Una avalancha ciudadana de votos no puede ser detenida ni escondida por el oficialismo madurista
Manuel Isidro Molina
Me refiero al poder de los vecinos, vecinas, estudiantes, docentes, trabajadoras y trabajadores, activos o jubilados; al verdadero poder del pueblo, que es indetenible cuando se rebela y manifiesta eficazmente su determinación de cambio. No ocurre solo en Venezuela o Latinoamérica; en cualquier parte del mundo, independientemente de las particulares historias y concepciones, cuando se hace insostenible el deterioro desgarrador causado por las crisis, hace eclosión. Unas veces, en forma violenta, que no deseamos ni compartimos; y otras, inteligentemente en paz, cívicamente, como hemos propuesto y defendido ante los fracasos de la polarización maniquea PSUV-MUD, cuyos decrecientes polos se aferran a sus pretensiones de control del poder, sin atender los verdaderos intereses populares y nacionales.
Este domingo 10 de diciembre, puede ocurrir que el abusivo gobierno de Nicolás Maduro, Érika Farías, Jorge Rodríguez, Freddy Bernal y el Psuv reciban una lección parecida a las que la mayoría de nuestro pueblo les dio al puntofijismo, aquel 6 de diciembre de 1998; o al madurismo, aquel más cercano 6 de diciembre de 2015.
Ese tipo de revolcones políticos no son para el sectarismo ni el aprovechamiento mezquino de grupos o tendencias, cuya característica principal es la falta de visión histórica, ciertamente podrida por la codicia y la traición a principios básicos de honestidad y responsabilidad social, mejor conocidas popularmente como “corrupción”.
Reitero mi respeto y solidaridad hacia quienes están pensando abstenerse de votar este 10-D. Lo hago sinceramente, sin manipulaciones, porque hay en Venezuela mil razones para no atender las ofertas engañosas del PSUV y la MUD, cuyo desempeño político –errático y corrupto- nos ha traído hasta estos grados de sufrimiento, frustración y desesperanza. Pero, con igual valoración, les pido reflexionar sobre la macro crisis, sus responsables y las posibilidades que podemos construir juntos hacia el futuro inmediato, superando las miserias de la absurda y destructiva polarización. En Venezuela, el voto es un derecho político principalísimo; y también, una responsabilidad ciudadana. No critico a quien deje de votar por alguna de esas mil razones, en esta profunda crisis de liderazgo; pero, pienso que vale la pena evaluar opciones y posibilidades que podemos estimular con nuestros votos, en un pronunciamiento colectivo firme, ejemplar.
La elección municipal es la más cercana a ciudadanas y ciudadanos, aquí y en el mundo entero. Es una oportunidad valorativa única del liderazgo político y social, sus planteamientos diversos y la calidad humana, ética y moral de los contrincantes. La señal mayoritaria puede ser conformista o de cambio, rutinaria o innovadora, reafirmadora de la crisis o decisivamente transformadora, reconstructora de los tejidos sociales, económicos y culturales. Ese ha sido nuestro llamado reflexivo, totalmente opuesto y distinto al mercadeo de la política (“marketing político”), que engaña y manipula con sus ofertas engañosas.
Participamos del duro esfuerzo de la Alianza Alternativa que venimos construyendo por la reconstrucción moral de la República, la recuperación del sentido ético de la política, el bienestar de nuestro pueblo y el rescate de la productividad económica, en un marco de garantía estratégica de la soberanía e independencia nacional.
Lejos de los dogmas neoliberales o estatistas, concentradores de la riqueza en pocas manos para el empobrecimiento de las mayorías, los candidatos y candidatas de Unidad Política Popular 89 (UPP 89), Marea Socialista, Movimiento Popular Alternativo e Iniciativa Venezuela 2020 –con muy escasos recursos- hemos dado el debate frente a las opciones polarizadas, corresponsables de la crisis. Hemos sido la diferencia, con contenidos y compromisos claros, que aspiramos reconozca y apoye la mayoría de electores y electoras en cada municipio.
De ser así, la unidad activa de la mayoría inconforme de nuestros compatriotas se expresará diáfana y decisivamente el 10-D. Respetamos democráticamente la decisión popular, aún estando conscientes de la naturaleza tramposa y sucia de estos comicios, impuestos bajo condiciones desiguales por predominio del abuso de poder, el peculado de uso y la corrupción que han acompañado descaradamente a candidatos y candidatas del PSUV y sus aliados.
Una avalancha ciudadana de votos no puede ser detenida ni escondida por el oficialismo madurista y su control perverso de los Poderes Públicos. Eso teme el gobierno, máximo responsable del caos económico, financiero y social que sufrimos, mientras la máquina de propaganda, engaño e irrespeto expele su basura manipuladora con recursos robados al pueblo y a la dignidad de la Patria.
Si la mayoría inconforme de venezolanas y venezolanos toma conciencia de su poder real e intrasmisible, la verdadera soberanía, pues Maduro y sus menguados candidatos tendrán un domingo como el que merecen por tanto robo y tanto descalabro moral, económico, financiero y social. El 10-D puede ser de derrota estratégica para el gobierno/PSUV, si la mayoría decide, como en su momento lo ha hecho tanto el 06.12.1998 como el 06.12.2015.
El despilfarro propagandístico no puede detener a la mayoría que quiere cambio para la reconstrucción ciudadana de Venezuela. Caracas puede ser, otra vez, el detonante que marque las decisiones históricas que tomaremos en 2018.