“En el mundo entero las dictaduras, que han caído, han hecho procesos electorales, no sin dejar de valerse de trampas. Porque se sirven de ventajismos en el marco de estos procesos o sin respetar las normas de las competencias leales”, dice Fernández
Enrique Meléndez
El exdiputado Pedro Pablo Fernández, dirigente nacional del partido Copei, asegura que hay un grupo grande de personas, donde está incluido su padre, Eduardo Fernández, que están aupando la posibilidad de participar en el próximo evento electoral, pautado para el próximo 6 de diciembre, con una tarjeta única, con la cual se pueda enfrentar al gobierno.
“Nosotros no podemos participar con tarjetas oficializadas, pertenecientes a organizaciones que forman parte de un ecosistema, que ha montado el gobierno para las elecciones: partidos judicializados; sobre todo, los que están en la Mesita de la Casa Amarilla”, precisa el también director de Ifedec.
¿Está Eduardo Fernández auspiciando y financiando la organización política regional Progreso, con miras a participar en el próximo proceso electoral?
-Los que estamos intentando un grupo muy grande de gente; donde está incluido Eduardo Fernández, es tratar de tener una tarjeta única; con la cual nosotros podamos enfrentar al gobierno con éxito; tomando en cuenta que todos tenemos que salir de este gobierno, sobre todo, porque ha sido un desastre para Venezuela; provocando una debacle económica, con consecuencias sociales terribles,
-La pregunta es: cómo salimos de este gobierno. Hay mucha gente que apuesta a que haya un golpe de Estado, a que haya una invasión extranjera. A nosotros nos preocupa eso, desde que se comenzó a plantear el tema de la abstención. Porque es muy poco probable que esas cosas ocurran; incluso, si ocurrieran, sería muy trágico para el país.
-En el mundo entero las dictaduras, que han caído, han hecho procesos electorales, no sin dejar de valerse de trampas. Porque se sirven de ventajismos en el marco de estos procesos o sin respetar las normas de las competencias leales, y en aquellos países donde se ha logrado salir con éxito de las dictaduras, se ha participado en las elecciones; pues cuando uno participa, se contribuye a movilizar a la gente; construyendo, en ese sentido, una organización, un mensaje. Uno activa a la sociedad que se opone al gobierno.
-Cuando uno se abstiene, la sociedad democrática se desactiva; por lo que se hace mucho más difícil salir del gobierno. Ahora, nosotros no podemos llevarlo a cabo con tarjetas oficializadas, pertenecientes a organizaciones que forman parte de un ecosistema, que ha montado el gobierno para las elecciones: partidos judicializados, sobre todo, los que están en la Mesita de la Casa Amarilla que, francamente, siento que no son representantes de la oposición; integrados por los llamados diputados CLAP.
-Cómo se derrota al gobierno: con una tarjeta única, que no es la de un partido, sino que es el símbolo de una unidad; que integra a todos los opositores. Esa tarjeta tiene que presentarse fuera del ecosistema del gobierno; para que pueda motivar a ese 80% de gente que quiere participar y quiere derrotar al gobierno. De modo que el esfuerzo que estamos haciendo por construir una tarjeta única, alrededor de la cual podamos montar una plataforma muy amplia de candidatos representativos, y que esos candidatos con esa tarjeta puedan motivar a ese 80%, que quiere cambio, a salir masivamente a votar; ese día de las elecciones puede terminar generando el quiebre de la coalición dominante que hoy está en el poder.
«Cuando nos quedamos en nuestras casas, el gobierno está cómodo. Cuando participamos masivamente e invitamos a la gente a la lucha democrática, pegamos al gobierno contra la pared»
¿Desde el 2004 no se viene ensayando esa opción, quedando, a ese respecto, la duda con motivo de los resultados del referéndum revocatorio que se intentó contra Hugo Chávez?
-La estrategia de la tarjeta única solamente se aplicó en el 2015, con un éxito espectacular. Que después la Asamblea Nacional, que se eligió en la oportunidad, no sirvió para nada; creo que en una buena medida es culpa de un gobierno autoritario y en alguna buena medida de parte de algunos diputados también que, creo, que no actuaron como debieron. Pero cuando uno va a derrotar a una dictadura, democráticamente, tiene que saber que no la va a derrotar de una vez. Tiene que ser una vez y dos veces y tres veces.
-Porque la dictadura cae, cuando la coalición dominante se quiebra. Entiendo por coalición dominante, el hecho de que en una democracia tú, simplemente, vas a un proceso electoral y la mayoría del pueblo vota por un determinado candidato; de modo que ese candidato ganó. En una dictadura no es así. Porque las dictaduras se valen de muchas mañas, de muchos manejos que obstruyen la participación libre de los ciudadanos en las elecciones.
-Por ejemplo, Fernando Henrique Cardoso en Brasil dijo: vamos a participar en un proceso electoral, convocado por una dictadura militar, y ganaron una elección y ganaron otra y ganaron otra; que el régimen siempre desconocía; pero a la tercera vez que ganaron, empezó la coalición dominante a admitir que ese régimen no podía sostenerse más, y abrieron paso para la democracia.
-Lo mismo ocurrió en Chile: cuando Augusto Pinochet llama al plebiscito, al final, lo pierde y su intención era desconocerlo; sólo que la coalición dominante de generales, que respaldaba a Pinochet, no estuvo dispuesta a apoyarlo, en ese sentido, de acuerdo a la voluntad expresada en las urnas electorales: la activación electoral genera rupturas en la coalición dominante; la abstención no genera nada. Simplemente, mantiene el estatus quo de las cosas.
-Por eso es para nosotros tan importante una participación masiva de la gente. Si ese 80% inunda los centros de votación masivamente, no hay forma de que el régimen pueda desconocer eso, y si el régimen lo hace corre el riesgo de que alguien en la coalición dominante diga: el costo de desconocer una manifestación como ésta es demasiado grande; por lo que hay posibilidad de quebrar esa coalición dominante. Lo que no hacemos nada es absteniéndonos.
–Esta elección del próximo 6 de diciembre es muy difícil. La gente no quiere votar; lo cual es comprensible: la ciudadanía está desanimada. Abriga desesperanza en este momento. Pero si nos quedamos en la casa, no generamos nada. Si nosotros logramos con una tarjeta única; que simbolice unidad; si todos los partidos políticos se desprenden de sus intereses personales, y colocamos los intereses del país por encima con una sola tarjeta, y buscamos en cada rincón de Venezuela los más representativos candidatos de la gente, nosotros podemos generar un gran movimiento en estas elecciones, que lleve un gran río de electores a inundar los centros de votación, y con ello nosotros podemos quebrar la coalición dominante, y ese es el esfuerzo que estamos haciendo.
-No fundar un partido; es construir una tarjeta que puede ser ésta, que estamos promoviendo, del movimiento Unión para el Progreso; puede ser la de la Fuerza del Cambio, que constituye una tarjeta de un partido vinculado con Henrique Capriles; bueno, puede ser cualquiera. No importa, lo que nosotros le planteamos a toda la sociedad democrática es una sola tarjeta; alrededor de la cual podamos postular los mejores candidatos del país, sin importar si son militantes partidistas o no, y presentarle a los venezolanos la opción de que salgamos todos a repudiar el gobierno en una manifestación cívica masiva.
“Si ese 80% inunda los centros de votación masivamente, no hay forma de que el régimen pueda desconocer eso”
El problema es que se ve que el régimen de Nicolás Maduro a través de estos procesos, no persigue sino su relegitimación; visto que se trata de unas elecciones que han sido convocadas por un órgano ilegítimo; nombrado por otro órgano ilegítimo. ¿No le parece?
-El gobierno nunca va a ganar legitimidad, si hace un proceso electoral amañado, fraudulento y con el montón de arbitrariedades que hace. ¡Nunca! Por el contrario, pierde legitimidad si todos participamos y lo obligamos a hacer fraude. Esta es la experiencia mundial. No estoy hablando por Venezuela. Estoy hablando por la experiencia de otros países.
-En Perú convocó Fujimori unas elecciones, y donde su régimen llevó a cabo una cantidad de trampas; porque la oposición participó, es decir, no se quedó en su casa; pues si se hubiera quedado en su casa, no se pone en evidencia nada. La gente participó: Fujimori intentó hacer un fraude, y no se legitimó. Por el contrario, perdió legitimidad; porque la gente participó y demostró que era una mayoría; que quería salir de Fujimori.
-Lo mismo ocurrió ahora en Bolivia. Allí la gente participó en las elecciones contra Evo Morales, y esa elección no legitimó a Evo Morales. Todo lo contrario, se deslegitimó porque la oposición participó. Si la oposición participa en Venezuela, que es más del 80%; el gobierno se deslegitima; no se legitima. Ocurre, exactamente, lo contrario: en el 2018 la gente no votó. Ganó la abstención: ¿eso deslegitimó a Nicolás Maduro? No lo deslegitimó. Lo hubiera deslegitimado mucho más, si la oposición hubiera encontrado un solo candidato, contando con el respaldo de todos; de modo que hubiera sacado el 80%.
-El régimen, probablemente, hubiera hecho trampas: a lo mejor. Pero se hubiera puesto en evidencia, y se hubiera deslegitimado más, de lo que se deslegitimó, si la gente hubiera participado. Porque, al fin de cuentas, en el 2018, ¿quién ganó esa elección? La ganó Maduro, y llevó el poquito de gente que lo respalda; que vota porque obtiene una caja CLAP o porque trabaja con el gobierno, y no votó más nadie. Eso no deslegitima; está demostrado que la abstención en el mundo entero no lo logra; como se demostró en el 2005; cuando la oposición no participó, y no deslegitimó nada: la AN, que se eligió en su momento, duró el período completo.
Pero al día siguiente de los comicios de mayo de 2018 el principal candidato, que era Henry Falcón, denunció una serie de fraudes. Es posible que haya ganado. ¿Qué piensa usted?
-Yo creo que no ganó. Henry Falcón está consciente que no ganó, sino que no votó nadie de la oposición. Votó muy poca gente; pues no fuimos capaces de convencerla de que saliera a votar; aparte de toda la campaña que se hizo contra Falcón, que fue muy grande. Pero es que tampoco Falcón era el candidato de la oposición. La oposición tuvo que haber buscado un candidato de consenso; de modo que animara a ese 80%, que no participó. Pero en el 2018 perdimos esa elección.
-Ahora bien, lo que denunció Falcón fueron todas las arbitrariedades del gobierno; a propósito de los compromisos que había asumido el gobierno, y que tenía cumplir; entre otras cosas, a no poner los puntos rojos y a no utilizar todas las maniobras de que se vale, y, en ese sentido, no lo hizo. Porque este es un gobierno tramposo. Cómo se combate en el mundo entero gobiernos tramposos; dictaduras como ésta; cuando la población vota masivamente.
-Así sucedió en Perú: el gobierno pretendió desconocer: el gobierno pretendió desconocer el triunfo de la oposición en las elecciones y no pudo. Así ocurrió ahora en Bolivia: la oposición salió masivamente a votar, y Evo Morales no pudo materializar el fraude. Te repito: cuando tú montas procesos electorales en un momento en que un gobierno tiene en contra un 84%, en términos de opinión pública, como ocurre ahora en Venezuela, por ejemplo, y no se había visto nunca, no tiene manera de ganar y salir legitimado.
-Y si la gana porque, evidentemente, utilizó cualquier gran cantidad de maniobras, se deslegitima más, y está demostrado en la historia de todos los países, que han luchado contra dictaduras, se deslegitima más el gobierno; cuando la oposición vota masivamente; porque lo obligamos a hacer trampas. De modo que si nosotros hoy; toda la oposición presenta una tarjeta única con los mejores candidatos, el gobierno suspende las elecciones, y las pasa para el año que viene con el argumento del coronavirus.
-Hay que forzar al gobierno, hay que pegarlo contra la pared. Cuando nos quedamos en nuestras casas, el gobierno está cómodo. Cuando participamos masivamente e invitamos a la gente a la lucha democrática, pegamos al gobierno contra la pared. Al gobierno hay que pegarlo contra la pared.
«La abstención no deslegitima, está demostrado en el mundo entero, como se demostró en el año 2005; cuando la oposición no participó, y no deslegitimó nada»
Pero está visto que los procesos electorales, que han dado lugar a transiciones como, por ejemplo, en Chile; no se debe sino a la presión internacional, tanto más cuando Vladimir Padrino López ha dicho que la oposición jamás volverá al poder en este país. ¿O no?
-Si en Chile la oposición no hubiera participado en el plebiscito, los militares no se hubieran pronunciado jamás; que no se pronunciaron nunca. Fueron los amigos de Augusto Pinochet que, en privado, le dijeron a éste; que ellos no iban a aceptar el desconocimiento de los resultados. Todo esto sucedió a lo interno del entorno de Pinochet, y él solito salió reconocer el resultado; sin que nadie públicamente lo cuestionara.
-Todos sabemos, y la historia así lo ha registrado que fue su entorno el que le dijo que no iba desconocer el resultado electoral. Pero lo hicieron porque la gente participó. ¿Qué hubiera pasado en Chile, si la oposición hubiera jugado a la abstención? Pinochet hubiera seguido.
-Ahora, por qué Padrino López da la declaración, esa que le oímos: porque el gobierno necesita fomentar la abstención. Yo que soy elector de la oposición lo entiendo. Padrino López ofrece esas declaraciones; porque no quiere que yo vote y todos los de la oposición. ¿Qué tenemos que hacer nosotros: complacerlo o retarlo? Bueno, usted dice que no va a entregar el poder; vamos a salir diez millones de venezolanos a votar contra el gobierno. Ustedes lo que tienen son dos millones de votos. Diez contra dos: desconozca el resultado señor Padrino.
Pero es que también, si nosotros observamos lo que han sido los procesos de democratización en el mundo entero, notamos que a través de elecciones se han producido involuciones; siendo los casos más patéticos Venezuela, Nicaragua y Rusia. ¿Está de acuerdo?
-Eso es así, hay una tendencia en el mundo de regresión de todos los logros democráticos que ha habido. ¿Cómo se combate eso? Es la pregunta que tenemos que hacernos nosotros en Venezuela. ¿Quedarnos en nuestras casas, como hicimos en el 2018? ¿Cuáles fueron los resultados de ese proceso? ¿Quedó deslegitimado el gobierno de Nicolás Maduro?
-Es que tenemos que evaluar los resultados; cuál ha sido el efecto que han tenido, como sucedió en el 2005 y en 2018; quedándonos en nuestras casas. No deslegitimas nada; que era lo que se perseguía.
Bueno, la Asamblea Nacional Constituyente, que se convocó, precisamente, para anular una Asamblea Nacional considerada en desacato, y en cuya elección nadie participó, no logró tal objetivo. ¿O no?
-Sí, esa ANC quedó deslegitimada, y Maduro quedó deslegitimado desde el 2018, y el gobierno está deslegitimado; porque se trata de un gobierno dictatorial; que hace elecciones fraudulentas y con ventajismos y con puntos rojos y con carnet de la patria, y con amenazas a los trabajadores de la administración pública. Por eso se deslegitima. Ahora, se deslegitima más y se reta a la coalición dominante a que te acometa el fraude; lo que a la larga, como está comprobado, terminan quebrando a la coalición dominante; lo cual no lo logras, si no participas en el proceso electoral.
-Ese es el punto. Evaluemos cuáles son las alternativas, que tenemos: nos quedamos en la casa. ¿Qué ganamos con eso? ¿Qué ganamos con decir que Maduro no se legitimó en el 2018, porque la gente no fue a votar? Sigue gobernando Maduro y sigue sometiendo al país a un hambre espantosa. La prioridad para el mundo político hoy es ver cómo cambiamos a un gobierno que tiene el 96% con un ingreso por debajo del nivel de pobreza, de acuerdo al estudio de Encovi que hacen las Universidades Católica, Central de Venezuela y Simón Bolívar. 80% de la población en situación de pobreza crítica. 650 mil niños menores de cinco años que muestran signos de desnutrición severa.
-Es por eso que nosotros tenemos que cambiar este gobierno, y cambiamos este gobierno cuando nos activamos; cuando defendemos la democracia; pero nunca lo vamos a hacer quedándonos en nuestras casas. Antes bien, dejando los intereses grupales de lado, y presentando una sola tarjeta. No es un partido más, como lo ha venido sosteniendo Eduardo Fernández, incluso, desde que llegó el chavismo.
Pedro Pablo Fernández Reyna es abogado, profesor universitario y dirigente político. Ha sido concejal y diputado y actualmente es el director general del Centro Internacional de Formación Arístides Calvani IFEDEC, que preside su padre, Eduardo Fernández Jiménez.