Ya la gente no puede moverse por la falta de efectivo. Tras esto hay una gran mafia. Nadie hace grandes siembras de hierba mala, y va a comprar los insumos con tarjeta de crédito
Julián Rivas
Hace unas semanas en Irapa el Morocho de Fefona me contó que su padre, José Hidalgo, un día en el conuco lo llevó a ver la mata nueva de naranjas, cargada hasta mas no poder. “Mañana tumbamos esas naranjas. Al otro día se encontraron con una sorpresa. Estaban las naranjas pero los bachacos habían dejado peladita las ramas. Se habían bailado las hojas durante una noche. José, con su voz calmada, le hizo un comentario al Morocho: “Esos bachacos no se llevaron las naranjas porque no tenían sacos”,
Y en días recientes estaba en Acarigua. La gente humilde haciendo colas por cuatro reales en las puertas de los bancos. Los cajeros solamente sirven para consulta, como si fueran médicos. Como que tiene razón el amigo filosofo brujo: “El pueblo deambula por las calles hambreado, confundido, sin un liderazgo que lo oriente y lo conecte con un horizonte de sentido y lucha. Le robaron su único tesoro: la esperanza”.
El Banco de Venezuela del centro de Acarigua es un caos (Bueno, en todo el país las agencias tienen novedades. El denominador común es que llevan meses sin dar chequeras). Hay una panadería diagonal al banco. Esperaba a alguien. Me tocó entablar conversación con un señor que estaba justamente sentado donde podía recargar la batería del celular. “Yo le ayudo”, me dijo cuando tomo el cable para enchufarlo. ¿Es usted peruano? “Nooo, argentino, de Buenos Aires”. Ah futbolista, pensando que podía ser un importado del Portuguesa Futbol Club asentado desde los años 70 en ese rincón donde el llano se hace montañas. “Tampoco, vendo repuestos para maquinarias”.
Y hablamos de tractores. Por curiosidad le pregunté por un tractor que durante muchos años se vendieron en Venezuela, marca Same. “Se los llevaron los colombianos, todos”,
Mire mi amigo, a Venezuela entera no se la han llevado los colombianos porque no hay sacos para cargarla.
Señor Fiscal, póngase las pílas. Vea el caso del efectivo. Ponga orden, al menos en los terminales de pasajeros. Un amigo me da su reporte: “El Sector de Transporte se transformó en la aspiradora principal de recaudación y extracción de billetes, al ser el mayor receptor del mismo y no tener supervisión para realizar depósitos y ser de muy difícil seguimiento, ya que no factura”.
Luego este amigo, agrega: “Los venezolanos ya gastamos más del 80% del efectivo en transportarnos y llegamos a la calamidad de que el retiro diario permitido por la banca solo alcanza para pagar dos pasajes urbanos y no alcanza para un interurbano de cercanía (Caracas Los Teques). Retiro 5.000 y pasaje dentro de Caracas es de 2.000. Entre Caracas y Maracay un pasaje de transporte colectivo cuesta 25.000 Bs, lo que significan 5 días de retiro. Es decir, ya la gente no puede moverse por la falta de efectivo.
Señor Fiscal General de la República, tras estos negocios hay una gran mafia. ¿O es que usted no se ha enterado?. Por qué no ordena una investigación exhaustiva. El único alto funcionario que se le ocurrió dar un zarpazo a esta mafia (tarea que paró, no sabemos por qué) es el gobernador de Carabobo.
Este dinero termina en Colombia, para comprar combustible y precursores (no justamente de la independencia). Nadie hace grandes siembras de hierba mala, cientos de miles de hectáreas y va a comprar los insumos con tarjeta de crédito, suele advertir un amigo de Guayana .
Pero acaso es imposible que mediante jueces, policía y plan de machete se obligue a los transportistas de La Bandera a cobrar por puntos de venta? Sin diferencias de monto en relación al pago con efectivo.
En los tiempos modernos el único que aplica justica es el Estado. Con razón Jared Diamond advierte sobre la cleptocracia: “La última fórmula de los tecnócratas para conseguir el apoyo público es construir una ideología o religión que justifique la cleptocracia”.
En efecto, estamos ante una tragedia. Miles de personas deben caminar a diario porque no tienen efectivo.
Señor Fiscal, dos cosas. Joseph Roth, en su libro “La Filial del infierno en la tierra. Escritos de la emigración”, consideró que la tolerancia ante los nazis se debió en parte al snobismo wagneriano de Europa. Y Hitler lo sabía tanto que fingió adorar a Wagner.
Aquí Colombia nos lleva todo, mientras los venezolanos parecemos deleitados con el vallenato. Y la política exterior colombiana es profundamente antivenezolana. Levante la voz.
Carajo, emigración. Recordé un libro de Gallegos después que lo tumbaron, especie de diagnóstico para el buen gobierno, o que en cierto sentido era como su biografía. Lo publicó en México por 1952 01954, ya daré cuenta de eso. Y dicen que Gallegos se dejó tumbar por pendejo. Sostenía que en Venezuela no iba a pasar nada. Incluso, dice que era un lambucio que el día que lo tumbaron llamó a Palacio para preguntar por el menú del día. Aseguran algunos que un soldado tomó el teléfono y dijo: “Caldo de gallina”.
La historia enseña. La patria venezolana debe respetarse. Y su moneda es un símbolo. Viva el pueblo.