, ,

EL 23 DE ENERO 1958: EL DERRUMBE DE UNA TIRANÍA

A Pérez Jiménez, lo sustituyó en el poder una Junta de Gobierno provisional que integró en su seno a militares y civiles, liberó a los presos políticos, permitió el regreso de los exiliados y convocó elecciones democráticas.

Ángel Bermúdez /BBC Mundo

El Douglas C-54 «Skymaster» levantó vuelo en torno a las 3 de la mañana del aeropuerto de la Carlota, ubicado en el corazón de Caracas. A bordo viajaban el general Marcos Pérez Jiménez, su familia y sus más cercanos colaboradores.

La aeronave tomó rumbo hacia República Dominicana. Pero este no era un viaje cualquiera. Era 23 de enero de 1958. Un día que quedaría registrado en la memoria de Venezuela.

Pérez Jiménez, quien había regido los destinos de Venezuela desde 1948, dejaba finalmente el poder y con ello terminaba su gobierno militar y se abrían las puertas para la más larga etapa democrática que ha tenido ese país.

Elecciones fraudulentas

Pérez Jiménez había llegado al poder en noviembre de 1948 como parte de una junta militar que derrocó al presidente civil Rómulo Gallegos.

En 1953, se convertiría en el hombre fuerte del país tras ser electo por una cuestionada Asamblea Constituyente. Su período estaba previsto que concluyera en 1958 pero, a finales de 1957, en lugar de una elección presidencial convocó un plebiscito sobre su continuidad y resultó reelecto en un proceso no reconocido por sus opositores.

«Para noviembre de 1957, la dictadura parecía consolidada sin remedio. Incapaz de ganar las elecciones, había desconocido los resultados cinco años antes y ahora apelaba a un subterfugio legal para evitarlas, sustituyéndolas con un plebiscito amañado», señaló el historiador venezolano Tomás Straka, en un discurso pronunciado ante la Asamblea Nacional el 24 de enero de 2017.

Sin embargo, de ese controvertido plebiscito surgirían gran parte de las fracturas que llevarían al final del régimen militar.

«Desde entonces, el gobierno, cuya legitimidad ya era cuestionada, se vio en mayores aprietos», explicó Sócrates Ramírez, profesor de Historia y Lenguajes Políticos Contemporáneos de la caraqueña Universidad Simón Bolívar a BBC Mundo.

El año en que Venezuela movilizó dos destructores para bloquear buques soviéticos y se opuso al comunismo y a la influencia de la URSS y Cuba

El 17 de diciembre de ese año, la Junta Patriótica, un órgano clandestino integrado por representantes de varios partidos de la oposición y que articulaba la resistencia al régimen, acusa a Pérez Jiménez de usurpación y unos días más tarde, hace un llamamiento a las Fuerzas Armadas para que cumplan su deber y velen por el acatamiento de la Constitución.

Su solicitud no cae en oídos sordos. El 1 de enero de 1958 se produce un alzamiento militar en contra de Pérez Jiménez que fracasa pero que deja en evidencia que el gobernante no cuenta con el apoyo monolítico de los militares.

La situación de inestabilidad política y las propias fracturas dentro del gobierno, pues no todos sus miembros estaban de acuerdo con la forma como Pérez Jiménez se reeligió, derivan en dos reorganizaciones del Ejecutivo, ocurridas entre el 10 y el 13 de enero.

Además, el descontento dentro de las Fuerzas Armadas también obliga a salir del gobierno y del país al ministro del Interior, Laureano Vallenilla Lanz, y al jefe de la policía política, Pedro Estrada.

En ese contexto, comienzan a circular manifiestos en contra del régimen procedentes de distintas organizaciones de la sociedad civil: movimientos estudiantiles, sindicatos así como muchas organizaciones gremiales y empresariales manifiestan su descontento, mientras los partidos clandestinos agitan las calles.

Entonces, la Junta Patriótica convocó para el 21 de enero una huelga general. Ese día, la jornada comenzó con un paro de la prensa y evolucionó en una protesta generalizada en numerosas ciudades del país.

Las multitudinarias manifestaciones derivaron en disturbios. Miles de personas salieron a las calles a protestar y el ministerio de Defensa emitió un comunicado advirtiendo que las tropas abrirían fuego en contra de cualquiera que atentara contra otras personas o bienes.

El gobierno decretó un toque de queda pero no logró aplacar al país.

La protesta civil pronto fue acompañada por un decisivo alzamiento militar el 22 de enero, con la sublevación de las bases navales de La Guaira y Puerto Cabello, gran parte de los cuarteles del interior del país e incluso un grupo de oficiales al mando de la Escuela Militar de Caracas. Un factor decisivo para que el gobernante decidiera abandona el poder.

«Aunque la organización partidista y la protesta popular fueron decisivas, su papel real fue el de apurar el quiebre de la lealtad de la Fuerza Armada hacia el dictador. Sólo cuando para él eso quedó revelado, huyó», apunta Ramírez, quien asegura que lo ocurrido «puso de manifiesto una máxima del cambio político: que la organización de los oprimidos debe estar dirigida a quebrar la lealtad de quienes sustentan el poder de los opresores».

Pero la intensa jornada dejaba no pocas secuelas.

«El fuego indiscriminado ha matado y herido a numerosas personas», escribió en su reseña de los sucesos el diario The New York Times, que entonces estimó el número de muertes ocurridas durante esos dos días en más de un centenar.

Una fecha fundacional

A Pérez Jiménez, lo sustituyó en el poder una Junta de Gobierno provisional que integró en su seno a militares y civiles, liberó a los presos políticos, permitió el regreso de los exiliados y convocó elecciones democráticas.

«El 23 de enero de 1958 ha quedado grabado en nuestra memoria política como el momento fundacional de la democracia venezolana«, señala Ramírez.

El experto indicó que la fecha también tiene gran importancia debido a que sobre los sucesos de aquella fecha «se ha construido el relato heroico de un pueblo capaz de derrocar a un mal gobierno, y eso ha quedado estampado como un símbolo en la subjetividad venezolana».

En su discurso ante la Asamblea Nacional (Parlamento), Straka se refirió al 23 de enero como «un triunfo colectivo», lo que desde su punto de vista constituye una lección fundamental para los venezolanos.

«Ahí estaban casi todos. Los comunistas, que tanta sangre derramaron en la Resistencia; la Iglesia y los sindicatos; los empresarios y los intelectuales; los socialcristianos y los militares», apuntó.

Celebración dividida

No todos los venezolanos coinciden en ver el 23 de enero de 1958 con la misma óptica.

Historiadores como Straka apuntan que «el espíritu del 23 de enero fue la cuna del espíritu de Punto Fijo», el acuerdo de gobernabilidad suscrito en 1958 entre los partidos políticos venezolanos AD, Copei y URD, que fue la base para la existencia de un sistema de democracia representativa que se mantuvo en pie hasta 1998.

Sin embargo, hay visiones muy críticas con lo que vino después de la caída de Pérez Jiménez.

Pese a haber sido una pieza fundamental en el combate al régimen de Pérez Jiménez, el Partido Comunista de Venezuela fue excluido del Pacto de Punto Fijo, al que desde entonces tacharon como un acuerdo de élites contrario a los intereses del pueblo.

Esa retórica se mantuvo durante décadas y fue heredada por el movimiento político liderado por el fallecido presidente Hugo Chávez, quien llegó a afirmar que el Pacto de Punto Fijo fue «la última dictadura» que hubo en Venezuela y quien durante sus primeros años de gobierno se mostró reacio a celebrar el 23 de enero.

En la acera contraria, la actual oposición venezolana no solamente ha seguido conmemorando el 23 de enero como una fecha patria sino que lo ha incorporado como parte de su discurso político en su enfrentamiento contra el chavismo, en el gobierno desde 1998.

En los últimos años, chavismo y oposición han reivindicado la fecha desde perspectivas diversas, algo que se sigue repitiendo, cuando cada grupo sale a celebrar una misma fiesta pero con discursos completamente antagónicos. 61 años más tarde, la celebración del 23 de enero de 1958 no parece dejar indiferentes a los venezolanos, aunque se movilicen por calles divididas.