Nadie. Ni siquiera sus inexistentes amigos –amistad no es, asociarse para delinquir. Ni sus camarados. Ni sus hijos, nietos, narcosobrinos, narcoahijados, narcocompinches. Menos, aún, la “legal” ni sus segundos frentes, habidos y por haber ¡Qué fácil “chequera mata a galán!” cuando esta última la ponen los niños muertos de mengua en el Hospital J.M. de los Ríos o mal alimentados con CLAP, importados de México, no aptos para el consumo humano.
Proseguimos: Nadie, le ha visto hacer algún manuscrito ¿Autógrafos? ¡Imposible! ¿ Soflamas cuartelarias de su puño y letra? ¡Ni de vaina! Los esbirros del G2 cubano lo pusieron en guardia. 100 o 200 asesinatos en manifestación pacífica, revitalizan su narcotiranía. 1.999 millones en banco de Andorra, lo mismo. Una cómica gramatical en público, por el contrario, sería el acabóse de su supuesto carisma. Mejor alimentar fama de asesino, narcofelón, ladrón, traidor, ecocida, vende patria, torturador que corroborar, documentalmente, su redomada idiotez.
Su condición de analfabeta, moral y mental, queda ratificada por su anafilaxia a, lápices, bolígrafos, plumas fuentes, rolling balls, tizas, marcadores, máquinas de escribir, procesadores de palabras ¿Mensajería de textos? Solo mensajes de voz. De niño jamás pudo tomarle dictados a su maestra de escuela. Ni escribir alguna “chuleta” para ver si ¡ por fin! aprobaba Geografía de Colombia. De viejo, inexistentes de un todo, apuntes o notas, en deliberaciones, foros, asambleas.
Los papelitos de pasiones furtivas, enterrados, para siempre, después de aquel ridículo. “Mi amol, mi corasón heructa por ti”. Los recordatorios, escritos, peligrosísimos. “Aser mis necesarias, antes de biajar en mi hauto vlindado.” Preferible, en pleno vehículo, asustado, obedecer a los esfínteres.
La letra es reflejo del alma. Ni letra, ni alma, tienen ciertos canallas.
@omarestacio