¿Aceptar el protectorado y colaborar con los ocupantes, cohabitar hasta incorporarlos o resistir hasta lograr la expulsión del invasor, con la cooperación de los países aliados?
Juan José Monsant Aristimuño
OCUPACIÓN ACORDADA/Recorro con cierto desgano los pequeños y coloridos rectángulos que identifican la oferta audiovisual de Netflix. Me detengo en uno titulado “Occupied” (Ocupado) que resultó ser una miniserie de origen noruego, interpretada por actores que visualizan fielmente el temperamento tan particular que tenemos de los escandinavos. En ese momento Estados Unidos ha logrado la autosuficiencia energética, los países árabes sumergidos en guerras civiles, han detenido la producción de petróleo, Europa atraviesa una crisis de energía, y Noruega detiene la producción de petróleo por los devastadores efectos climáticos, al tiempo que anuncia la suspensión de la actividad petrolera para sustituirla por la industrialización del Thorium, un mineral blando generador de radioactividad limpia, capaz de suplir la totalidad de las necesidades energéticas propias y las europeas.
Así, como se imaginarán, comienza el desarrollo de la trama, con el factor económico de por medio.
Los rusos consideran invadir el Reino de Noruega porque tal decisión perjudica su economía. Pero lo realizan de una manera muy particular, con el fin de evitar una confrontación directa con la Unión Europea y, por extensión, con la OTAN, que incluye necesariamente a los Estados Unidos. De modo que perpetran el secuestro del Primer Ministro noruego (miembro del Partido Social Demócrata aliado con los Verdes) en una operación militar relámpago, lo montan en un helicóptero, lo llevan al medio de un bosque y lo ponen en contacto a través de una video conferencia con el Primer Ministro ruso, quien le indica que de no retirar la decisión anunciada, sus tropas invadirían el país en menos de 24 horas, bloquearía los puertos y sus letales Mig-29 bombardearían las fábricas y las edificaciones militares. Así que le propone una ocupación pacifica y mimetizada que garantice el control de la producción petrolera. En cuyo caso, la Embajadora de Rusia acreditada Noruega ejercería las funciones de vigilancia y control (una especie de Procónsul), a través de su participación en el Consejo de Ministros, y el Directorio de las empresas estatales, garantizándole al actual Primer Ministro el ejercicio formal del cargo.
Fue inevitable que, de alguna manera, me remontara a Venezuela, país ocupado militarmente por la República de Cuba, cuyo embajador Dagoberto Rodríguez Barrera fue designado el pasado martes 21 de enero, miembro del Consejo de Ministros, que preside Nicolás Maduro.
En la serie como en la vida real, los ciudadanos se dividieron; unos, que para evitar males mayores había que aceptar el protectorado y colaborar con los ocupantes, otros que era mejor cohabitar hasta incorporarlos y, unos menos, que había que resistir e irse a la clandestinidad, con los patriotas encubiertos dispuestos a ayudarlos en la lucha armada, hasta lograr la expulsión del invasor, y la cooperación de los países aliados. ¿usted que haría, amigo lector?