La experiencia puede ser amarga; pero es fecunda. El paso del tiempo es lección invalorable. Ahora mi país estará vacunado contra la ingenuidad. Ya no es manipulable. Mi país entra en un futuro dotado de saber y provisto de dignidad
Gustavo Luis Carrera
El propio país de pronto esconde su rostro, Se oculta tras una máscara circunstancial. Y nos cuesta reconocerlo. Pero, está allí, a la espera de retomar sus rasgos esenciales, que le son inherentes a su condición de país que nació libre y que solo es él mismo en democracia y libertad. La experiencia abre las puertas del reencuentro con la auténtica identidad.
FEMENTIDA POLÍTICA. Observo que gobernar ha sido sustituido por mandar; y la política por detentar el poder. El propósito oficial es dominar al grupo; si es necesario, adormeciéndolo o reprimiéndolo. Adormeciéndolo con demagogia en medio de las penurias y las carencias. Reprimiéndolo por medio de la fuerza bruta. Y se produce la limitación forzada de las libertades: del libre tránsito, del libre comercio de las ideas y de su difusión pública.
Se restringe la libertad de movimiento por la estrechez económica, y se coarta la libertad de pensamiento por la hegemonía oficial de los medios de comunicación.
Dominar a la colectividad y permanecer en el poder, con ingentes beneficios crematísticos personales; a eso se reduce el flujo del juego político. Así fracasó el socialismo. Así fracasa la protodemocracia, disfrazada, que se impone subrepticiamente; o la falsa y demagógica república actual.
Es un dramático estado de cosas; agravado por la pandemia, que el poder reinante aprovecha para enfatizar su dominio. Y algunos parecen no advertirlo.
REALIDAD DEL PAÍS. Tengo el convencimiento de que lo que aherroja a Venezuela en los días que corren es un funesto y total estado de decadencia, inducido por las carencias, la hiperinflación y la estrechez de miras oficiales.
Cuando se piensa en la decadencia de Roma, se alude al desplome del más estructurado imperio de la historia. Así decaen los países y sus pobladores. La decadencia es un mal colectivo, es una patología social, que abarca a todo el grupo humano: desciende desde los niveles gubernamentales, afecta a las clases altas, se ceba en la clase media y domina absolutamente a los sectores menos favorecidos.
Es la pérdida de los valores: el respeto, la honestidad, la dignidad. Es el todos contra todos: a ver quién esquilma más al otro. En nuestra decadencia, la crisis económica es el basamento; la crisis ética es la cúspide.
EL PASO DEL TIEMPO. La historia es pasado, presente y porvenir. Es la suma de lo que se llama el devenir. Y con el tiempo, los pueblos aprenden a discernir y a diferenciar lo verdadero de lo falso; extrayendo experiencia de los graves y de los menores errores cometidos. Como ha sucedido en nuestro caso.
Así, haber seguido a un falso salvador; haber caído en la fosa representada por creer en mentirosas promesas manipuladoras; haber tenido la debilidad de otorgar confianza a un mandón autocrático; haber cedido la capacidad de pensamiento libre a un grupo de incapaces de concretar una idea o de realizar un proyecto.
La experiencia puede ser amarga; pero es fecunda. El paso del tiempo es lección invalorable. Ahora mi país estará vacunado contra la ingenuidad. Ya no es manipulable. Mi país entra en un futuro dotado de saber y provisto de dignidad. Nadie podrá hacer que mi país acepte sumisamente caer de nuevo en la humillación degradante de dejar que mentes obtusas y corruptas piensen y decidan por él ¡Mi país estará a salvo, mientras ponga en práctica la enseñanza de la ruda experiencia sufrida!
VÁLVULA: “También los países, como las personas, aprenden la lección vital de la adulteración de la política. Después de caer en la trampa de un caudillo salvador y de hipotecar su voluntad ante supuestos dirigentes revol-socializantes, el país aprendió la amarga lección de la experiencia; y ya no entrega más su fe democrática al falso mesías manipulador. Se acabó el tiempo de las consignas atrapabobos. ¡Así, en ese contexto, mi país estará a salvo!».
EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.