Muy pocas cosas causan sorpresa en el país. Entre nosotros ocurre lo posible y lo imposible. La picaresca política venezolana con sus insólitas actuaciones mantiene anestesiado el país. Nada nos conmueve. Al gobierno nacional lo acompaña no solo la diosa fortuna sino la buena suerte. Hasta lo que ex profeso hace mal le resulta bien.
Absalón Méndez Cegarra I Trashumantes la política
La pandemia se ha convertido en vil juguete de unos y otros. Con la pandemia se justifican acuerdos gobierno-oposición, entrada de dinero, actos de mayor corrupción, privación de libertad de la población en general y una manipulación increíble, difícil de explicar. Primero, se manda a la gente a la calle por unos días y, luego, se le recoge, nuevamente, y se le priva de todo tipo de movilización, arresto domiciliario, sin explicación alguna y sin causa que lo justifique, pues, de la pandemia, en realidad, se sabe poco, unos dicen una cosa y los demás dicen otra, esto incluye a científicos, investigadores, empíricos y neófitos.
Todo es confusión. Pareciera que se le dice a la gente vaya a la calle y se contagia y, luego, se encierra en su casa a madurar el contagio; pero, eso, sí, no se le ocurra pedir asistencia médica, porque no hay. Tremenda lucha contra la pandemia. Flexibilización llama el gobierno a la posibilidad que tiene la gente de salir a la calle a buscar que comer o a ganarse el pan de cada día. Esta flexibilización, así como la restricción, es selectiva. Solo cuando interesa por algún asunto en particular. En algunos sectores de la población, convenientemente pensados, no hay prohibición alguna de salir a la calle, guardar la distancia social y aplicar medidas de prevención. La flexibilización es una variable de algún hecho concomitante. Ocurre, por ejemplo, cuando hay gasolina o el gobierno decide regar migajas de pan entre los pobladores.
Pero, cuando va a ser de las suyas decreta el arresto domiciliario, para que nadie esté en la calle, nadie proteste, nadie se reúna. Silencio total. En la oscuridad de la noche se arman todas las trampas. Los trashumantes de la política están como “caimán en boca de caño” dispuestos a sacrificarse por el bienestar del país y recibir a cambio una buena tajada, según sea el sacrificio.
La “mesita” de diálogo es la caldera del diablo. Integrada por lo más siniestro de la política venezolana, por personajes que han engañado al pueblo que un día les dio su confianza y creyó en ellos. La “mesita” reúne a diputados, ex-gobernadores, ex candidatos presidenciales, secretarios generales de organizaciones políticas, ex altos funcionarios gubernamentales, etc, no tienen reparo alguno para prestarse a cumplir los hechos más abominables, el dinero, ciertamente, no tiene ideología. La “mesita”, por lo restrictivo de su conformación, es el laboratorio del mal, deberían bautizarla con la expresión cabal de la falsedad y cinismo político en Venezuela: Francisco Arias Cárdenas. Sería un merecido homenaje al hombre que inmortalizó la gallina como símbolo de campaña electoral.
«La “mesita” de diálogo es la caldera del diablo. Integrada por lo más siniestro de la política venezolana, por personajes que han engañado al pueblo que un día les dio su confianza y creyó en ellos»
En la “mesita”, hasta ahora, se ha fabricado acuerdos de diálogo, reuniones confidenciales, el asalto a la AN mediante la compra de un grupo de diputados venales, la omisión legislativa, la solicitud ante el TSJ de designación de los rectores del CNE y la selección de los mismos, la defenestración de las organizaciones políticas y la entrega a supuestos militantes previamente seleccionados, en cumplimiento de órdenes superiores, los acuerdos gobierno-oposición para supuestamente luchar contra la pandemia, la preparación vía rápida de elecciones legislativas, con campaña electoral en cautiverio, por lo que no importa sí la gente va o no a votar, ya el resultado está cantado de antemano.
Mañana, seguramente, saldrá la lista de candidatos. Con algunos premios a la fidelidad y consecuencia con la “revolución”. La Integración del nuevo-viejo CNE es para coger palco, como se dice coloquialmente. Ninguna sorpresa. Lo único que llama la atención, aunque ni tanto, es la llegada al CNE de un grupo de figuras que habían logrado notoriedad curiosamente por sus críticas al gobierno de Maduro y de Chávez. Pero, ahora, sabemos que esa criticidad era una falsa postura. Elementos distractores. Sumamente favorables a las querencias gubernamentales. Buenos peones. Mandaderos bien mandados y bien pagados. Los trashumantes de la política de siempre.
Tanta tinta regada inútilmente como formadores de opinión, con análisis enjundiosos de la situación política y social de Venezuela, para terminar postrados de rodillas, tendiendo la alfombra, justificando lo injustificable, haciendo el papel que en el pasado reciente cuestionaron a otros. Prontos los veremos danzando en la corrupción, comprando máquinas electorales para organizar el proceso electoral más seguro del mundo y anunciando resultados electorales irreversibles.