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CESARISMO DEMOCRÁTICO #Análisis Juan José Monsant

El término cesarismo indica aquel gobierno centralizado en la figura de un líder militar que ejerce el poder para garantizar la paz, progreso y seguridad de su pueblo, a lo menos es su excusa.

Juan José Monsant Aristimuño

Se deriva del Emperador romano Julio Cesar y conlleva el culto a la personalidad, que deriva en despotismo y desprecio por las normas por él mismo impuestas. Culto a la personalidad en nuestra América, solo unos pocos, Perón, Pérez Jiménez en menor grado, y definitivamente Fidel, Chávez, Daniel Ortega, Cristina Kirchner, Correa y Evo. 

De la Independencia de los EE.UU. y de la Revolución francesa, se derivó el concepto de soberanía popular, esto es, que la soberanía no reside en el Monarca, sino en el pueblo, quien delega su ejercicio administrativo, por razones practicas, en un gobierno elegido por el elector. Esta evolución histórica desde de los jueces del Antiguo Testamento, pasando por reyes, emperadores y presidentes ha conllevado el principio de los “limites del poder”, para evitar el despotismo, la tiranía o el populismo, todas desviaciones inherentes a la naturaleza humana. Es lo que los norteamericanos han conceptualizado como el “Checks and Balances”, que los ha llevado, hasta ahora, en ser la democracia más libre y auténtica con el mayor resultado en libertad, prosperidad y respeto para su pueblo.

Y nos atrevemos a decir hasta ahora, porque observamos con  preocupación, una reiterada tendencia presidencial en despreciar, ignorar y desacreditar ese “Checks and Balances”, que ha depositado  su confianza en un sistema sujeto a leyes justas, oportunas y respetuosas. Muy lejos de lo que  denominamos “repúblicas bananeras”, sujetas más a la voluntad del gobernante de turno, que a las instituciones republicanas pautadas en sus constituciones.

Ese “cesarismo democrático” como lo denominare el abogado venezolano Laureano Vallenilla Lanz, con el fin de legitimar y justificar la dictadura de Juan Vicente Gómez, hace descansar en un “gendarme necesario” la felicidad de su pueblo; manteniendo la formalidad de los poderes públicos, pero sometidos al ejercicio unipersonal del poder, con la excusa de educar y mantener el orden necesario para la seguridad y progreso nacional.

Es cierto que las democracias representativas están rezagadas en la evolución acelerada del actual mundo, y necesita reformulaciones; pero así como hay que reforzar los limites del poder, los estamentos políticos, económicos y culturales tradicionales deben dejar a un lado la comodidad del pasado, los prejuicios y mezquindades  para comprender, aceptar y ceder el paso a lo nuevo, sin renunciar a la alerta del cesarismo que pudiere presentarse en este choque histórico, sea en El Salvador, Estados Unidos o España. No menciono a Venezuela, porque esto es un cartel internacional del crimen organizado, que debemos destruir.

                                                      jjmonsant@gmail.com

EL AUTOR es abogado egresado de la Universidad Central de Venezuela, especializado en asuntos y relaciones internacionales. Exembajador de Venezuela en El Salvador.