Con esos tramposos del PSUV y la MUD no había posibilidad alguna de alcanzar algún acuerdo honorable, pues de honor y responsabilidad muy poco saben
Manuel Isidro Molina
Lo que ocurrió en Santo Domingo entre las delegaciones del gobierno/PSUV y la oposición/MUD estaba cantado, siendo que un diálogo bipartidista es inviable, siempre destinado al fracaso, por la naturaleza y corresponsabilidades de los bandos protagonistas del peor descalabro nacional.
No importa cuánto digan Jorge Rodríguez y Julio Borges; tampoco, las buenas intenciones del presidente dominicano Danilo Medina o del ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero. No había posibilidad alguna, con esos tramposos, de alcanzar algún acuerdo honorable, pues de honor y responsabilidad muy poco saben y menos practican en los predios del PSUV y la MUD. Fueron a timar, que es lo que mejor hacen, y ocurrió el fracaso previsto: los interlocutores no son respetables ni confiables, como Venezuela entera lo sabe, pues ni los beneficiarios o partidarios de ambos bandos creen en sus representantes.
Como ha sido todos estos años, las víctimas son Venezuela, nuestro pueblo empobrecido y la ya desestructurada economía. La macro crisis moral, política, económica y social seguirá profundizándose, sin duda: todos los indicadores y previsiones especializadas así lo prevén, lamentablemente.
Venezuela –lo quiero reiterar hoy- es el país más saqueado y descapitalizado del mundo. Nos ha tocado sufrir las consecuencias de la irresponsabilidad política y las corruptelas sin fin del gobierno Chávez-Maduro, en nefasta continuidad; y del aventurerismo dependiente y también corrupto de los factores de poder opositores, quienes en conjunto nos “han dado hasta con el tobo”.
La pulverización del bolívar es un hecho protuberante, y la hiperinflación llegó para matarnos de hambre, empobrecernos y enfermarnos sin opciones, más allá de la triste sobrevivencia que enfrentamos. La actividad económica es inviable con los niveles de corrupción, especulación, atropellos autoritarios y descapitalización empresarial privada y pública: ¡Nunca, nuestra economía había estado tan desestructurada e incompetente! Somos el hazme-reír del mundo.
Políticamente, la única opción inmediata es derrotar electoralmente a Nicolás Maduro el 22 de abril próximo, independientemente de la imposición sesgada de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y las maniobras concertadas entre el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el gobierno/PSUV, con la venia del Tribunal Supremo de Justicia y el Poder Ciudadano. Sería el comienzo de una ardua etapa de reconstrucción moral, institucional, económica y social de Venezuela, conceptos y objetivos que poco o nada dicen al gobierno/PSUV y a la oposición/MUD, componente clave de la macro crisis.
Quienes esperan que “la salida” nos la facilite desde el exterior una invasión colombo-estadounidense, no solo son vendepatrias e insensatos, sino realmente enajenados. Igual ocurre con los partidarios de mayores extorsiones económicas y financieras contra Venezuela, por parte de Estados Unidos, la Unión Europea y las oligarquías latinoamericanas, que golpearán y asfixiarán más a los trabajadores y al pueblo llano, igual que a lo poco que queda de clase media, también empobrecida.
Estamos retados a trabajar aceleradamente por una política de unidad nacional para la reconstrucción integral de Venezuela, que impida el triunfo programado de Maduro & Co., el 22-A, abriendo paso a una candidatura presidencial que interprete el sentir nacional de cambio, muy por encima de las corruptelas, irresponsabilidades y traiciones del PSUV y la MUD.