¿Cuantos cientos de miles de venezolanos tendrán que morir por culpa de estas políticas ambiguas y ambivalentes antes que se comprenda que el régimen chavista solo saldrá por vías de fuerza?
Humberto González Briceño
La política de las sanciones internacionales contra el régimen chavista está montada sobre una concepción gradualista que asume que la aplicación progresiva de medidas restrictivas fundamentalmente en la economía llevaría a una eventual desestabilización del chavismo y así forzarlo a entregar el poder.
Esta noción es ingenua por decir lo menos. El chavismo ha demostrado una extraordinaria capacidad de adaptarse a esas restricciones y siempre consigue países dispuestos a burlar esa forma de bloqueo. Pero aun cuando la inefectividad de estas sanciones es evidente sigue siendo la opción preferida de una comunidad internacional que en realidad no quiere y parece que en el futuro inmediato no se va a inmiscuir en los asuntos internos de Venezuela.
Uno de los problemas de la fracasada política de sanciones que se le aplica al chavismo es precisamente ese gradualismo supuestamente basado en la idea que sanciones más fuertes y definitivas al mismo tiempo afectarían a la población. Entonces se termina fabricando una estrategia que nunca alcanza la entidad de ser una amenaza real para el régimen chavista. Y el chavismo lo sabe y juega con eso a su favor.
Hoy por ejemplo Venezuela está en una situación de desabastecimiento total de combustible diésel provocando adicionalmente una escasez de alimentos. Pero no es precisamente por las sanciones impuestas por la comunidad internacional. La industria petrolera colapso bajo el chavismo al extremo de ser incapaz de producir el diésel que se requiere para satisfacer la demanda interna.
Pero el régimen por supuesto no asume su responsabilidad y se la endosa a la comunidad internacional. Desde el chavismo y con el auxilio de falsa oposición ya hay voces clamando por levantar las sanciones contra el régimen para que este pueda cambiar crudo por diésel en los mercados internacionales y así “evitarle mayor sufrimiento a los venezolanos.”
Aceptar esta tesis sería aceptar el chantaje del chavismo que usa a la población civil venezolana como escudo humano para defenderse a sí mismo de las sanciones que van contra él y no contra los venezolanos. Además esto implicaría que ingenuamente se piensa que al recibir combustible el régimen lo destinaría para el consumo de los venezolanos en general y no para el uso exclusivo de sus huestes civiles y militares.
Si la administración de Joe Biden en los EEUU y el resto de la comunidad internacional quisieran de verdad sacar al chavismo del poder y si además fuesen coherentes y consecuentes con su propia estrategia deberían considerar la pertinencia de ejecutar sanciones mucho más severas y serias que efectivamente logren desestabilizar al régimen.
Pero las sanciones que se le han aplicado al régimen chavista hasta ahora no han logrado absolutamente nada. Y si aun así ya se comienza a hablar de levantar parcialmente las medidas o de atenuarlas para no afectar a la población o como incentivo a unas negociaciones ya sabemos entonces cómo termina esto.
El caos y la tragedia que hoy sufre Venezuela se multiplican en forma exponencial por los embates del coronavirus. Mientras el chavismo siga en el poder eso no cambiará y por el contrario solo podemos esperar más muerte y desolación. ¿Cuantos cientos de miles de venezolanos tendrán que morir por culpa de estas políticas ambiguas y ambivalentes antes que se comprenda que el régimen chavista solo saldrá por vías de fuerza? @humbertotweets