Alguien o algunos deben aprovechar estas circunstancias favorables y asumir el liderazgo de la insurgencia. Es el momento. Tienen prioridad los radicales con credibilidad y apoyo popular.
Jesús Antonio Petit Da Costa
Veamos donde estamos. Comencemos por el principio, porque en política la credibilidad se basa en la coherencia y en la firmeza.
El 10-01-19 la AN declaró vacante la Presidencia de la República por falta absoluta de presidente electo para el período 2019-2025. Y, en consecuencia, quedó investido automáticamente como Encargado de la Presidencia de la República el Presidente de la Asamblea Nacional, ciudadano Juan Guaidó, porque así lo dispone el artículo 233 de la Constitución. Su mandato termina cuando tome posesión el titular del cargo que debe ser electo en una elección universal, directa y secreta dentro de los 30 días consecutivos siguientes.
El mismo día el presidente saliente, Nicolás Maduro Moros, dio un Golpe de Estado (autogolpe), con apoyo de la FANB y del CNE, por el cual desconoció la decisión de la AN y, en consecuencia, procedió a usurpar el cargo por 6 años más.
Desde hace 19 meses estamos en esta situación. No tenemos presidente electo para el período que vence el 2025, porque no se ha celebrado la elección presidencial que debió celebrarse hace 18 meses. Tenemos, en cambio, un Encargado de la Presidencia de la República sin poder real y un usurpador del cargo que lo ejerce de facto por el apoyo de la FANB.
Para resolver esta situación en su favor el usurpador Maduro ha resuelto convocar la elección de una nueva AN que deberá efectuarse este año. La finalidad de esta elección es aprovechar la coyuntura constitucional para que, con la complicidad de los traidores colaboracionistas de la MUD-G4 y ultra-colaboracionistas de la Mesita, la AN reconozca y juramente a Maduro como presidente electo para el período 2019-2025, poniéndole cese a Guaidó como Encargado y fin a la ilusión de cambio politico.
Estando clara la maniobra de Maduro, le tocaba a Guaidó el contra-ataque consciente de que sólo hay dos vías para la victoria:
1.- Dar el contragolpe constitucional previsto y ordenado por la Constitución en el artículo 333, con la finalidad de restablecer su vigencia efectiva con el cese de la usurpación y así cumplir con el mandato del Art. 233 de celebrar, bajo un gobierno de transición imparcial, la elección libre del Presidente de la República para el período en curso.
Si escogía esta vía el Encargado Juan Guaidó tenía que organizar y movilizar, con la mayor celeridad, al pueblo como Ejército Civil siguiendo el ejemplo de la resistencia francesa de los años 40, fundamental en la liberación de Francia, y de la resistencia venezolana de los años 50, decisiva en la rebelión cívico-militar que culminó el 23-01-58. Aquélla con armas y ésta sin armas, ambas victoriosas.
2.- Proponerle a Estados Unidos el Plan Venezuela, un tratado de defensa mutua fundado en la conversión de Venezuela en base de operaciones contra Estados Unidos por una coalición criminal internacional integrada por los deudos del comunismo soviético (Cuba, Rusia, China, Foro de Sao Paulo), el terrorismo islámico (Irán, Hezbolá, Hamas) y el narcoterrorismo (FARC-ELN).
Lamentablemente Guaidó no ha tomado ninguna de las dos vías. Nos lleva directo a la derrota, lo cual debemos impedir cuando la victoria está al alcance de la mano por estas dos circunstancias: 1) Más del 80% de los venezolanos quiere un cambio urgente (salir de Maduro ya); y, 2) La comunidad internacional ha cercado a Maduro y su narcotiranía. Estas dos circunstancias no se habían dado nunca antes en la historia de Venezuela.
Alguien o algunos deben aprovechar estas circunstancias favorables y asumir el liderazgo de la insurgencia. Es el momento. Tienen prioridad los radicales con credibilidad y apoyo popular.
petitdacosta@gmail.com 16-07-20