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Contradicción: globalización y aislamiento #LetrasalMargén #GustavoLuisCarrera

Gustavo Luis Carrera

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            A  partir  de  la  mundialización  de  los  sistemas  económicos y de los intercambios informativos, la comunidad internacional  se ha convertido en lo que algunos ven como una aldea universal. Para otros, detrás de las apariencias, una diversidad social, étnica, religiosa y cultural se  impone  forzosamente.

Se  agrega,  de pronto, el aislamiento por la protección sanitaria a causa de la pandemia generalizada. Elementos evidentes de una contradicción. 

         OBLITERACIÓN DE FRONTERAS. En la  segunda  mitad del siglo XX, y sobre todo desde 1991, con la disolución  de  la Unión Soviética, se  fue  conformando un proceso  de vinculación  económica  e  informativa  que  se ha denominado globalización. De hecho, más allá de las demarcaciones  fronterizas de  los países, se  impuso una relación comercial, productiva y distribuidora mundial, así  como  un  intercambio  de informaciones y noticias, en la  dimensión  global  de  todo  el  mundo. En  sí,  grandes  corporaciones  capitalistas se extendieron  en  el  ámbito  absoluto  de  la  comunidad  internacional. No es solamente que hasta en la  China actual  se consuma Coca Cola y  existan  hamburguesas  Mc  Donald’s, es que regímenes  políticos  y  económicos  de  toda clase se unifican en materia comercial sin ambages  ni  reticencias. No  obstante,  esta  globalización  es siempre relativa: el desarrollo económico y cultural es tan disímil a nivel mundial que no es posible hablar de unidad.    

           AISLAMIENTO FORZOSO.  En  la  actualidad,  después  del aviso tardío emitido por  las  autoridades chinas,  ha  sido impuesto el  más  riguroso  aislamiento  a causa   de la pandemia  surgida  a  fines  de  2019 en China y  participada  mundialmente a comienzos de 2020.  El  coronavirus   ha   impulsado   una   política  aislacionista: el confinamiento de las personas,  de  las  colectividades,  de   los   países. Es  tal  el poder de este enclaustramiento que    ha   generado   una    verdadera    crisis    económica,    de    terribles    consecuencias  impredecibles   en   toda  su dimensión.   Así,   el   aislamiento  personal  se    ha   ampliado   al   aislamiento   colectivo,  constituyendo  una  sorpresiva   característica   de  los   tiempos actuales.   El  caso  de nuestro  país  es  peculiar: ya Venezuela era una nación aislada antes de la pandemia.  

            CONVIVENCIA  DE  PAUTAS  OPUESTAS.  En  el  terreno  de  los  hechos, las circunstancias exigen la coexistencia de una globalización de los intereses económicos y de los intercambios  informativos  con  los  requerimientos  segregacionistas  y  aislantes de un confinamiento  por razones sanitarias. Es evidente la  contradicción: un  mundo globalizado en lo material  y  en   el  curso  del  haber  noticioso, debe sentar la separación forzosa entre países,  destacando  el cierre  de  fronteras  y  la  negación del intercambio poblacional. Una dinámica en el juego inevitable de los opuestos. Seguramente un rasgo de mundialidad.     

           VÁLVULA: «La globalización es una forma de relacionamiento mundial, sobre todo manifiesta en la economía, el comercio y la información. De otra parte, la experiencia de la pandemia actual recomienda el aislamiento. En el futuro habrá una política planetaria de resguardo de las fronteras sanitarias y de apertura a la inevitable universalidad del progreso».                                                                                            (glcarrera@yahoo.com)

(Cumaná, 1933) es Doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre.