Para Maduro, la legitimidad la da precisamente su presencia en la Presidencia de la República y del PSUV como mayoría en el resto de los poderes. Para Guaidó y el extremismo injerencista violento, la legitimidad la daría la presencia hegemónica de su política.
Luis Fuenmayor Toro
Los venezolanos vivimos entre legitimidades e ilegitimidades y también entre usurpadores. Funcionan a su manera dos ilegítimas asambleas nacionales.
Una electa recientemente en comicios de carácter universal, directo y secreto, que se reúne en el Palacio Federal, que tiene presencia opositora, extremadamente minoritaria, pero la tiene, y que legislará ilegítimamente para el país pues las elecciones donde fue electa fueron convocadas por un ilegítimo CNE designado por un TSJ también ilegítimo.
La otra AN ilegítima es la que realmente dejó de existir al finalizar su período constitucional en enero de este año. Que no sabemos dónde se reúne, que no tiene ni siquiera el número de diputados necesario para sesionar, que no goza del reconocimiento de los países que en un momento reconocieron a Guaidó como su Presidente y Presidente encargado de Venezuela, cargos que una misma persona no puede desempeñar en un sistema republicano de división de poderes.
Según estos actores, el pueblo venezolano está condenado a vivir entre usurpadores de algún tipo. Ya no se habla de legalidad, eso dejó de ser importante hace bastante tiempo, para dar paso a una situación de ambigüedades increíbles»
Se trata de un club de amigos que se reúne, que hace oposición política al gobierno ilegítimo y para muchos de ellos inexistente de Maduro. Este ilegítimo cuerpo dispone de grandes recursos financieros, dinero ilegítimamente obtenido de fondos bancarios del pueblo venezolano, que han sido secuestrados por gobiernos pillos, valiéndose de que gozan en esta acción delictiva del apoyo del Departamento de Estado, cuyas actividades delictivas en el ámbito internacional son conocidas por el mundo entero. Se le suma además el dinero robado de empresas venezolanas en el exterior, que manejan ilegítimamente, sin control ninguno, sin supervisión, con total discrecionalidad y sin obligaciones ningunas para con los venezolanos, ni los que están en el país ni los que emigraron buscando mejores condiciones de vida.
Y si vamos a los usurpadores, pues también tenemos dos: Maduro, quien fue electo en comicios ilegítimos en mayo de 2018, comicios donde votó casi el 50 por ciento de los electores registrados por el CNE legítimo de aquel momento, y comicios hechos de acuerdo a lo estipulado por la Constitución legítima vigente. Pero desde enero de 2019 tenemos a otro usurpador: Juan Guaidó, a quien designaron Presidente por 30 días, según lo que dice la Constitución, y ya lleva más de dos años ejerciendo la figura, ilegal e ilegítima, de Presidente interino o encargado, la cual pretende seguir asumiendo hasta que muera biológicamente, algo que no le deseo, por supuesto. Según estos actores, el pueblo venezolano está condenado a vivir entre usurpadores de algún tipo. Ya no se habla de legalidad, eso dejó de ser importante hace bastante tiempo, para dar paso a una situación de ambigüedades increíbles.
El ilegítimo, y además usurpador de una diputación y de la Presidencia de la República, Juan Guaidó, llama a no participar en las ilegítimas elecciones establecidas por la Constitución Nacional legítima, aunque una buena parte de sus supuestos seguidores ya han hecho alianzas y están en campaña electoral ilegítima, por lo que puede asegurarse que las elecciones mencionadas se realizarán a finales de este año y contarán con mayor participación que las de diciembre pasado.
Los hoy usurpadores de cargos legislativos, que no tienen porque no existen, pretenden que los venezolanos, que sí existimos, los declaremos nuestros amos o nuestros jefes»
El usurpador ilegítimo, denominación pleonástica, pues en principio todos los usurpadores son ilegítimos, tiene además los riñones de decir que su inexistente AN es la que debe designar al nuevo CNE, algo que no hizo cuando pudo, pese a que los diputados del PSUV, algunos ilegítimos, se reincorporaron a la AN legítima, para hacer posible la conformación del quorum necesario para la designación de un CNE legítimo.
Dicho en otra forma, los dirigentes del G4 y sus bozaleados seguidores de otros partidos trabajaron ilegítimamente, para que no pudiera designarse un nuevo CNE legítimo, pues de esa manera continuarían con su ilegítima política de desconocer toda elección que se realizare sin estar bajo su total control. Ellos no aceptan ningún proceso electoral con el ilegítimo Maduro en la Presidencia. Pero incluso si Maduro se fuere, no aceptarían un CNE que ellos no hayan designado, pues al igual que el gobierno ilegítimo lo que desean es ganar las elecciones a todo trance, sin importar que no tengan votos suficientes para hacerlo. Los hoy usurpadores de cargos legislativos, que no tienen porque no existen, pretenden que los venezolanos, que sí existimos, los declaremos nuestros amos o nuestros jefes. Ellos son los llamados a decidir nuestro destino por obra y gracia del gobierno gringo, porque no creo que el Espíritu Santo los acompañe en esas tropelías.
Y en los partidos las cosas también se debaten de esa manera. La ilegítima AD de Ramos Allup, nacida hace 20 años de una decisión del TSJ y no del voto de sus bases partidistas, que además tienen ese mismo tiempo sin poder expresarse, está enfrentada a la ilegítima AD de Bernabé Gutiérrez, nacida de otra decisión del TSJ, esta vez además ilegítimo porque incorporó a unos magistrados llamados “exprés”, seleccionados por una AN legítima que no respetó el debido proceso.
Para Guaidó y el extremismo injerencista violento, la legitimidad la daría la presencia hegemónica de su política. Con ellos mandando, la legitimidad habrá regresado. No hay otra forma de que regrese»
Pero es la ilegítima AD de Bernabé la que tiene el uso legal de la tarjeta del partido, por lo que la ilegítima AD de Ramos Allup no podrá postular candidatos a las ilegítimas mega elecciones de gobernadores, alcaldes y cuerpos representativos, que está organizando la ilegítima AN.
Para Maduro, la legitimidad la da precisamente su presencia en la Presidencia de la República y del PSUV como mayoría en el resto de los poderes. Para Guaidó y el extremismo injerencista violento, la legitimidad la daría la presencia hegemónica de su política. Con ellos mandando, la legitimidad habrá regresado. No hay otra forma de que regrese. Ni siquiera si votaran todos los electores del registro electoral y quienes ganaran lo hicieran con el cien por ciento de los votos emitidos. Si el CNE no lo designan ellos, si Maduro continúa en la Presidencia, esas elecciones serán ilegítimas y el usurpador ilegítimo de Guaidó seguirá llamándose Presidente de la República, aunque ya no sea reconocido internacionalmente.
@LFuenmayorToro
EL AUTOR es médico-cirujano, Ph. D., profesor titular y exrector de la UCV, investigador en neuroquímica, neurofisiología, educación universitaria, ciencia y tecnología. Luchador político