La camarilla gobernante ha perdido legitimidad en la población y sólo le queda la violencia, el fraude electoral, el férreo control, la intimidación y el uso instrumental de la mayoría de los poderes públicos y los recursos del Estado
Oscar Battaglini
Como ya lo hemos señalado, se trata de un evento al que el gobierno de Maduro-Padrino López ha sido arrastrado por la presión de la comunidad internacional. Esta es la primera cuestión que debemos tener en cuenta a la hora de evaluar dicho evento, de ahí que, cuando Maduro y la camarilla que lo secunda en el ejercicio del poder, afirman que él sentó a la oposición en la mesa de negociación de la República Dominicana, eso no pasa de ser una balandronada para darse ánimo en medio de la terrible crisis nacional de la cual ellos parecen ser los únicos que no están enterados (en principio por que no los afecta, y en segundo término, porque un pueblo hambriento se le puede manejar, como en Cuba con la libreta de racionamiento, o como actualmente ocurre en Venezuela, con un carné de la patria y una vergonzosa bolsa de comida) y del aislamiento internacional al que se ve sometido; lo que quiere decir que han sido él y su gobierno los factores políticos que se han visto forzados a sentarse en una mesa de negociación, bajo la observación y la intermediación de la comunidad internacional.
Eso explica, por una parte, que su gobierno haya acudido y se mantenga a regañadientes en esa mesa de negociación, y es así porque, necesariamente allí hay que poner en evidencia las causas de la pavorosa crisis social y económica que gravita sobre toda la población venezolana y que tiene en la inflación que nos ha empobrecido a todos, y en la ya crónica escasez de alimentos y medicinas sus más devastadoras consecuencias; males económicos y sociales que han hecho aparecer entre nosotros el fantasma del hambre que ya ha provocado la muerte de centenares de miles de venezolanos, sobre todo entre la población infantil de los sectores sociales más empobrecidos (ver “La malnutrición que mata en Venezuela” en www.mytimes.com). Se comprende perfectamente que el gobierno de la camarilla encabezada por Maduro-Padrino López, no quiere verse ante la obligación de tener que rendirse frente a las evidencias suministradas por los hechos que dejan sin efecto el subterfugio de la supuesta “guerra económica”, con el cual ha pretendido justificar y evadir la absoluta responsabilidad que le cabe por la tragedia que hoy afecta enteramente la vida de los venezolanos. Y, por otra parte, que por término medio el gobierno no esté dispuesto a hacer ninguna concesión política de las que por distintas vías (incluido el Vaticano) le han sido planteadas y/o exigidas, entre ellas: la reestructuración del CNE, a fin de convertir al órgano electoral en un poder equilibrado que garantice la realización libre y pulcra de las consultas electorales como corresponde en una sociedad democrática. La realización de las elecciones presidenciales del presente año, sin la inhabilitación política de algunos de los principales líderes de oposición; sin presos, perseguidos, ni exiliados políticos; sin partidos políticos inhabilitados y obligados perversamente a renovar su inscripción ante el CNE. La apertura de un canal humanitario que permita aliviar la gravísima situación por la que atraviesa el país.
Otra de las razones por las que la camarilla en el poder se muestra remisa ante toda forma de negociación política en el marco de la situación existente, es porque sabe que es ella la que, en definitiva, tendría que ceder para que se establezca un mínimo de normalidad político-institucional que abra caminos para la superación de la crisis. Sabe igualmente esta camarilla, que ha perdido el consenso y la legitimidad en el seno de los sectores mayoritarios de la población, de allí su convencimiento de que sólo de la violencia, el fraude electoral, el férreo control, la intimidación y el uso instrumental de la mayoría de los poderes públicos y los recursos del Estado, como ha venido ocurriendo hasta ahora, depende su permanencia en el poder. Esto es lo que verdadera y definitivamente ha impedido arribar a un acuerdo en las negociaciones.
Todo indica que desde un principio el gobierno se trazó como fin, frustrar o hacer fracasar cualquier fórmula de acuerdo político que lo desaloje del poder mediante la aplicación de los mecanismos institucionales previstos en la Constitución de la República. La exigencia del gobierno de que le reconozcan y le legalicen la constituyente fraudulenta, y que le quiten las sanciones que les han sido aplicadas por la comunidad internacional, es el pretexto que han asumido con ese propósito, por eso, sin desdeñar o dejar de lado lo que se viene haciendo en el ámbito político-institucional fuera y dentro del país, es preciso poner en práctica otros mecanismos políticos con base en la potencialidad contenida en los artículos constitucionales 333 y 350, dirigidos a impedir la perpetuación dictatorial de la camarilla civil-militar en el poder; es un elemental dictado de supervivencia que, en medio de la destrucción a la que ha sido sometido el país, apremia a la sociedad venezolana en su conjunto.