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ENTRE MAGNICIDIOS VIVIMOS

Hay gente seria que piensa que Chávez fue asesinado por un cáncer inoculado por el Departamento de Estado. Es una fantasía esa posibilidad, pues la ciencia aún no había llegado tan lejos

Luis Fuenmayor Toro

ENTRE MAGNICIDIOS VIVIMOS. A diferencia de Estados Unidos, donde los magnicidios exitosos o frustrados, han estado siempre presentes en su historia, Venezuela en general no ha sido un país con este tipo de conducta. Bolívar fue objeto de varios intentos de asesinato, durante la independencia, pero me refiero en este artículo a la ocurrencia de magnicidios luego de ser República de Venezuela. Magnicidio ha habido uno, que yo sepa, el de Delgado Chalbaud, Presidente en ese momento de la Junta de Gobierno que dirigía al país, luego del golpe incruento de 1948 contra Rómulo Gallegos. El otro, esta vez intento frustrado, aunque con consecuencias severas para el afectado, fue el hecho contra Rómulo Betancourt en su primera actuación como Presidente electo democráticamente.

No he hecho una investigación histórica sobre este tema, pues mi objetivo es mucho menos ambicioso en este escrito. Pretendo señalar que, a partir de la llegada de Chávez en 1999, los intentos de magnicidio, reales o ficticios, se hicieron frecuentes en la vida política del país. Chávez denunció unos cuantos y, de hecho, hay gente seria que piensa que fue asesinado por un cáncer inoculado por el Departamento de Estado. Sobre ello escribí en su momento para decir que había cánceres experimentales en animales de laboratorio que eran inoculables, pero que era una fantasía esa posibilidaden el caso del Comandante Presidente, pues la ciencia aún no había llegado tan lejos. Otro argumento fue que si esa posibilidad existía la hubieran aplicado con anterioridad a Kim Jong-un o a Fidel Castro o a Putin.

Además, yo tenía información certera del desarrollo del cáncer, que tuvo lamentablemente el presidente Chávez, sobre lo que también escribí en su momento. Pero volviendo al tema. Es en estos 21 años que más se ha hablado y denunciado planes magnicidas, e incluso se ha apresado y sometidos a juicio a los supuestos responsables de magnicidios frustrados. Es más, se ha dicho que los intentos no sólo han sido contra el Presidente, sino contra altos dirigentes de la “revolución”. En sus momentos también opiné al respecto, sin que la opinión dada fuera más que eso: una opinión basada en la información disponible, en su coherencia, en las pruebas y en el uso de la lógica en su análisis. Podía acertar o no en relación con la verdad.

No es primera vez que esa oposición miente, calumnia y manipula. Recuerdo el caso de los contenedores de la “ayuda humanitaria” incendiados por ellos mismos en la frontera”

Esa misma actitud he tenido con las cientos de acusaciones de la oposición extremista contra el régimen autoritario de Maduro. No las creo de entrada, sino que las someto al escrutinio de las pruebas, al examen de los hechos, a la coherencia del relato, a los testigos y al uso elemental del pensamiento lógico. En los recientes sucesos de Barquisimeto y la supuesta amenaza contra Guaidó por un sujeto armado, me pronuncié señalando que era un montaje. Eso que llaman ahora un falso positivo. Curiosamente, los mismos que han celebrado mis afirmaciones sobre magnicidios inexistentes en el pasado, se molestan cuando mi incredulidad afecta a quienes consideran sus líderes políticos impolutos. Es claro que la sobriedad en el análisis no está presente en quienes han tomado partido por alguno de los polarizados de estos 20 años.

Hay tres fotos, tomadas por el equipo de Guaidó, en las que se ve un sujeto “armado” apuntando hacia el grupo de personas donde estaba el Presidente de una de las dos asambleas nacionales actuales. La gente a su lado ni se inmutó con la presencia del sujeto, el propio Guaidó lo mira en la segunda de las fotos y luego lo ignora. Nadie lo enfrenta ni se quita de su camino. La seguridad de Guaidó ni se inmuta. Los asistentes siguen transitando al lado del sujeto, sin temor, sin mirarlo. Y una de las seguidoras de Guaidó le toma con su celular una foto a pocos metros, sin que el sujeto reaccione, ni se moleste, ni trate de arrebatarle el celular. No hubo prensa, no hubo videos de testigos casuales del hecho, pero si hubo la maquinaria para que la “noticia” apareciera en todas partes y el gobierno fuera de nuevo condenado.

Por último. En el análisis hay que preguntarse a quién beneficia y a quien perjudica el hecho ocurrido, de manera de hacerse una composición de lugar más objetiva. Indudablemente, el hecho beneficia a Guaidó y perjudica al gobierno y a quienes llevan adelante una política para resolver nacional y democráticamente la crisis existente. Se parece tanto el liderazgo opositor extremista y el gubernamental, que no es extraño que utilicen el mismo tipo de hechos, en este caso los intentos de magnicidio, para mover afectivamente a sus partidarios y respaldar sus posiciones extremas. No es primera vez que esa oposición miente, calumnia y manipula. Recuerdo el caso de los contenedores de la “ayuda humanitaria” incendiados por ellos mismos en la frontera, finalmente demostrado por periodistas extranjeros dándonos la razón a quienes ya habíamos concluido lo mismo.

¿Qué hay colectivos armados que hostigan a los manifestantes? Los hay y los hemos denunciado decenas de veces. ¿Qué hostigan a los diputados opositores? Sí. También lo hemos rechazado. ¿Qué se aparecieron en Barquisimeto? No nos extraña. ¿Pero que hubo un intento de asesinato de Guaidó? No. Todo indica que fue un montaje. Como no lo ha habido contra Maduro muchas de las veces que lo ha denunciado. Lamentablemente, la polarización y los sentimientos se han apoderado del raciocinio de los venezolanos. Y eso hace que quienes podamos ver las cosas más objetivamente, con menos visceralidad, sean quienes nos hemos enfrentado a los dos polos: al gobierno y a la oposición extremista.