,

Crónicas bolivarianas: “Vámpiros”, vacas, burros, hienas y otros animalitos

Animalitos

No siempre en la fauna de la política tal clase de apelativos han resultado tan deletéreos para sus supuestos destinatarios


O.E.

Maduro llamó a Carlos Ortega “Vaca” (¿No hay espejos en Miraflores?) y a Antonio Ledezma “Vámpiro”, así, con acento en la “a”. Nada nuevo, bajo el Sol. Atribuirle a la gente las virtudes, pero sobre todo, ciertos defectos de los animales —o viceversa— constituye práctica milenaria de la cual no se han librado los políticos. Esopo, Samaniego, La Fontaine, Perraut, Monterroso, Kafka, por nombrar algunos fabulistas conspicuos.

Por mucho que haya engordado, “Vaca” no resulta necesariamente ofensivo para nadie. Es un animal muy venerado, fuente de alimento, símbolo de vida. Se sacrifica un toro, no a quien toma el lugar de nuestras propias madres a la hora del doloroso destete.

A menos que usted sea uno de los tantos idiotas que jura que Drácula es un personaje de la vida real, oriundo de Transilvania, es sabido que el “vámpiro” no les chupa sangre a los humanos. Para los seres pensantes, tal clase quiróptedos, son feos y misteriosos, pero relativamente inocuos. Otra cosa es para los cuadrúpedos, incluidos los asnos, sus presas favoritas.

No siempre en la fauna de la política tal clase de apelativos han resultado tan deletéreos para sus supuestos destinatarios. El “Gocho”, cerdo, según el DRAE, ayudó a CAP para erigirse presidente por segunda vez: “¡El Gocho pa’l 88”. Depuesto éste, el doctor Caldera se apropió para su beneficio de “El Chiripero” como despectivamente intentaron minimizar a sus partidarios.

Varias veces le he sugerido a Ledezma que le saque provecho a su supuesto parecido físico con el actor Al Lewis (El Abuelo-vampiro, en la serie de TV de Herman Monster). Quién sabe si Maduro resuella por la herida. “¡ Yo, soy como los vampiros/ que salgo al anochecer/ porque en la noche me inspiro/ y me llevo una mujer”. Excelente para una campaña presidencial, porque, además, es bailable.

Y para usted, señor Maduro, “La Hiena Cucuteña” como he oído que lo llaman algunos detractores. Con una buena partitura sería un jingle pegajoso para su muy hipotética reelección. Si me lo permite, le pongo la letra.