La embajada Iraní en Caracas fue testigo del llanto y las amenazas de Cabello, Padrino y Carreño, prometiendo vengar la muerte del general Soleimani, el aliado más valioso del régimen, sino que lo diga Hezbollá, Hamas, y los pasaportes que caminan por el mundo
Juan José Monsant Aristimuño
La antigua Persia fue una de las civilizaciones más antiguas y avanzada de la humanidad, en aquellos curiosos siglos cuando se mezclaban babilonios con medos, persas, kurdos, helenos y hasta alguno que otros llegados de Mongolia y China. El imperio duró hasta que Alejandro Magno abatió los “ejércitos inmortales” de los reyes persas; luego fueron parte de los juegos geopolíticos helenos, romanos, mongoles y chinos, hasta que en el siglo VII, en el año 637 de nuestra era, los árabes musulmanes la conquistaron y se quedaron en Persia, conocida desde 1979 como República Islámica de Irán.
Lo demás es historia, desde el Ayatolah Jomeini llegado desde Inglaterra para crear un estado teocrático, hasta el presente con el Líder Supremo Alí Jamenei y su presidente Hasan Rouhani. En realidad, el Líder Supremo es el jefe del país, lo es de las Fuerzas Armadas, de la Inteligencia y seguridad del Estado y, de la temida Guardia de la Revolución Islámica, cuyo número dos, el comandante Qasem Soleimani, jefe de las Operaciones militares en el extranjero, fue dado de baja en territorio iraquí, dos días después del asalto a la embajada americana en Bagdad, desde un dron MQ-9 Reaper estadounidense.
En Irán impera la ley islámica (la sharía) una especie de código de conducta moral, aseo y social del dogma contenido en el Corán transmitido por Mahoma, que regulan lo que debe ser el comportamiento del musulmán. De eso se encarga la Guardia Revolucionaria. El problema se centra en la pretensión, desde 1979, de imponer sus normas al mundo que le rodea para protegerse de los “infieles” y demás desviaciones de Occidente (democracia, separación entre religión y estado, Derechos Humanos, separación de poderes…) Es decir, crear un cordón de seguridad, ingeniarse para tener aliados antioccidentales, aliados antiestadounidenses dispuestos a debilitar y hacerlos desaparecer.
De allí sus alianzas y apoyo a todos los grupos terroristas del Medio Oriente y más allá; su antisemitismo y odio a Israel, el único estado democrático del Medio Oriente; su alianza con la corporación delincuencial que tiraniza a Venezuela; el financiamiento a Pablo Iglesias, hoy vicepresidente del gobierno español.
El dron fue una acción preventiva, para evitar males mayores ya planificados, para evitar un Armagedón. Si usted no lo cree, baste ver el llanto y las amenazas de Diosdado Cabello, Padrino López y Pedro Carreño en la embajada Iraní en Caracas, prometiendo vengar la muerte del general Soleimani. Claro, si era el aliado más valioso del régimen, sino que lo diga Hezbollá, Hamas, y los pasaportes que caminan por el mundo.