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Julián Rivas: ¡Venezuela sin billete!

bolivares billetes

Hay que producir, comida sobre todo. Desarrollar la industria manufacturera


Julián Rivas

En Venezuela hoy pudiéramos hablar de la vuelta de la burra de los Berrio. En efecto, hablamos de Antonio de Berrio, esposo de María de Oruña, sobrina de Jiménez Quesada, fundador d Bogotá quien heredó la fortuna y las voluntades de Felipe II para buscar el Dorado y crear un virreinato, en el año crucial, 1573. De allí viene parte de lo que hoy es Venezuela.

El primer Berrío, que había sido ayudante de Juan de Austria y gobernador de las Alpujarras, en Andalucía, mató los caballos que traía desde Bogotá al llegar a la desembocadura del Meta en el Orinoco. En Trinidad, por siempre provincia irredenta de Venezuela, los Berrio fundaron san José de Oruña, y abrieron un intento de virreinato que iba desde el Caribe al Orinoco. Los ingleses, holandés, y las burocracias de Caracas y Cumaná lo sabotearon. Vean que Walter Raleigh saqueó Trinidad y San Tome de Guayana.

Hace unos meses en mi pueblo, Irapa me alarmó un precio en el negocio de un asiático Un señor desconocido me dijo: Trinidad es el marcador de precios. Recordé dos cosas. Irapa se consolidó como pueblo con parte de la gran expedición perdida de familias ibéricas traídas por Berrio, y saboteadas por los ingleses). También recordé que Sir Ralph Abercrombie, marino y político inglés, se apoderó de la isla de Trinidad en 1797 para controlar el comercio del Caribe y las rutas marítimas del norte de Suramérica. Era el imperio inglés en acción. Imagine que en 1819 el hijo de un traficante de esclavos del Caribe, ingles por origen, Stanford Raffles, se apoderó de la isla de Singapur para controlar Yakarta y dominar islas, conquistar nuevas tierras y mares entre el Indico y el Pacífico. El comercio es la guerra.

Por eso les dijo que los ingleses, y sus descendientes gringos, con el apoyo de la oligarquía colombiana, quieren moler a Venezuela. Pendejo que fuéramos si aceptamos eso. Por eso reivindicamos a los patriotas del siglo diecinueve y a los fundadores de Venezuela.

En Lara me dijo un muchacho que regresaba de Colombia, adonde vendió maltas y otros productos menores. Es decir, es un bachaquero. Es curioso, hay gente que sale de Valencia, Barquisimeto, Acarigua y otros puntos de Venezuela a vender una docena de atún, otra docena de cajas de cigarrillos, champú, tintes de pelo, ¡en Cúcuta!

Por lo años de 1620 llegó a Barquisimeto el Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela, Francisco de la Hoz Berrio y Oruña, hijo de Antonio. Fundó los Humocaro, ruta hacia Carache. Qué bueno sería abrir una buena Carretera por la puerta de los andes hacia Carache. Empleo y turismo van de la mano. No que esos muchachos vayan a Cúcuta a vender maltas.

En Acarigua, fundada por Francisco de Berrio, los perros deambulan hambrientos por las calles. No hay quien genere un programa de atención a esos animalitos. El arroz y el maíz de la región en buena proporción lo bachaquean hacia Cúcuta.

Hay que producir, comida sobre todo. Desarrollar la industria manufacturera. Eso requiere cerrar esa frontera Occidental, para evitar esta sangría. Que el cuero de ganado no se vaya sin dejar ni el retorno de lo invertido por el Estado. El Estado abre vías, financia pastos, vacunas, y el contrabando hace fiesta. Hay que cerrar la frontera, y producir. ¡Que esto tendrá cierta dosis de proteccionismo, muy bien!

Aquí ya no se trata de sacar a relucir la cajita de inversión social, suerte de cortinita de humo, simulador de sensibilidad social. El reto es que el pueblo gobierne y garantice la producción. Repetimos, hay que producir, distribuir y controlar. ¿Cómo es posible que las fábricas de plástico no adviertan que el producto navega por los lados del Arauca y el Meta? ¡Vigilancia revolucionaria por Dios!

El pueblo está desconcertado con lo que ocurre. Debe vigilar. Una orientación revolucionaria, venezolanista es necesaria. ¿Cual frontera? Frente a nuestras narices, todos, tirios y troyano, juntos saquean al país. Cómo se explica que nuestros billetes se vayan a la frontera, me advierten. En La Bandera los recogen y nadie pone orden. Venezuela sin billete, están en Cúcuta. ¡Ay su madre!

Pocos detallan que cualquier billete nuestro, emitido por el Banco Central tiene impreso en letras pequeñas: “Pagaderos al portador en las oficinas del banco”. Eso no es papel toilet, que por cierto ahora los industriales inescrupuloso para venderlo más caro lo llaman “tissu”.

Por lo demás, la idea de la “inversión social” la utilizan los vivos para robar, y saquear la nación. El reto es producir, trasformar y dar valor agregado a los que tenemos. Venezuela tiene potencial, una verdad de Perogrullo, concluye un amigo revolucionario.

“A pesar de la amplia (y evidente) inversión social cuyo impacto en la mejora de la calidad de vida de los venezolanos fue evidente hace diez años, ahora notamos que muchos aprovecharon de manera escandalosa los beneficios del ingreso petrolero mediante la redistribución de ese ingreso. La vieja clase oligarca nacional, como la nueva (escondida o sumergida aún),el capital trasnacional ( General Motor, Ford, Procter and Gamble, Techint y Polar, entre otras, más la banca), las empresas de maletín que gustan de los dólares, y los sectores vampiros de la economía colombiana ,siguen sacando provecho”, alega el amigo.

Por lo demás, la redistribución se da por vía de salarios y precios, y aen este momento los vampiros sacan mayor provecho. A los trabajadores no puede llegarles un aumentico de salarios, algún bono, navideño, por ejemplo, para que aumenten los precios de bienes y servicios. Esto lo hemos advertido, recientemente con la fea con bolas en la presidencia de Consecomercio. Ya le llegó relevo y la fiesta chupasangre sirve, agrega.

Muchos observadores estiman que lo que ocurre en Venezuela ha sido programado. Se impulsó, como si fuera casual, como producto de la magia, o del castrocomunismo, un proceso de desmantelamiento de toda estructura productiva, de servicios del país. Ahora lesionando el tejido social en todo, institucional, económico, productivo y cultural.

Una burocracia prevaricadora no tuvo valor para frenar el perverso juego de las trasnacionales, los contrabandistas colombianos (oligarquía colombiana) para impulsar un modelo de extracción de recursos que tiene acogotada a la nación.

Por eso insistimos en que hay que cerrar la frontera. Por ahora no digo más. ¡Viva Venezuela, viva el pueblo!