Es imperdonable la desidia con que la clase política ha abordado el tema todos estos años renunciando a establecer una presencia efectiva, más allá de plantar una banderita tricolor
Humberto González Briceño
Para los venezolanos el Esequibo es uno de esos temas que van y vienen en forma cíclica cada vez que algún evento rompe la inercia o cuando algún politiquero necesita darse un barniz de nacionalismo.
Pero el Esequibo también es un tema que pone en evidencia la traición de la clase política venezolana acendrada en el estado de partidos. En esta clase hay que incluir a todos quienes han dirigido el estado venezolano hasta este momento.
Sin duda Venezuela ha contado con excepcionales funcionarios públicos, eficientes y patriotas, que a lo largo de la historia han cumplido cabalmente con su trabajo de documentar los derechos de Venezuela sobre el Territorio Esequibo y producir los actos jurídicos y políticos para ejercer esos derechos.
La traición que tratamos de examinar está definida por una política formalista de usar solo las vías diplomáticas para resolver esta crisis sin ejercer en forma material actos indubitables de soberanía sobre ese territorio.
Esto quiere decir que mientras se emprendían esas gestiones diplomáticas para reclamar el Esequibo el estado venezolano nunca estableció su presencia soberana en ese territorio mediante la fundación de ciudades y el fomento de actividades productivas como la industria y el comercio.
Esta clase política incluso le dio la espalda a los venezolanos que en 1969 encabezaron la rebelión del Rupununi quienes se declararon parte de Venezuela y por ese motivo fueron masacrados ante la más sórdida indiferencia de nuestros políticos.
No vamos entrar aquí en consideraciones jurídicas sobre los títulos jurídico-políticos e históricos que otorgan derechos a Venezuela sobre el territorio Esequibo porque es un tema ha sido exhaustivamente examinado por expertos e investigadores y desborda el ámbito de este artículo.
Pero en el contexto de esta crítica hay que citar el hecho que a partir de la denuncia en 1962 del fraude perpetrado en el Laudo de París y la firma del Acuerdo de Ginebra Venezuela recupera una posición de ventaja frente a Guyana. Ventaja que se fue diluyendo en el tiempo como resultado de la ideología que ha prevalecido todos estos años de dejar el reclamo en manos de la inercia burocrática y el formalismo de las negociaciones internacionales.
No se trata de sugerir el uso de una acción armada para recuperar el territorio Esequibo, aunque siendo realistas tampoco se podría descartar. Aquí se trata de poner en juicio la imperdonable desidia con que la clase política ha abordado el tema todos estos años renunciando a establecer una presencia efectiva, más allá de plantar una banderita tricolor, sobre un territorio que reclamamos como venezolano.
La modorra institucional que dejó el reclamo del Esequibo en manos de la inercia fue sacudida por la no menos vergonzosa entrega pública de Hugo Chávez del territorio Esequibo a Guyana en 2005. El oportunismo de Chávez de lograr el apoyo de Guyana y los países del CARICOM como votos en la OEA para apoyar su régimen fue lo que llevó al comandante traidor a decirle a Guyana en el 2004 que “El gobierno venezolano no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo…”.
Esa política militante de traición a la patria impulsada por Chávez es justamente lo que alienta a Guyana a emprender acciones más agresivas para ejercer presencia en la zona. Estas acciones serían la continuación de un, metódico y paciente, trabajo político y diplomático de sumar aliados internacionales para su causa y aumentar su control y explotación del territorio.
Hoy Venezuela está a merced de una decisión de la Corte Internacional de Justicia. El gobierno chavista decidió no hacerse parte de estos procedimientos alegando desconocer la competencia de esa corte en la materia. El chavismo ahora trata de remediar la infame herencia del comandante traidor con medidas que no trascienden la propaganda tales como la creación de un supuesto estado de la fachada Atlántica y el patrullaje militar por vía marítima.
Por su parte el interinato de Juan Guaidó, para que se le vea como un gobierno real, unas veces dice que la Corte Internacional de Justicia tiene competencia y otras veces dice que no. A esta improvisación se suma la confusión que generan actos que no se sabe si son producidos por el poder ejecutivo que preside Guaidó o por el poder legislativo que preside Guaidó haciendo de esta parodia una caricatura que nadie toma en serio en el contexto internacional.
Los procedimientos en marcha para amputarle a Venezuela el Esequibo dejan claro que el interinato de Guaidó no tiene una representación jurídica real aceptada en el contexto internacional, tampoco tiene ejército, ni controla un metro de territorio. En otras palabras, se le podrá tomar por una oficina que nombra comisionados y se gasta un presupuesto, pero jamás como un verdadero gobierno.
Tanto el régimen chavista como el interinato de Guaidó saben perfectamente que es inminente una decisión desfavorable hacia Venezuela que irreversiblemente mutilará esa parte del territorio. Esto no va a cambiar si Venezuela se hace presente ante la CIJ (¿Cuál gobierno? ¿Maduro? ¿Guaidó?). Ni cambiará con las declaraciones retóricas y altisonantes de chavistas y falsos opositores.
Mientras la CIJ se apresta a tomar una decisión fundada en la más absoluta e implacable dialéctica de imperios (geopolítica) con brochazos de fraseología jurídica para desmembrar el Esequibo de Venezuela los políticos siguen engañando y haciendo demagogia con el tema.
Este infortunado evento nos sorprende a los venezolanos en nuestro momento de mayor debilidad. El poder está en manos de traidores y esto no se resuelve con llamados ilusos de unidad nacional con quienes han perpetrado la traición sino con la consumación efectiva de la ruptura y el cambio del régimen político.
Necesitamos una nueva generación de políticos patriotas que lideren la recuperación de la nación venezolana, establezcan un régimen político verdaderamente republicano y sin complejos asuma la recuperación del territorio Esequibo por todas las vías materiales posibles.-