OPINIÓN/ El gobierno actual cívico militar o militar cívico es poderoso en lo que respecta a sostenerse en el poder. Negarlo, sería pensar con el deseo.
Jesús Silva R.
Este análisis no pretende juicio de mérito sobre si el presente de la nación es bueno o malo (eso es otro debate), si no de explicar objetivamente por qué no acontece un terremoto social como en otros países que enfrentan problemas económicos menos graves que el nuestro. De seguidas profundizo:
Las condiciones de Venezuela en 2020 hacen pensar que el estallido podría suceder en cualquier momento debido al alto costo de la vida, la inflación, los bajos sueldos, el deterioro de servicios públicos y la parálisis económica empeorada por la pandemia del Coronavirus. Cómo si fuera poco, al agregarse la falta de gasolina, el escenario se hace todavía más tortuoso.
Sin embargo un sistema de beneficios otorgados por el Estado ha impedido que suceda la explosión del pueblo, ya que a pesar de las dificultades que viven los sectores más humildes, parece que mucha gente se ha acostumbrado a «resolverse» con su caja CLAP, sus bonos de la patria, los subsidios a servicios que son casi gratis como agua, luz, teléfono, y la lista de ayudas gubernamentales continúa.
A lo anterior debe agregarse que los trabajadores del sector público tienen acceso a «auxilios» que van más allá del sueldo y son recompensados con una cuota de los productos que ellos mismos producen, por ejemplo, al que labora en el área de alimentos le dan su kilo de harina, arroz pasta en cantidad por encima de la caja CLAP. Al otro que está en la empresa de cemento, le dan su cuota de sacos, y así sucesivamente.
“Hay más probabilidades de invasión gringa que de estallido social dentro del país«
Sin duda lo ideal en una economía productiva sería recibir un buen salario, pero en ausencia de ello, se ha consolidado una nueva economía callejera de trueque y pago en especies. Es decir, que ahora lo atractivo de trabajar para el Estado es ganar acceso a un conjunto beneficios y oportunidades que son casi inaccesibles para quien no está dentro de la burocracia.
Es así como diferentes bloques de la sociedad están dedicados a resistir el día a día, cada uno resolviendo su supervivencia con lo que puede y con que le llega del gobierno. Si las mutitudes no se unen en una misma masa de gente para protestar y rebelarse, entonces la posibilidad del estallido social se aleja demasiado a pesar de la crisis económica de los últimos años.
Los barrios populares siempre han vivido con poco, de allí que puedan resistir mejor frente a las adversidades. Su consumo de proteína animal es más que discreto y su alimentación se basa principalmente en carbohidratos. Los sectores humildes son frecuentes usuarios del transporte público, con lo cual no les afecta la falta de combustible tanto como a quienes si tienen carro, etcétera.
Otra historia es la clase media venezolana, ciertamente una población cada vez menos numerosa. Allí si se sufre el drama del estatus socioeconómico perdido, las memorias del ayer, el pesar de los que antes tuvieron y ahora no tienen, sencillamente porque el estudio y el trabajo ya no son fuente de autosuficiencia económica en la patria; es decir, tener empleo y sueldo ya no significan poder adquisitivo.
Por esto el chófer del camión que vende bombona de gas o conduce cisterna de agua, el pimpinero de gasolina, el gruero que remolca y cobra por viaje, generan más dinero que un médico, un abogado o un profesor, etcétera. Dicho de otro modo, lo rentable ahora es el comercio informal (y a veces ilegal).
Pero la clase media no produce «Caracazos» como aquel de 1989. A sabiendas de eso las políticas públicas de ayuda social no priorizan a este sector social si no a las barriadas hiper pobladas, allí hay una extensa red de organizaciones como consejos comunales, comunas, jefes de comunidad, jefes de calle, jefe de CLAP, misiones, etcétera, que hacen de la clase popular una masa con actividad social permanente en interacción con autoridades e instituciones de gobierno y esto también desactiva el estallido social. La oposición denomina esto mecanismos de control social al estilo cubano.
Dicho esto, hay más probabilidades de invasión gringa que de estallido social dentro del país, pero el tema de la «amenaza imperialista» será para futuros análisis. Por ahora, «quédate en casa» es el llamado general, aunque cumplirlo 100% está sujeto a si desde casa llenas tu nevera. No todos tenemos la misma capacidad para ello.
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