«Dolarizar la economía es un mecanismo eficaz para lograr la estabilidad cambiaria y parar de seco el proceso hiperinflacionario, que además permitiría la estabilización política y económica»
Enrique Meléndez
El economista Marcos Morales considera que una dolarización de la economía en Venezuela permitiría lograr el equilibrio monetario, así como la estabilidad y el equilibrio de los precios relativos en una forma eficaz, mientras las autoridades gubernamentales pueden concentrar sus acciones en la coordinación del resto de las políticas públicas: fiscal, arancelaria, tamaño del Estado, que logre rescatar la economía de su estado de postración.
“La estabilización política y económica del país requiere de un cambio radical en las instituciones, en sus políticas, que logren restablecer en lo inmediato un salario real mínimo que pueda garantizar los medios de vida y de salud de las familias venezolanas. De no lograrse ese cambio, solamente con la represión brutal de una tiranía insensible será posible lograr la paz y la aceptación pasiva de una dominación política contra natura”, afirma el también profesor Economía Internacional en la Escuela de Economía de la UCV, ex jefe de La Oficina Central de Presupuesto del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez (1988-1993).
«Para los industriales del país, les puede parecer un grillete muy pesado establecer los costos de producción en dólares americanos»
Algunos economistas han venido proponiendo una dolarización de la economía. ¿Qué piensa usted a ese respecto?
Cuando los países se ven acorralados en situaciones de penurias, de incertidumbre extrema, para garantizar los ingresos mínimos de sobrevivencia de su familia, en un entorno de precariedad institucional y de ausencia de credibilidad en el liderazgo político del país, surgen mecanismos exógenos que logran restablecer la confianza de los ciudadanos. Actualmente, bajo el supuesto de un cambio institucional pro mercado en Venezuela, bajo un gobierno de coalición amplio, por tanto, sujeto a la discrepancias y diferencias normales de este tipo de coaliciones, afloran argumentos favorables a la implantación de mecanismos exógenos extraordinarios eficaces, como la dolarización de la economía, que libera a las autoridades gubernamentales a destinar esfuerzos persuasivos y de reputación para lograr el equilibrio monetario, de la estabilidad de precios y del equilibrio de los precios relativos de una economía, mientras que pueden concentrar sus acciones en la coordinación del resto de políticas públicas coherentes: fiscal, arancelaria, tamaño del Estado, etc., que logre rescatar la economía de su estado de postración.
Esta semana en la revista Americas Quartely, publicación de la Americas Society/ Council of The Americas, aparece un artículo del economista Francisco Rodríguez, experto macroeconomista internacional, donde expone con mucha claridad por qué considera prudente, en el marco de un proceso de ajuste macroeconómico en Venezuela, adoptar la dolarización de la economía como un mecanismo eficaz para lograr la estabilidad cambiaria y parar de seco el proceso hiperinflacionario en Venezuela, sin dejar de analizar el resto de políticas que se requieren para lograr el crecimiento económico y el restablecimiento de las instituciones de mercado, así como de los programas de compensación social que hagan viable el resto de ajustes macroeconómicos.
«Hay que restablecer en lo inmediato un salario real mínimo que pueda garantizar los medios de vida de las familias venezolanas»
La dolarización de la economía no es un fenómeno nuevo en Latinoamérica, actualmente existen tres países con el dólar como moneda nacional: El Salvador, Ecuador, Panamá, aparte de Cuba, en el último caso, donde existen dos monedas de libre circulación, el peso cubano CUP, que se utiliza para el pago de los bienes de la libreta de racionamiento (similar a las bolsas clap venezolana) y otros servicios públicos, y el Peso Convertible CUC, equivalente a un dólar americano, que se utiliza para la compra de la mayor parte de los bienes básicos, que requiere una familia cubana, pero que son adquiridos en los mercados privados o mercados no subsidiados, legales o ilegales. También, en las islas de Aruba, Curazao y Bonaire se utiliza el dolár americano como medio de cambio legal.
Pero hay economistas que se oponen a este tipo de salidas, ya que la economía del país pasaría a depender de la economía de Estados Unidos. ¿Qué piensa usted?
Entre las limitaciones o defectos de la dolarización, los economistas opinan que se pierde la soberanía o la independencia de la política monetaria de un país, es decir, en el caso que existiesen autoridades monetarias independientes, no presionables, ni subordinados al poder central, pudieran establecer una política cambiaria apropiada, que ante choques externos exógenos puedan ajustar el tipo de cambio a los requerimientos de sostener el equilibrio externo de la economía, cuestión que se hace mucho más dificultoso bajo un régimen de dolarización, que es un mecanismo más rígido para lograr los tipos de cambio real apropiados. Los defensores de la dolarización señalan que el manejo discrecional de la emisión monetaria pudiera desembocar en experiencias ya superadas de altas inflaciones y de inestabilidad de precios, que es preferible sacrificar esa soberanía en pro de la estabilidad de precios.
Por otro lado, los críticos de la dolarización señalan que el gobierno pierde una fuente de ingresos fiscales, el señoriaje, los beneficios que obtiene el Fisco por la emisión de la nueva moneda nacional. Los defensores de la dolarización señalan que en muchos casos, la sed de señoriaje del gobierno puede propender al financiamiento monetario del déficit fiscal, al desbordamiento monetario, causa de los procesos inflacionarios típicos en Latinomérica.
«Los defensores de la dolarización señalan que el manejo discrecional de la emisión monetaria pudiera desembocar en experiencias ya superadas de altas inflaciones»
Para los industriales del país, les puede parecer un grillete muy pesado establecer los costos de producción en dólares americanos, ya que la productividad nacional está muy deteriorada con respecto a nuestros principales rivales. Uno de los costos más relevantes, son los costos laborales, no sólo por sus implicaciones directas, sino también por los costos de despidos (prestaciones sociales), y otros costos fiscales establecidos en diferentes leyes nacionales.
En lo que respecta a los costos laborales directos, Venezuela tiene unos costos laborales irrisorios, comparados con los países latinoamericanos, lo cual, de ocurrir una dolarización, dichos costos no repercutirían en la competitividad de la economía con respecto a nuestros socios comerciales. Hoy día, el costo mensual del salario mínimo, suponiendo un tipo de cambio de equilibrio de 70.000 bolívares, sería de 11 dólares mensuales; mientras que si se valora al tipo de cambio paralelo, el salario sería de menos de 4 dólares. Si comparamos a Venezuela con la economía menos productiva de la región latinoamericana, el caso de Haiti, el salario mínimo de dicho país es de 112 dólares, en Colombia 295 dólares. Si en Venezuela se aumentaran los salarios en dólares por 6, es decir, 500%, todavía tendríamos el salario mínimo más bajo de Latinoamérica, es decir, un salario que permitiría competir con el resto de socios comerciales sin mucha dificultad.
Pero para dar ese paso habría que llevar a cabo algunas reformas del Estado. ¿No le parece?
Por supuesto, que de dolarizarce la economía venezolana, habría que realizar los ajustes institucionales, los cambios legales de imposiciones irracionales que significan el exceso de cargas para fiscales vinculados a los salarios.
La estabilización política y económica del país requiere de un cambio radical en las instituciones, en sus políticas, que logren restablecer en lo inmediato un salario real mínimo que pueda garantizar los medios de vida y de salud de las familias venezolanas. De no lograrse ese cambio, solamente con la represión brutal de una tiranía insensible será posible lograr la paz y la aceptación pasiva de una dominación política contra natura. Que Dios nos ilumine. Tal como lo predica la Conferencia Episcopal Venezolana “¡Despierta y reacciona, es el momento!”