A un año de haberse anunciado el nuevo sistema de registro, lo que parecía ser una automatización de los beneficiarios de las misiones sociales ha pasado a ser un controlador del voto que gestiona la entrega de dinero “imposible de cambiar por bienes materiales”, sentencian especialistas
Mónica Duarte
Más de 16 millones de personas, según el Gobierno, han sido censadas en el sistema de registro del carnet de la patria a lo largo de todo el 2017, así lo anunció el presidente Nicolás Maduro en su última declaración al respecto. De este número, al menos unas 600 mil personas se inscribieron en la primera semana del mes de diciembre, en lo que serían las últimas jornadas del año.
La avalancha de interesados por obtener la tarjeta de identificación socialista, como la llama el Gobierno, en el último mes a pesar de ya haber cumplido un año de anunciarse, se produce luego de que el primer mandatario informara que el mecanismo serviría para asignar un “bono navideño” de 500 mil bolívares, un cetsaticket “niño Jesús” equivalente a otros 500 mil y el envío de una caja Clap especial que contendría pernil y otros insumos para la preparación de las hallacas tradicionales decembrinas.
Pero la motivación económica no ha sido el único impulso para la inscripción. Mientras que los bonos no llegan a todos los inscritos y los perniles aun no aparecen en las cajas ni camiones de los Clap, en las colas de la ciudad de Caracas para recibir el carnet las quejas iban y venían sobre la nueva necesidad de obtener pensión, vacunas, pasaporte y hasta vivienda, como comentaban los usuarios.
«No estaremos de acuerdo pero lo sacamos obligados, ahora hay que mendigar hasta lo que nos dan para comer o curarnos»
“Esto es para todo, va a ser como una cédula. Yo me lo estoy sacando porque quiero mi pasaporte y sin esto no me lo van a dar”, comenta Eugenia Ramírez mientras espera en la fila de la tercera edad para ingresar al punto de inscripción que se desplegó en Plaza Caracas, en el centro de la capital. Su preocupación la compartían muchos de quienes sacaban el carnet en la jornada límite del 7 de diciembre, solo cuatro días después de que Maduro dijera en cadena nacional que “todo se hará con el carnet de la patria, programas, bonos y misiones”. Palabras que certificaban lo que ya se venía anunciando de a poco: el Gobierno gestionará todos sus beneficios sociales por medio de ese mecanismo.
Meses atrás, los titulares de los ministerios de Salud y Educación ya habían anunciado, en septiembre y agosto respectivamente, la activación del carnet de la patria como requisito para ingresar a diversos programas estatales; específicamente para adquirir medicinas por el plan 0800-SaludYa y para la inscripción en Programas Nacionales de Formación por medio de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (Opsu).
“Mi tía consiguió pastillas para la tensión en una farmacia del Gobierno y al momento de pagar no se las dieron porque no tenía al carnet, así que ahora todos nos lo sacamos. A mi hijo de 16 años lo tuve que obligar porque ya está en quinto año y si le llegan a pedir el carnet para entrar en la universidad tiene que estar listo. No estaremos de acuerdo pero lo sacamos obligados, ahora hay que mendigar hasta lo que nos dan para comer o curarnos”. Maritza, de 62 años, sacó su carnet en una jornada comunitaria en Petare durante el mes de agosto, cuenta que no ha sentido beneficios adicionales desde que lo obtuvo pero que prefiere prevenir porque ya conoce casos en los que la falta de carnet se ha vuelto una penuria más. “A mi vecino también se lo pidieron para ingresar al Domingo Luiciani”, confirma Carla, de 35 años de edad, otra caraqueña atraída por la “obligación y necesidad”, como ella misma comenta, hacia carnetización.
«Esta herramienta de ayuda social se ha pervertido al estar condicionando el recibir ciertos beneficios a la tenencia del carnet y al registro de este en el día de la votación»
Sin embargo, esta obligatoriedad no es lo que más preocupa a Juan Manuel Trak, sociólogo y coordinador de Investigación del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, sino el uso y exigencia a la hora de votar. “Un sistema de registro en el cual las personas vulnerables puedan anotarse para recibir algún beneficio social no es malo. En muchos países existen, en España hay un registro similar para pensionados. El carnet surge por esa necesidad de mayor eficiencia en la distribución de alimentos pero esta herramienta de ayuda social se ha pervertido al estar condicionando el recibir ciertos beneficios a la tenencia del carnet y al registro de este en el día de la votación”, explica.
Para Trak la finalidad de esta vinculación de la herramienta con el proceso electoral es controlar y condicionar el voto a favor del partido de Gobierno de quien recibe algún beneficio por el carnet. “Se está politizando el instrumento y se termina por anular de manera evidente la libertad del voto, porque la gente no puede expresar su verdadera escogencia sin que ello le traiga consecuencias alguna. Ya no es una elección libre y allí es donde el Gobierno ha logrado implementar este dispositivo y con él condicionar los votos. Esto lo vimos primero en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, en las regionales y más recientemente en las de alcaldes”.
El mecanismo que menciona el sociólogo es un nuevo procedimiento que se ha desplegado durante las jornadas electorales del 2017. En los llamados “puntos rojos” que se diponen en los alrededores y dentro de los centros de votación se escanea el código electrónico QR (código de respuesta rápida por sus iniciales en inglés) de cada persona para apuntar y verificar su participación en las elecciones mediante un registro paralelo al que lleva el Consejo Nacional Electoral.
En la práctica es tal la importancia que ha adquirido que en el oeste de Caracas el pasado 10 de diciembre, durante los comicios de alcaldes, las personas en espera para hacer esta lectura digital superaban a los votantes dentro de los centros. Esa plataforma de confirmación de voto incluso fue usada por presidente Maduro el mismo día de la elección para anunciar “sorpresas” a quienes fuesen a sufragar y chequearan su documento.
Expertos señalan que la fórmula de “control y dádivas” que ha masificado el uso del carnet también puede ser su debilidad
Pero esta fórmula de “control y dádivas” que ha masificado el uso del carnet también puede ser su debilidad. Trak relata que si todo el país saca el carnet de la patria va a ser imposible para el Gobierno saber quién votó en contra de él. “El tema de los mecanismos clientelares es tener segmentos de la población controlados en un intercambio de beneficios por votos, con la existencia de algún tipo de supervisión. Si se hace del carnet de la patria un mecanismo universal, no hay segmentación”, asegura el analista.
Por lo pronto, considera que esta credencial es una forma “más sofisticada de control clientelar pero mucho menos democrática” de lo que eran las misiones que, aunque también clientelares a su juicio, eran buscadas más por los incentivos que prometían que por consecuencias negativas o castigos que podrían significar el estar excluidos de ese sistema, como pasa ahora.
BENEFICIOS “VIRTUALES”
Aunque en un primer momento el anuncio de un bono navideño se hizo para beneficiar a todos los inscritos en el carnet que, a su vez, se registraran en el sistema web de la red de misiones, las condiciones para recibir este pago comenzaron a aumentar. Ahora, según los reportes oficiales tan solo cuatro de los 16 millones de inscritos recibirían la bonificación, mientras que las tickeras adicionales han sido repartidas discrecionalmente en jornadas previas a la elección de alcaldes, durante el mismo día de la votación en los puntos de escaneo del carnet y en días siguientes como “recompensa” para quienes votaron.
«El éxito de la masificación del carnet ha sido la desesperanza de la población que termina por adaptarse»
Así lo reportan usuarios del sistema. “Yo veo que esto se presta para las mismas irregularidades de siempre, con las elecciones y con el dinero”, comenta Scarlet Ventura, vocera de un consejo comunal que aún no ha sido partícipe de jornadas especiales de inscripción ni asignaciones de bonos.
Pero esos bonos de 500 mil bolívares poco harán para dinamizar el comercio decembrino o garantizar el mantenimiento de las tradiciones navideñas, como ha prometido el Gobierno. “El bono se puede ir en dos panes de jamón o en siete hallacas, es verdad que sirve como ayuda si te lo dan pero tampoco rinde para hacer algún regalo o estar cómodo”, afirma Julia Benítez, quien ya recibió su bono pero lo mantiene depositado en el banco pues espera viajar a Barlovento a visitar a su madre en fin de año.
«El bono se puede ir en dos panes de jamón o en siete hallacas»
A Julia el carnet se lo han pedido para retirar dinero del banco de Venezuela, como comprobante para poder depositar lo correspondiente a las últimas cajas Clap y para recibir el bono escolar de su hijo. “Lo que más espero es mi casa, yo he estado censada varias veces en la Misión vivienda así que espero que este carnet sí me consiga mi nueva casa”, revela Julia.
Aunque la gestión de esa asignación montería como la que ha recibido Julia por medio del carnet parece estar siendo efectiva, en términos económicos estos bonos se traducirían en más inflación y en dinero sin respaldo. Así lo explica el economista Daniel Lahoud quien compara esta distribución de dinero con los aumentos de salario.
“Cuando una persona recibe dinero por medio del carnet lo primero que hace es gastarlo, esa baja demanda de dinero es lo que crea la inflación. Pero lo difícil viene cuando se trata de convertir en efectivo, o cuando se quiere comprar algo, porque ese monto no se traduce en más empleos o producción por lo que no se podrá cambiar por un bien material que se quiera pues los precios no paran de subir”.
Para que se pudiese pagar el bono navideño a los 16 millones de inscritos en el carnet de la patria el Estado debería hacer uso de unos ocho billones de bolívares
Esta situación podría agravarse si se termina por convertir el carnet en una billetera virtual como se ha prometido, añade Lahoud, pues ese saldo monetario se manejaría por un sistema financiero independiente y no por medio de bancos, así que cambiarlo a bienes costaría más. “Su uso será virtual y su materialización complicada, y es que, al final, esas asignaciones gratuitas siempre van a ser falsas si en lugar de estar creando empleos como un beneficio real se regala plata sin más”, afirma Lahoud.
Para que se pudiese pagar el bono navideño a los 16 millones de inscritos en el carnet de la patria el Estado debería hacer uso de unos ocho billones de bolívares, cantidad que aún no garantizaría el máximo beneficio para los más necesitados de acuerdo a los especialistas. “El éxito de la masificación del carnet ha sido la desesperanza de la población que termina por adaptarse, eso y la paradoja del empeoramiento de las condiciones económicas que llevan a la gente a depender más de este tipo de herramientas, se tienen que adaptar si quieren sobrevivir. Pero tener a una población completa recibiendo dinero es complicado económicamente, tras un tiempo terminan siendo pequeñas dádivas inútiles que no benefician a nadie”, sentencia el sociólogo Juan Manuel Trak.