Se trata (..) de unas “elecciones” realizadas (manipuladas) bajo el más estricto control de la dictadura militarista
Oscar Battaglini
La experiencia histórica demuestra que cualquier elección (presidencial, parlamentaria, etc) promovida por las camarillas que logran hacerse del poder en este tipo de regímenes, siempre tienen como fin imponer un resultado fraudulento que les permita prolongar su permanencia en el uso omnímodo y perverso del poder.
Este es el caso, por ejemplo, de Putin en Rusia, de Lukashenco en Bielorrusia, Erdogan en Turquía, Daniel Ortega en Nicaragua. Sólo en el momento en que se hacen ostensibles algunos indicadores que dan cuenta de que el régimen ha entrado en crisis por agotamiento y por la presión de los factores políticos que se le oponen interna y externamente, es cuando las camarillas en el poder se muestran dispuestas a negociar una salida política al conflicto planteado. Ejemplo de esto son los casos del franquismo en España, de Pinochet en Chile, de las dictaduras militares de Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay. La excepción a esta regla o tendencia, en nuestro caso, son: las de Pérez Jiménez, en el pasado, quien creyó que mediante la intensificación y masificación de la represión política podía mantenerse indefinidamente en el poder, lo que provocó la rebelión popular que lo obligó a huir vergonzosamente del país en la madrugada del 23 de enero de 1958. La otra excepción es la del madurismo, en la actualidad, el cual, aunque sabe perfectamente que atraviesa por una crisis terminal, sabe también que el miedo es inherente a la violencia estructural permanente y erróneamente cree, como Pérez Jiménez, que mediante el terror represivo y el fraude electoral recurrente, logrará esquivar la crisis que lo atenaza, y perpetuarse en el poder. Se “olvida”, o no quiere pensar en ello, de que aquí existe hoy una situación social y política tan explosiva como la que provocó el estallido popular del 23 de enero de 1958. De más está decir que esta es una posibilidad contenida en la potencia de los acontecimientos políticos actualmente en desarrollo en nuestro país.
Llegados a este punto se replantea de nuevo la interrogante acerca de la justeza o no de que las fuerzas democráticas participen o se abstengan de hacerlo en este tipo de elecciones. De entrada diremos que eso depende, y a nuestro juicio, de las siguientes cuestiones. En primer lugar, de la fase en la que se encuentra el régimen despótico, es decir, si su situación política es todavía fuerte, mientras que las fuerzas democráticas son relativamente débiles. En esas circunstancias, por lo general, el régimen se permite hacer algunas concesiones que abren la posibilidad de que las fuerzas democráticas participen en las elecciones y obtengan algunas posiciones político-institucionales que le sirvan para su recuperación o acumulación de fuerza política. Un ejemplo que ilustra muy bien esta posición fue el de las elecciones parlamentarias del 6/12/15, en las que la oposición democrática alcanzó un resultado que le dio el control político de la Asamblea Nacional y le otorgó el liderazgo y reconocimiento que hoy tiene ante la opinión nacional e internacional.
La experiencia histórica demuestra que cualquier elección (presidencial, parlamentaria, etc) promovida por las camarillas que logran hacerse del poder en este tipo de regímenes, siempre tienen como fin imponer un resultado fraudulento que les permita prolongar su permanencia en el uso omnímodo y perverso del poder».
Si la situación del régimen dictatorial es de agotamiento (de gobernabilidad, de crisis, de legitimidad) y esto lo obliga a entrar en una negociación política en la búsqueda de una salida pacífica, constitucional y electoral de la crisis política planteada, entonces se justifica plenamente la participación de las fuerzas democráticas en las elecciones porque su realización es el producto de un acuerdo político entre las partes en conflicto. En este caso también nos sirven como ilustración las transiciones políticas operadas bajo el franquismo, el pinochetismo, Brasil y las dictaduras militares del cono sur.
En el marco de aquellos regímenes autoritarios donde se realizan elecciones sin que existan las más mínimas condiciones para un ejercicio libre del voto y donde los resultados están cantados de antemano, en los que las fuerzas democráticas se han visto forzadas con justificada razón a abstenerse de participar en ellas, alegando su carácter írrito y espurio. Este es justamente el caso actual en nuestro país; tal como ya ocurriera en las “elecciones presidenciales” del 20/5/18, y ahora se pretende repetir en las “elecciones parlamentarias” orquestadas por la dictadura militarista.
Se trata, como en el caso anterior, de unas “elecciones” realizadas (manipuladas) bajo el más estricto control de la dictadura militarista y en medio de condiciones políticas represivas, socioeconómicas y sanitarias, que no sólo limitan en extremo, tanto la participación de las fuerzas democrático-partidistas, como la de la inmensa mayoría de los electores de oposición, sino que le aseguran sin falta, una fácil “victoria electoral” a la dictadura. Entre esas condiciones destacan:
- 1) La permanencia de un CNE mayoritariamente compuesto por agentes político-partidistas de la dictadura
- 2) El uso de la maquinaria político-burocrática, financiera, militar, comunicacional, etc. del Estado para promover y hacer efectivo el voto de su clientela social y política
- 3) La ilegalización de los principales partidos políticos de oposición y la inhabilitación política y persecución judicial de sus dirigentes fundamentales
- 4) El Plan República, aparato político-militar controlado al más alto nivel por la fuerza armada chavista (facha) y desde el cual se cumple una importantísima parte del plan dirigido a imponer un resultado electoral que favorezca a la dictadura
- 5) Las deplorables condiciones en las que se desenvuelve la existencia de la inmensa mayoría de los venezolanos; situación que espera, no sólo como un elemento material que obstruye el libre ejercicio del voto, sino que también funciona como un desestimulante que conduce a la pérdida de interés por el mismo dada la forma como se le quiere imponer
- 6) El temor a contagiarse con el virus del Covid-19.
Conviene señalar que esas son algunas de las razones por las que la Misión de la Unión Europea que hace poco nos visitó, declaró que actualmente en nuestro país no existen condiciones para que se efectúen unas elecciones libres, justas y democráticas. Estas declaraciones, como es sabido, también cayeron en oídos sordos, lo que explica que, Maduro, su entorno palaciego y sobre todo la nueva presidenta del CNE, mantengan en campaña tratando de crear un falso ambiente de normalidad y promoviendo unas elecciones que casi nadie aprueba o valida y que, de llevarse a cabo finalmente, ni siquiera aliviará la crisis terminal en la que está sumido el régimen político que ellos encarnan perfectamente.
EL AUTOR es historiador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, co-fundador del partido Liga Socialista y exrector del Consejo Nacional Electoral. Autor de los libros Legitimación de Poder y lucha política en Venezuela y El medinismo, modernización, crisis política y golpe de estado.