Los indignos “Guaraguao”, con su silencio intencional, cobarde, cómplice y culpable participan del latrocinio y prefieren seguir engañando al pueblo
Brígido Marquina
Alí Primera no puede ser patrimonio cultural como cantautor, porque no escribió ninguna de esas canciones. Eso se llama estafa al Estado, que convirtió al «cantor» como materia obligatoria en escuelas y liceos.
Nadie le pone el cascabel al gato pese al delito. Es el latrocinio más grande de la poesía musical. Alí Primera y su esposa Sol Mussett me plagiaron ciento diez letras de canciones, por lo tanto él no es ningún «cantautor» de nada, no obstante a ellos si los invitan e idolatran y al verdadero autor lo enterraron en vida, como al «Héctor» de la película «Coco».
¿Sucedería esta impunidad en otro país? No puede «sonar Caracas» mientras se encubra la verdad histórica, porque sin verdad no hay hombre nuevo. Mis plagiarios deambulan en la grande, apoderados de mis derechos de autor, algunos viven en el imperio «rodilla en tierra» y el verdadero autor en la indigencia, excluido y «enterrado en vida», lo que ha llevado a algunos a escribir en las redes sociales que «Brígido Marquina es Coco en la vida real».
Los indignos Guaraguao, con su silencio intencional, cobarde, cómplice y culpable participan del latrocinio y prefieren seguir engañando al pueblo que quitarse ese escaparate moral que les mantiene la conciencia subyugada por la inmoralidad, pero pasan como «honorables» robolucionarios y así como ellos la coartada que encubre el latrocinio.
No puede sonar Caracas
si se premia a la mentira
porque a la verdad se ataca
si el mal contra ella conspira