Si se compara la crisis general por la que desde hace un tiempo ya, atraviesa la sociedad venezolana, con una enfermedad, podría afirmarse con toda seguridad que esta ha pasado ya del estado agudo (grave pero de corta duración y curable) al estado crónico (más grave aún; que viene de tiempo atrás y que -por lo tanto- está muy arraigada, lo que hace de ella una enfermedad de larga duración, habitual e incurable mientras el chavezmadurismo permanezca en el poder). Habría que ser ciego para no ver que el foco infeccioso está en Miraflores.
La demostración más palpable de esta afirmación categórica radica, por un lado, en el hecho de que el régimen chávezmadurista permitió con su accionar irresponsable que la presente crisis llegara a los extremos señalados sin que hiciera absolutamente nada realmente efectivo para impedirlo; y, por otro, porque carece de las políticas, de los planes y los recursos financieros (dilapidados a manos llenas) y humanos (la incompetencia ha sido más que demostrada; nada se resuelve con colocar un militar aquí y otro allá, sólo porque ellos le garantizan su permanencia en el poder, es decir, a costa de la eficiencia y el buen desempeño), que permitan la superación satisfactoria de la complejidad que hoy reviste dicha crisis, situación a la que, por lo demás, el chávezmadurismo condujo al país. Y, sobre todo porque se trata de una crisis total que nos ofrece la imagen de un país en el que nada o casi nada ha permanecido en pie, por efecto de la acción destructiva y perturbadora del régimen autoritario. Veamos esta situación fundamentalmente en sus expresiones económicas, sociales y político-institucionales actuales:
- Situación económica
Probablemente este sea el ámbito de la sociedad venezolana donde se han producido y dejado sentir los mayores y más desastrosos efectos de la gestión gubernamental chávezmadurista. Son diversos los indicadores que confirman esta apreciación: 1- el hecho de que este régimen político no ha promovido ningún cambio significativo y progresista en la estructura económica nacional, sino que se ha dedicado en las (más de) dos décadas que tienen en el poder, a cabalgar la artificialidad y el parasitismo económico generados por el rentismo petrolero (ahora minero), todo ello con el deliberado propósito de financiar el clientelismo del neopopulismo militarista y la apropiación delictiva de los dineros públicos (nunca antes se vio tanto pobretón haciéndose rico de la noche a la mañana, civiles y militares); 2- una contracción del 70% de la economía nacional; 3- una recesión económica de aproximadamente 7 años continuos; 4- una hiperinflación que ya tiene 4 años de duración, y que ha sido el producto, fundamentalmente, de la monetización practicada por el BCV, para cubrir el déficit fiscal, y que en la actualidad supera la cifra de 10 mil por ciento acumulada; 5- una merma de más del 80% de los ingresos petroleros, como consecuencia, básicamente de la reducción extrema de la producción y las exportaciones de petróleo y derivados; 7- la pulverización del signo monetario; 8- el cierre absoluto del financiamiento internacional, etc.
- Situación social
He ahí, claramente expuesto, sin el posterior añadido de las sanciones económicas y los nefastos efectos del Covid-19, la causa fundamental del estado de pobreza y de penuria generalizada al que ha sido sometida más del 90% de la población venezolana (por supuesto que la nueva élite “revolucionaria” no se ve afectada en lo más mínimo), y que ha llegado a configurar una crisis humanitaria compleja, así reconocida por las Naciones Unidas (ONU), por la Unicef, por otros organismos internacionales, y por Caritas, capítulo Venezuela.
Esa situación que se ha venido incubando tradicionalmente en el seno de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, hoy se ha extendido en sus más diversas modalidades a casi todos los estratos o categorías sociales que la componen, como consecuencia de la catástrofe socioeconómica provocada por el chávezmadurismo en el ejercicio del poder.
Esta es la situación que, en términos concretos y precisos, nos acaba de presentar la ENCOVI en su informe del período 2019-2020. Veamos:
– Pobreza de ingreso – 96%
– Pobreza extrema de ingreso – 79,3%
– Pobreza reciente – 54%
– Pobreza crónica – 41%
– Ingreso promedio diario – 0,72 dólares
– No cubre la canasta básica – 79,3%
– Consumo de menos de 2000 calorías por día – 68%
Sobre la base de estos y otros datos, concluye la ENCOVI afirmando que ya Venezuela no está en la lista de los países más pobres de América Latina, sino en la de los países con los niveles de pobreza que se registran en el continente africano. Esto explica el hecho de haber retrocedido unos cincuenta años en materia de producción agroalimentaria, salud, etc.
C-Situación político-institucional
Política e institucionalmente el país -bajo la dominación chávezmadurista- ha pasado a estar dirigido finalmente por un Estado policial-militarista, condición que combina, en la práctica, con los rasgos propios de un Estado forajido, todo ello como consecuencia de su total pérdida de legitimidad tanto en el plano nacional como en el internacional; hecho por el que se ve forzado: 1- a operar abiertamente y sin velo al margen de toda normativa legal y Constitucional; 2- a recurrir permanentemente a la represión y a la judicialización contra la disidencia política del país y la protesta popular; 3- A hacer un uso instrumental de los poderes del estado y de sus instituciones, con el objeto de dar cumplimiento a su inocultable designio de perpetuarse en el poder. Las más recientes evidencias de esta práctica política perversa y corrompida del autoritarismo madurista, adelantadas con este propósito por el TSJ son: la designación de un “nuevo” directorio ad hoc del CNE y el despojo de la titularidad de los partidos fundamentales de la oposición, para, acto seguido, ejecutar otro fraude electoral semejante al realizado el 20/05/18; 4- a establecer el fraude electoral de la manera más descarada como uno de los mecanismos más efectivos para darse “visos de legalidad” y para efectuar la reposición recurrente de la camarilla oficial civil y militar, (caso Padrino López, por ejemplo), en el poder.
Lo descrito hasta aquí no es sino una pequeña parte del perfil general que hoy exhibe la sociedad venezolana, lo cual afecta –como se ha señalado- a más del 90% de nuestra población. A esa situación hay que añadir, necesariamente: la pulverización de los salarios y las pensiones, debido a los efectos de la hiperinflación; la crisis alimentaria y de medicamentos; el crecimiento exponencial del desempleo; el colapso de los servicios públicos; la crisis hospitalaria y del sector salud en general; la crisis de la educación a todos los niveles, la crisis de los servicios públicos, la crisis del agua, de la electricidad, del gas, de la gasolina, del transporte, el éxodo de casi seis millones de venezolanos huyendo de este pandemónium, el incremento exponencial de la delincuencia, la carencia de instituciones a dónde acudir, y, por si fuera poco, el agravamiento de ese cuadro dantesco por efecto del Covid-19. Frente a una situación como esa, un gobierno decente, hubiese renunciado o negociado en la busca de una salida concertada a tal situación, la cual se ha hecho insostenible por más tiempo. De ahí la imperiosa y urgente necesidad que tiene ante sí el pueblo venezolano de ponerle término en lo inmediato, porque lo que está de por medio es su propia vida y su continuidad histórica.