El Acuerdo de Palermo prevé sanciones e intervenciones si algún país se transforma en un peligro, por su actividad delictiva internacional
Juan José Monsant
Leo en los diarios que el periodista Walter Martínez en su conocido programa televisivo afirma que “lo que viene es guerra sin eufemismos… con la traición de algunos países suramerica-nos”. Yo igual lo creo, de hecho estimo que no será una guerra convencional ni siquiera asimétrica. Igualmente creo que la co-munidad internacional está en deuda con la realidad, con los textos y Tratados internacionales firmados; entre ellos, por Venezuela, la Venezuela de siempre y la del crimen organizado bajo la nomenclatura de Socialismo del Siglo XXI con sabor a babalao, que tiraniza su pueblo y disuelve el país.
Y está en deuda la comunidad internacional, porque la hora de reuniones, declaraciones, diálogos, recomendaciones, congela-ciones de bienes provenientes de delitos, sanciones monetarias y morales pasó hace ya algún tiempo. Es hora de la acción, es hora de erradicar a fondo el crimen organizado internacional instalado en Miraflores y Fuerte Tiuna que amenaza la región, no solo a Suramerica sino a Latinoamerica y el Caribe. Por supuesto ante la ilegitimidad del régimen y la nombrada Asamblea Nacional Constituyente, ante la crisis humanitaria que nos embarga, ante la disolución de un país que ni siquiera tiene signo monetario, ante la violación masiva de los derechos humanos, y la presencia de militantes cubanos de la dictadura de los Castro en todos los órganos de la República, no hay otra vía diferente a la creación de una Fuerza Multinacional de liberación que se haga presente en apoyo a la rebelión popular nacional, antes que perezca nues-tro pueblo y se extingan nuestras riquezas naturales.
LAS GUERRAS JUSTAS
Aparte de la Carta Democrática de la OEA, que es un instrumento más moral que efectivo, pero necesario, existe la Carta de las Naciones Unidas (improbable de aplicar por los intereses geopolíticos imperiales de Putin y los comerciales de China), y el Acuerdo de Palermo firmado por el mismísimo chávez y aprobado por la Asamblea del mismísimo chávez, que prevé sanciones e intervenciones si algún país se transforma en un peligro para la seguridad de la región, dada su actividad delictiva internacional, sea el narcotráfico, el tráfico de armas, de personas o el lavado de dinero.
De modo que, si existen la “guerras justas”, moralmente acepta-bles y necesarias, como cuando se conformó la alianza de las democracias occidentales contra el nazismo alemán y el fascis-mo italiano. Y antes, cuando se conformaron alianzas entre las casas reales de Europa frente el empuje arrollador musulmán en su afán de conquistar territorios e imponer una religión, una ma-nera de ser, una manera de pensar. Y si esos Tratados no fueren suficientes, sobrevive el derecho natural a la legítima defensa.
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