En esta nación no habrá estallido social, ni golpe militar, ni invasión yanqui, entonces que los enemigos del «régimen» comprendan que solo por el camino electoral podrán alcanzar el cambio de gobierno que ellos aspiran.
Jesús Silva R.
Quizás el mundo occidental (EEUU, UE, Grupo de Lima) debería creer que aún hay democracia en Venezuela. Esa debería ser la consecuencia del día 31 de agosto de 2020 cuando ocurrió el indulto presidencial para promover la reconciliación política del país y quizás estimular al voto, a falta de poco tiempo para las elecciones parlamentarias del mismo año.
Dicho indulto también pudiera persuadir a EEUU y sus aliados (occidente) a ablandar las sanciones económicas que recaen destructivamente sobre la República Bolivariana.
No es poca cosa soltar a Freddy Guevara, mano derecha del opositor Leopoldo López, y a un centenar de políticos de ultraderecha implicados en violencia política. En efecto, el decreto presidencial de indulto, es mucho más que un barniz democrático sobre el internacionalmente cuestionado «régimen» de Nicolás Maduro.
Constitucionalmente hablando, el indulto presidencial elimina la responsabilidad penal de quien lo recibe en atención a un determinado delito, de modo que ya no podrá ser procesado penalmente por ese mismo hecho punible. Ejemplo: gente que incitó al odio contra personas chavistas, ya no podrán ser enjuiciados por ese crimen. En otras palabras, los indultados están perdonados, aunque sus delitos serán recordados como cicatrices en la sociedad.
En resumen, los efectos políticos del indulto presidencial, dentro y fuera de la nación, están por verse. En todo caso, el mismo constituye un valiente esfuerzo por reunificar a la sociedad venezolana tan dividida en veinte años de polarización, un antagonismo no sólo creado por gente del gobierno sino también de la oposición.
Tristemente algunos actores políticos intentan rebajar la importancia de tan histórico indulto y calificarlo como un acto presidencial electorero, pero creo que esto va más allá de eso y podría convertirse en el inicio de la verdadera reconciliación nacional de Venezuela.
En este tema de políticos presos (mal llamados presos políticos) es importante que nadie sea perseguido penalmente por sus ideas pero sobre todo que nadie goce de impunidad para cometer delitos que atentan contra la vida de otros bajo la fachada de estar ejerciendo su actividad política. Llamar a protestas violentas y armadas (guarimbas) no es hacer política, incitar al odio vía redes sociales contra personas en razón de su ideología tampoco es práctica política, alzarse en armas contra un gobierno constitucional electo por el pueblo menos aún puede llamarse libertad de expresión.
En esta nación no habrá estallido social, ni golpe militar, ni invasión yanqui, entonces que los enemigos del «régimen» comprendan que solo por el camino electoral podrán alcanzar el cambio de gobierno que ellos aspiran. Sepa el mundo que del lado revolucionario, existimos demócratas venezolanos comprometidos en predicar la tolerancia y la celebración de elecciones libres, competitivas y con garantías satisfactorias. Esta historia continuará. Yo propongo indultar también a los chavistas de a pie que hemos sido perseguidos, difamados y marginados sin que delito alguno se nos haya comprobado. Basta de disparar primero y averiguar después. jesusmanuelsilva.blogspot.com
@Jesus_Silva_R