Si hubiera existido el Estado de Bienestar no hubiéramos tenido un Chávez, un Maduro, ni la narcotiranía castro-comunista. Ellos son la consecuencia del populismo de la partidocracia.
Jesús Antonio Petit Da Costa
Europa estaba en ruinas al terminar la Segunda Guerra Mundial en 1945. Por el contrario, Venezuela estaba en proceso de crecimiento económico y de transición a la democracia. Entonces Europa Occidental implantó el Estado de Bienestar como alternativa al comunismo soviético, convirtiéndose en la vacuna más eficaz para impedir su propagación en un medio propicio por la pobreza general y en el remedio más efectivo para la cura de la Europa Oriental, incluyendo a Rusia, cuyos regímenes comunistas cayeron, por efecto reflejo, sin disparar un tiro 45 años después.
Venezuela tomó otro camino que la ha conducido al desastre. Aquel año hubo una rebelión cívico-militar que, en lugar de construir el Estado de Bienestar, contando con la creciente renta petrolera como base financiera, se emborrachó de populismo, esa demagogia barata que sólo persigue ganar el voto de los necesitados. Allí arrancó la partidocracia. Y desde entonces el populismo fue la perdición de Venezuela, de su pueblo y de su democracia como la que tuvimos desde 1958-1999. Todos los políticos y todos los partidos terminaron siendo populistas. Todos se dedicaron a comprar votos con dádivas que no resolvían el problema estructural de la sociedad. Era una forma encubierta de la compra de votos llamándola “programas sociales”, que no resolvían nada pero ataban al receptor a votar por el dador.
«Chávez elevó el populismo a la enésima potencia con las “misiones”, que son los programas chavistas para comprar descaradamente el voto de los pobres»
Hasta que vino la crisis financiera de los 90. Y entonces se hizo evidente la insuficiencia de las medidas populistas, poniendo al pueblo contra el sistema. Fue lo que trajo a Chávez y el castro-comunismo, quien aprovechó el hábito malsano creado por los partidos en los pobres, de vivir de las limosnas que les dan los gobiernos. Chávez elevó el populismo a la enésima potencia con las “misiones”, que son los programas chavistas para comprar descaradamente el voto de los pobres. Chávez y después Maduro mataron a la partidocracia con una sobredosis del populismo que ella venía aplicándole al pueblo. Si hubiera existido el Estado de Bienestar no hubiéramos tenido un Chávez, un Maduro, ni la narcotiranía castro-comunista. Ellos son la consecuencia del populismo de la partidocracia.
Cuando la democracia pereció en Venezuela se elevó triunfante en Europa contra el comunismo. La victoria de allá y la derrota de aquí tiene su explicación fundamental en que Europa construyó el Estado de Bienestar, sus pueblos lo vivieron y se beneficiaron, en cambio Venezuela enfermó de partidocracia que terminó siendo el negocio de los politiqueros.
Aprendida la lección, debemos seguir el ejemplo de Europa Occidental y, en consecuencia, construir nuestro Estado de Bienestar, asimilando la experiencia de Alemania, Francia, Italia, Austria, España, Portugal, Grecia, Holanda, etc., adaptándola a la etapa de la revolución tecnológica y del conocimiento que ha comenzado.
petitdacosta@gmail.com 23-07-20