Las sanciones internacionales contra jerarcas del régimen han sido mucho más efectivas que una medida de embargo comercial al petróleo venezolano
Humberto González Briceño
En el contexto de un Estado fallido, como el venezolano, no hay la menor posibilidad de lograr un cambio político por la vía electoral. El régimen controla todos los hilos del poder que hacen imposible una elección transparente ni que exista un poder que trate de remediarlo. Convocar a elecciones manipuladas ya se hizo un hábito para el Gobierno y la MUD, ambos siguen propagando la ilusión de un cambio dentro del estado chavista como una manera de desmovilizar la protesta y cualquier intento de rebelión militar.
La protesta y cualquier intento de rebelión podrían en evidencia la dramática desproporción en la correlación de fuerzas entre el régimen y los ciudadanos. Mientras el Gobierno moviliza a los militares armados hasta los dientes del otro lado los enfrentan con piedras y escudos de madera. En esas condiciones no importa cuánto heroísmo se derroche nunca será posible poner al régimen a la defensiva.
Por eso hemos insistido en que la participación del factor militar es esencial para revertir la situación política en Venezuela. Sin embargo, estamos hablando de toda una estructura militar que ha sido corrompida en sus diferentes niveles y con diferentes modalidades. Esas tendencias militares que coexisten en el seno de las FANB de una u otra forma participan del reparto de las prebendas que hace el régimen para tenerlos a su lado. Es muy difícil esperar que de mantenerse esta situación los militares encuentren algún incentivo para rebelarse contra un gobierno que les ha hecho concesiones inimaginables.
Las sanciones económicas que los Estados Unidos, Canadá y la Comunidad Europea han aplicado contra operadores civiles y militares específicos del régimen buscan provocar una crisis política interna que lleve, eventualmente, a una fractura de la coalición gobernante. Estas sanciones se han concretado en la forma de bloqueo al acceso de cuentas en dólares y la prohibición de hacer transacciones bancarias internacionales lo que golpea directamente el corazón del implicado quien no podrá usar ese dinero para su beneficio o el de sus familiares.
Las sanciones internacionales contra jerarcas del régimen han sido mucho más efectivas que una medida de embargo comercial al petróleo venezolano. Se trata de la única medida que ha puesto al gobierno contra la pared. Tan es así que es el punto más importante en la agenda del gobierno en sus negociaciones con la MUD. El gobierno ha dicho con claridad que en esas negociaciones busca el levantamiento de las sanciones económicas que según ellos le impiden a Venezuela refinanciar su deuda o comprar alimentos y medicinas.
Resulta más condenable y perverso que sea la propia MUD quien se muestre dispuesta a mediar un alivio de las sanciones que le permitan al régimen mayor margen de maniobra. Julio Borges y otros voceros de la MUD no ocultan que estarían dispuestos a aprobarle al régimen nuevas operaciones de deuda en la Asamblea Nacional.
Lo que debería hacer la MUD y la Asamblea Nacional es pedirle a la comunidad internacional sanciones más severas contra la dictadura venezolana y sus operadores porque esto permitiría la fractura de su poder interno tan necesaria para su derrocamiento. Claro, debería ser así, si y sólo si la MUD estuviese negociando para deponer al régimen y no para lanzarle un salvavidas.
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