadano llamado “carnet de la patria” y extendió, a niveles de locura, la propaganda de todo tipo y las apariciones de Maduro en los medios, sobre todo los televisivos, totalmente bajo control gubernamental.
La otra parte del plan consistía en debilitar al adversario y dividirlo sacando provecho de sus grandes debilidades: la ausencia de unidad en torno a un proyecto más allá de la toma del poder político, las serias pugnas entre sus integrantes por las ambiciones existentes, la improvisación e incoherencia de sus políticas y su desesperación por desplazar al régimen. Se trataba, además, de desprestigiar a la MUD ante su electorado, de hacer cundir el desaliento entre estos ante acciones cínicas, agresivas y cuasi todopoderosas. Maduro no presenta su partida de nacimiento ante las acusaciones que le hacen, coloca trabas ilegales e inconstitucionales a la convocatoria del revocatorio y termina por anularlo, difiere sin fecha las elecciones de gobernadores, inhabilita dirigentes políticos, destituye alcaldes y los apresa. Obliga a los partidos opositores a legalizarse en las condiciones más perversas, disuelve violentamente protestas de calle y termina por elegir en ausencia de votantes e instalar una ANC con poderes “supraconstitucionales”.
Una vez efectuada esta parte fundamental del plan, el Gobierno convoca a la primera elección, la de gobernadores, luego de año y medio de la derrota de 2015, y lo hace cuando sabe que va a ganar, como en efecto lo hizo. Esto fue algo que se le pasó a los analistas políticos y a las encuestadoras: el gobierno había dicho que no haría elecciones para perderlas. Más de dos millones de votantes de la MUD castigan sus manipulaciones, incoherencias e inconsecuencias absteniéndose de votar; cuatro meses de violencia desatada, muertes y guarimbas, impulsadas bajo engaño, y luego un cambio de dirección sin explicaciones fueron más que suficiente para el rechazo. Y el Gobierno lo sabía. Luego de la derrota reaparece con más fuerza el chantaje de los radicales de la MUD, más sectarios y violentos que los del Gobierno, y que éste utiliza para profundizar la división e inducir a la abstención de los partidos de la alianza.
El Gobierno exige la juramentación de los gobernadores electos ante la ANC, lo que es rechazado airadamente por los líderes de la MUD, como los adolescentes rechazan pedir perdón a pesar de haber sido derrotados en un combate. Convocan de inmediato, saltándose los plazos legales, a elecciones de alcaldes, sabiendo que la repuesta será una partición en dos de la Mesa en relación con participar o no, lo que los hará de nuevo ganar dichos comicios. La mesa está servida para ir a las elecciones presidenciales incluso con Maduro de candidato. Y de nuevo alerto, como lo hice con las elecciones de alcaldes, no sería de extrañar que las presidenciales fueran adelantadas, para no dar tiempo a la reflexión, ni a la cicatrización de las heridas ni curación de las fracturas. Éste es el escenario que el gobierno busca construir y en el cual ha avanzado en forma importante.
Por otra parte, el proyecto de la intervención externa del país, más allá de los acuerdos y sanciones, parece que acelera su marcha: Almagro rechaza la vía electoral en las condiciones actuales, Santos declara fracasadas las gestiones para lograr acuerdos, distintos gobiernos americanos y europeos acusan de fraudulentas a las elecciones recientes y reputan como legítimos a un TSJ y una fiscal en el exilio, AD, PJ, VP, Causa R y otros, declaran su abstención en todas las elecciones si sigue el actual CNE, y María Corina manifiesta efusivamente en respaldo de Almagro. Es una amenaza a considerar en forma seria. Parece que nos moveremos entre una intervención extranjera de fuerza, en un extremo, y en el otro la continuación de Maduro con o sin elecciones presidenciales.