“A los actores políticos hay que llamarles la atención, en el sentido de que en sus manos está buscarle solución a estos problemas, por la emergencia que requieren”, dice el abogado Alfredo Padilla, presidente de la Asociación de Trabajadores, Emprendedores y Microempresarios (Atraem)
Enrique Meléndez
Alfredo Padilla, presidente de la Asociación de Trabajadores, Emprendedores y Microempresarios (Atraem), llama la atención del hecho de que el panorama para el futuro inmediato del venezolano es de creciente pobreza y expansión del hambre, lo cual es muy inquietante, y eso tiene que ser muy bien tomado en cuenta por el gobierno; así como por Juan Guiadó y la Asamblea Nacional.
¿Cómo está la situación de las personas que se dedican a lo que se conoce como el día a día?
-La gente que vive del día a día es la que normalmente se considera el trabajador por cuenta propia o el trabajador de empresas particulares; pequeños negocios; porque se ganan su vida con esfuerzo propio, por libre iniciativa económica; que no es lo mismo el que trabaja para otro que tiene una dependencia salarial; así sea precaria, pero tiene un ingreso fijo; pequeño, por supuesto, como todos los salarios.
–El que vive del día a día no puede salir, por razón de la cuarentena, y entonces se suma a esa dificultad, que todos compartimos, que es el aislamiento, la caída de su actividad económica, que es lo que le garantiza el ingreso mínimo para comer. De modo que estamos ante una situación muy compleja, porque esta gente tiene que cuidarse, y la prolongación en el tiempo de la paralización de las actividades sin ningún tipo de protección o de apoyo por parte del Estado lo hace muy difícil.
Barberos también entran en este grupo, ¿no?
-Bueno, yo te puedo comentar que, quien funge de presidente de la asociación de trabajadores emprendedores y microempresarios, proviene del gremio de barberos y él me habla que muchos de ellos están ofreciendo sus servicios en la puerta de sus casas. Claro, le exigen al cliente que se ponga el tapaboca. Ellos también se lo ponen.
Algunos mototaxistas se han convertido en especies de mandaderos; en el sentido, de que van ahora al abasto o a la panadería, y compran los alimentos que necesita una persona de la tercera edad, de gente que vive sola, y no se puede desplazar. Entonces, de esta manera ellos se ganan la vida ante las presentes circunstancias.
–Por lo demás, hay mucha gente que ya estaba trabajando por su cuenta, aparte de su trabajo dependiente, esto para poder tener ingresos adicionales: profesores, enfermeros, médicos, en fin, gente que tiene una profesión, y que ha tenido que combinar su desempeño laboral con otro oficio, para poder tener un ingreso tolerable, digamos, en la crisis derivada de la situación hiperinflacionaria, que se ha venido confrontando.
-De manera que el cuadro es muy complicado, y tiende desde el punto de vista de los suministros a empeorar; porque yo creo que la crisis alimentaria en Venezuela es muy grande, de vieja data, y se va a empeorar con las últimas medidas.
¿Aproximadamente, cuántos venezolanos trabajan en estas condiciones?
-De acuerdo con las encuestas de Encovi, siempre se ha hablado de unos siete millones de venezolanos, pero la tendencia siempre es a subir. Porque negocios que eran formales, como salones de belleza, que tenían su servicio abierto al público, ahora funcionan del lado adentro de las casas, por el tema de los impuestos, por el tema de las inspecciones y de la dificultad de mantener un local arrendado, todo eso hace que se informalicen.
“Trabajadores informales se llevan la peor parte de la situación por motivos de la cuarentena nacional”
¿Cómo ha visto usted la regularización de los precios que acaba de decretar el gobierno?
-Lo primero que es rechazable es la ocupación de empresas por parte del gobierno. Porque eso ya está probado que no va a servir, sino para arruinar esas empresas. Eso ya lo vivimos con Aceite Diana, con Lácteos Los Andes, con Café Fama de América, con muchísimas empresas y muchísimas unidades productivas del campo: hatos y fincas; comenzando con La Isleña, que constituyó una empresa, que le brindaba apoyo a la iniciativa agropecuaria.
-Eso se transforma en un fracaso. Porque la empresa se coloca en manos de una gestión, que se agota pronto. Pero, además, fijar el precio en dólares, presionando a la baja por debajo de su costo;,lo que va a generar es que no va a haber reposición de mercancía y va a aumentar el bachaquerismo. Es decir, lo poco que se produzca o lo poco que se consiga es que se va a conseguir por la vía del mercado negro.
Precisamente, la dirigencia sindical a nivel de todo el país ha advertido que la ocupación de Polar, Coposa y Plumrose representa el anuncio por adelantado de la expropiación de estas empresas. ¿Está usted de acuerdo?
-A mí me parece que no es una medida temporal, aunque, fíjate, que la vigencia es por 180 días prorrogable, seis meses, y no dice que se va a limitar a las empresas que han sido tomadas, lo cual queda en manos discrecionales del gobierno cualquier otra decisión. Yo tengo la impresión de que se trata de una recaída en el control totalitario de la economía, dentro de la escasez o de las dificultades de producción agropecuaria con este tema de la ausencia de combustible.
-Todo presume un coctel muy malo, bastante negativo para el país, a propósito de este tema de la pandemia y, a la vez, la amenaza del hambre creciente; lo cual genera un estado de nerviosismo y de intranquilidad en la población; que debe ser muy tomado en cuenta por el gobierno.
Los empresarios que siguen vigentes en Venezuela, con Polar y otras empresas que siguen produciendo alimentos deben estimularlas, alentarlas. Eso es lo que debería hacer el Estado.
Lo que alega el gobierno es que está tratando de evitar la especulación, en ese sentido. ¿Qué piensa usted?
-Bueno, eso ha sido siempre una intención por parte del gobierno; ¡Aunque eso está en veremos!. Partiendo del hecho de que las cosas más caras que hay, son las cosas que no existen; es decir, a mayor escasez, mayor elevación del precio. Tú no puedes conseguir harina de maíz, y resulta que está encaletada en algún lugar oculto. Porque, si tú tienes el control de la distribución, también tienes el control de los depósitos; de las rutas donde van los productos.
-Todo eso se presta a manejos oscuros y eso, sencillamente, puede acelerar la escasez de muchos productos, de modo que lo escaso valdrá lo que la gente esté dispuesta a pagar dependiendo lo que el otro le pida.
¿Cómo, a su juicio, se ha desarrollado el proceso de dolarización que el gobierno terminó admitiendo?
-Bueno, ante la realidad, el voluntarismo, el que yo sí puedo, porque yo soy hijo de Bolívar y de Chávez y no sé cuánto. Bueno, esos son actos de rebeldía que chocan contra la realidad, de manera que la realidad es que el dólar fue desplazando al bolívar, las remesas, debido a la migración de muchos venezolanos, comenzaron a llegar a determinados hogares de los sectores populares; sectores medios. Las empresas empezaron a dar bonos en dólares; porque el bolívar no era suficiente para mantener al empleado interesado en seguir en la empresa, y el Estado a la larga tuvo que permitirlo.
-Aunque no hubo decisión formal ni tampoco operaciones bancarias, de manera que tú pudieras comprar, poseer efectivo, es decir, no ha habido una dolarización de derecho, sino de hecho, yo diría que una tolerancia ante las vicisitudes de esta realidad y, como toda tolerancia, el gobierno decide ahora aplicarla al control de precios. Por supuesto, el equivalente en bolívares es un realero; pero todas maneras el precio en dólares va a hacer deprimente la producción de aquellos productos, cuyos precios han sido fijados, arbitrariamente.
El gobierno decretó el aumento del salario mínimo en 400 mil bolívares, lo que representa dos dólares, de acuerdo al valor del tipo de cambio al día de hoy. ¿Qué opina al respecto?
-Son 400 mil bolívares, además de un bono 400 mil por el Carnet de la Patria, para el que lo recibe por esta vía. De modo que el salario mínimo queda como en unos 800 mil bolívares, y eso son casi unos cuatro dólares; pero con esa cantidad no se hace casi nada. No es suficiente para la compra de algunos alimentos necesarios.
-Así que el panorama es de creciente pobreza y expansión del hambre, lo cual es muy inquietante, y eso tiene que ser muy bien tomado en cuenta por el gobierno, así como por Juan Guiadó y la Asamblea Nacional. A los actores políticos hay que llamarles la atención, en el sentido de que en sus manos está buscarle solución a estos problemas, por la emergencia que requieren.
–No estamos hablando del tema político, de la legitimidad de uno u otro, sino la urgencia que tenemos los venezolanos; en el sentido de que los poderes públicos vean como asumen una agenda de emergencia, para ver como podemos tener una respuesta al tema de la gasolina por ejemplo; que lleguen alimentos con más facilidad del exterior hacia Venezuela, que lleguen los repuestos y equipos que se requieren, para que le pueda llegar la electricidad a algunas regiones, como el Táchira y el Zulia.
“No estamos hablando del tema político, de la legitimidad de uno u otro, sino la urgencia que tenemos los venezolanos”
En consecuencia, ¿usted es partidario se llegar a un pacto político por encima de las diferencias?
-Claro, sobre las diferencias. Yo no me refiero a algunos temas que están ahí pendientes, como el de las elecciones de la Asamblea Nacional, la elección presidencial. No, me refiero a una agenda paralela: la pandemia, la alimentación, la salud, la electricidad, el agua, el combustible, el gas. Varios temas concretos, que ameritan que las partes se sienten a buscarle soluciones, con el apoyo de todos los venezolanos representados en gremios sindicales y empresariales; asociaciones; colegios profesionales, universidades, academias. Hay que buscar, en ese sentido, una ruta, para la emergencia, que vive Venezuela.
-Yo creo que es muy importante el apoyo mutuo entre la empresa privada grande, mediana, pequeña, el emprendedor que se empeña con su propio esfuerzo; todo ese mundo de la iniciativa privada; más el mundo laboral organizado, en pro de la reconstrucción del país, lo cual impone una sintonía de todos sus componentes; equilibrios de fuerzas mirando las perspectivas futuras que se nos ofrecen, luego de esta pandemia del Covid-19.