Lo que está de por medio es que la falsa oposición se adorne con algunas caras nuevas ante la comunidad internacional para continuar al frente del negocio del gobierno interino después de enero de 2021.
Humberto González Briceño
Ante el insalvable descrédito del G4, truculento cogollo de la falsa oposición, en Enero de 2019 le entregaron a Juan Guaidó la tarea de ser el embaucador de turno. Su misión consistía en propagar, una vez más, la esperanza en los tradicionales métodos negociadores, electoreros y mediáticos de la falsa oposición como formas para enfrentar a sus patrocinantes del régimen chavista. Pero esta vez se le entregaba al bufón designado una nueva indumentaria para aliñar el guiso: El título de presidente interino de un gobierno simbólico que, en teoría, con el apoyo de la llamada comunidad internacional, desplazaría al de Nicolás Maduro.
La ignorancia y la incomprensión de las refinadas tácticas del régimen chavista para crear una oposición a su medida es lo que ha llevado a varios países, incluido los Estados Unidos, a levantarle la mano a Juan Guaidó sin reparar que al hacerlo le estaban otorgando la verdadera legitimidad y reconocimiento que tanto necesitaba para hacer negocios en nombre de la República.
Esta supuesta legitimidad es la que le ha permitido a Juan Guaidó articular una extensa burocracia con politiqueros y palangristas que opera como una sofisticada y compleja gestoría de negocios y contratos para beneficio de los dueños de las franquicias partidistas. Se trata de la representación que el lobby de Juan Guaidó intenta hacer valer para ponerle la mano a los activos y recursos de la república de Venezuela en el exterior.
En lugar de invertir energías para sacar al chavismo del poder, la gestoría de contratos de Juan Guaidó y la falsa oposición se han dedicado enteramente a tratar de controlar esos activos que tiene Venezuela en el extranjero en forma de dinero, oro y compañías estatales. Los trámites no han dado los resultados esperados, pero según los entendidos en la materia será cuestión de tiempo, quizás unos meses más, para que finalmente los operadores de Juan Guaidó comiencen a gastar unos recursos que pertenecen a la nación venezolana.
Mientras tanto el llamado gobierno de Guaidó es receptor de donaciones por parte de estados y organismos internacionales en forma de ayudas y transferencias. Como es de suponer muy poco o nada se sabe de cuánto dinero le ha sido entregado al lobby de Juan Guaidó y, lo más grave, en que se ha gastado. Porque como bien podrían atestiguar los falsos opositores de la Asamblea Nacional, que no son parte del cogollo del G4, Juan Guaidó no le rinde cuentas a nadie, sólo a quienes les debe el cargo.
La inminencia de la elección -fraudulenta- de una nueva Asamblea Nacional a finales de año a la sombra de la misma legalidad chavista que invoca Juan Guaidó pone a la falsa oposición en situación de tener que explicar porque esa legalidad es buena para justificarlos a ellos pero no al gobierno de Nicolás Maduro. No en vano la siniestra genialidad de Henry Ramos Allup asomó la idea peregrina de una supuesta “continuidad administrativa” para precisamente darle solución de continuidad al desmadre administrativo y moral de la falsa oposición de Guaidó vencidos los lapsos de esa pseudo legalidad en Enero de 2021.
Y aun cuando, en principio, la mayoría de los países que reconocen a Guaidó ya han anunciado que no reconocerán los resultados de esa elección, el solo desconocimiento no parece suficiente para liberar los apetecidos activos de Venezuela en el exterior que sería, ultimadamente, el propósito definitivo del lobby de Guaidó. La falsa oposición tiene que montar en esa tarima otros nuevos operadores para dar una imagen de unidad que los muestre como legítimos para representar a los venezolanos.
Lo que se juega con el pacto unitario que convoca Juan Guaidó no es la unidad de propósito para derrocar al estado chavista. Lo que está de por medio es que la falsa oposición se adorne con algunas caras nuevas ante la comunidad internacional para continuar al frente del negocio del gobierno interino después de enero de 2021 y así ponerle la mano a los activos de Venezuela en el exterior.-