Los nicaragüenses, con ese ingenio popular de simplificar los hechos tienen una denominación muy particular para evidenciar, con realismo demoledor, aquellos acuerdos que se revisten de solemnidad pero que esconden taimadas intenciones, guardando la apariencia de lo políticamente correcto. Los nicas entre desdén y burla los llaman “pactos kupia kumi”.
Juan José Monsant Aristimuño
Kupia Kumi es un vocablo de lengua miskita, esa etnia aborigen que bordea el Caribe nicaragüense, que literalmente significa “Un solo corazón”. En 1971 el dictador Anastasio Somoza García firmo un acuerdo con la oposición representada por Fernando Agüero del Partido Conservador, a fin de garantizar elecciones libres y confiables; el pacto fue firmado en el hermoso Teatro Nacional Rubén Darío, el más imponente de Centroamérica, donde se presentaba un espectáculo folklórico miskito que denominaron Kupia Kumi (Un solo corazón), de mucho color, danzas, tambores y ritmo propio de ese encuentro entre lo aborigen (aruacos) el negro importado por los ingleses desde Jamaica, y el blanco de España. De allí que a ese pacto se le conoció como “El pacto del Kupia Kumi”.
Como era de esperarse, las elecciones del 74 las ganó Anastasio Somoza, a pesar de las “garantías electorales” ofrecidas; y desde entonces quedó grabado en el alma popular que un Kupia Kumi es un engaño, una falacia, sin valor moral, político o institucional, un acuerdo entre tahúres de espaldas a la verdad, legalidad y voluntad ciudadana.
Otro pacto diabólico, anterior al Kupia Kumi, fue el llamado “pacto de los generales”, firmado en 1950 entre el General Anastasio Somoza, jefe igualmente del Partido Liberal, y el general Emiliano Chamorro, caudillo indiscutible y jefe del Partido Conservador, donde se comprometieron a realizar un proceso electoral libre y con plenas garantías de confiabilidad; de hecho, se repartieron ministerios, cargos y negocios. Por supuesto no se realizaron tales elecciones, y el General Chamorro, años después, escribió en sus memorias que fue engañado y sorprendido en su buena fe, en un argumento inexcusable a su nivel político. Y en uno de sus escritos el mártir por la libertad Pedro Joaquín Chamorro, asesinado en 1978, dueño del diario La Prensa, refiriéndose a esos acuerdos con dictadores o tiranos llegó a escribir: “los pactos no significan cambios, sino reafirmación del sistema presente”, sentencia que pudiera haber sido escrita pensando en Venezuela, tal como se ha venido observando en estos últimos años. jjmonsant@gmail.com