Hasta el presente, encabeza en una no fácil explicación, las encuestas internas de su partido. Se declara simpatizante del chavismo-madurismo, la ¿revolución? cubana y del sistema chino
Juan José Monsant Aristimuño
SIN CONTRADICCIONES/ El periodista estrella de CNN, ganador del premio Emmy, Anderson Cooper entrevistó a tres de los precandidatos presidenciales del Partido Demócrata, hoy amenazado por el fantasma de Bernie Sanders, quien, hasta el presente, encabeza en una no fácil explicación, las encuestas internas de su partido. No es para menos, se declara simpatizante del chavismo-madurismo, la ¿revolución? cubana, y del sistema chino. Yo lo observo como un desfasado temporal de la historia, sigue pensando bajo los parámetros y expectativas de los años cincuenta y sesenta. Se quedó en la rebeldía generacional de aquel entonces, donde los movimientos sociales conquistaban sueños de generosa convivencia, en medio de la bondad natural del hombre según Rousseau, la marihuana, el amor libre, la sencillez, y en hacer el amor y no la guerra.
Lo cierto es que Cooper entrevistó al exitoso exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg (2002-2013), empresario cuya fortuna personal se estima en unos 50 mil millones de dólares, y que compite por la candidatura presidencial demócrata. Siendo, quizá, el único demócrata capaz de ganarle la presidencia de los Estados Unidos al actual presidente Donald Trump.
En la entrevista estuvo suelto, seguro, con datos exactos y dispuesto a continuar la contienda hasta conseguir la nominación. En un momento dado, el entrevistador le plantea a Bloomberg la disyuntiva de tener que elegir entre la seguridad social y la economía. Y he aquí el problema, porque la propuesta está mal formulada. No existe contradicción entre lo social y el hecho económico. Por el contrario, la economía (asumiendo el estado de derecho democrático y, por supuesto, la libertad de mercado) se encuentra en función del bien general, del equilibro para mantener la razón de ser de esa libertad: la producción en manos privadas, la libre competencia, y el control sobre la formación de monopolios y carteles que desnaturalizan la esencia del postulado. Es decir, para que la economía de mercado funcione, debe haber inclusión del todo social en los beneficios de esa ley de la oferta y la demanda. El Estado solo debe llegar allí donde el individuo no puede hacerlo, es lo que se conoce como el carácter subsidiario del estado; por ello asume la defensa de la nación, la seguridad, la sanidad, la educación, el orden legal.
Esto es más que la economía en función del hombre, es la economía en función de la libertad. De lo contrario, como sucede en China y Viet Nam, por ejemplo, el ciudadano es sacrificado en función de índices económicos, tal como pudiera sucedernos en las democracias occidentales que comienzan a dar síntomas de cansancios y desviaciones.
jjmonsant@gmail.com