Mientras el pueblo toma estos decretos de aumentos salariales con humor negro, Nicolás Maduro lo anuncia como si le estuviera dando un premio millonario al soberano.
Enrique Meléndez
No sabe la bomba de tiempo, que nos está poniendo, y es esto lo que levanta la ironía en el ánimo de la gente; tomando en cuenta el futuro que nos espera a partir de esta decisión, en términos de desencadenamiento de una escalada de situaciones, que tienen que ver con nuestro proceso hiperinflacionario.
Porque antes lo lamentábamos; esto no es nada nuevo. Incluso, ya en la época en la que aún estaba vivo Hugo Chávez; momento en que la inflación comenzó a abatir el ingreso del hogar, y entonces se produjo esa dialéctica que se representa en la metáfora del coyote y el correcaminos y, en vista de que Chávez creía que la economía era una línea recta; daba por un hecho la circunstancia, de que aumentando los salarios, enseguida se fortalecía el ingreso de los hogares, y por aquí se abatía la inflación; tanto más que aumentaba el consumo, y con ello aumentaba la producción, y aquí todos salíamos ganando.
Por supuesto, más de un economista sí se lo dijo: sin un aumento de la productividad; que dé lugar a una prosperidad en la cadena productiva, y permita estabilizar los precios; un aumento compulsivo de salarios está llamado a causar un gran impacto inflacionario; especialmente, porque el gobierno se ve obligado a lanzar a la calle dinero sin respaldo, a propósito de los compromisos salariales, que tiene con la burocracia estatal; mientras que el empresario privado se ve obligado a trasladar el gasto, que le ocasiona ese aumento de sueldos de sus trabajadores a sus productos, y así tenemos una inflación desatada, como la que priva ahora, y sin posibilidades de controlarla; habiendo ya tocado los niveles de la hiperinflación que, no sólo alcanza los máximos históricos en cuanto a la magnitud de sus cifras, sino también de duración: más de cuatro años.
Así Maduro dice, fresco como él solo: marchamos hacia la recuperación del salario. He allí donde está el humor negro de la gente: ¿subió el salario a 7 millones de bolívares? Eso es lo que vale medio cartón de huevos, para el momento en que ha lanzado un decreto. Enseguida, como dice la gente, ese valor se dobla. Lo que demuestra la insignificancia de ese aumento, que en términos porcentuales también es demasiado desproporcionado; puesto que hay que ver el incremento que significa un salario mínimo de 1 millón 800 mil bolívares a 7 millones de bolívares. He allí una aberración que salta a la vista: se ha aumentado en una forma desproporcionada el salario mínimo; sin embargo, ese aumento no da ni siquiera para comprar dos productos de la canasta básica familiar; de modo que ante esta situación, a la gente no le queda sino apelar al humor negro. Entre tanto, Maduro ha lanzado a la calle uno de sus famosos bonos del Carnet de Patria; ahora por un valor de más de 7 millones de bolívares; según lo he comprobado en el vecindario; pues ahora este es tema de conversación en nuestro medio; cuando hay aquéllos que tienen la suerte, de que en forma consecutiva, cada vez que el gobierno anuncia el otorgamiento de determinado bono, con tal nombre, le sale; mientras que a otros no les cae sino una vez por cuaresma. ¿En qué va eso? Se pregunta la gente, en el marco de esta política dadivosa, otro día, limosnera.
El hecho cierto es que este es dinero que va a la calle sin respaldo alguno, y en ese sentido, no va a valer nada. “Papá, ¿cuánto me dijiste que valía un dólar en el año 1999?”: enseguida cae una lluvia de billetes: he allí un video-chiste que llega a través de las redes sociales, para escenificar, precisamente, esa desvalorización que ha sufrido nuestra moneda de entonces a esta parte, y que constituye otro de los ejemplos del fracaso estruendoso, que ha constituido en nuestro país la experiencia del Socialismo del Siglo XXI, y traigo a colación este tema, para que se vea el impacto que tiene para nuestra moneda, no sólo estos aumentos desproporcionados de sueldos, y que van a ser bombas de tiempo para el futuro mediato del ingreso hogareño; sino, además, para que se vea que a la chita callando el gobierno, no está sino admitiendo que el salario mínimo no alcanza ni para comprar lo más básico, que es la alimentación, y tiene que apelar a tal complemento; sino también la otra causa que interviene en la cadena de escaladas, que nos han conducido a percibir un salario de hambre: el demasiado dinero en la calle sin respaldo.
Obsérvese que el último aumento salarial, al que se llegó por la vía de la negociación, cuando existía la llamada comisión tripartita (CTV-Fedecámaras-Ejecutivo), fue de 20%, y eso fue un triunfo que se anotó el movimiento laboral; tomando en cuenta que hasta el momento los aumentos de salarios no pasaban de 10%, y siempre se mantenían por encima de la inflación; que es lo que recuerda la expresión: éramos felices, y no lo sabíamos; es decir, el sueldo alcanzaba hasta para comprar las cervezas, y que es lo que más lamenta el venezolano; tomando en cuenta que las cervecitas sí subían cerros. He allí la diversión del criollo; como se puede observar en esa foto, donde se ve a un motorizado, subiendo por la troncal de una de nuestras barridas, cerro arriba, llevando en la parrilla de su moto a otro sujeto con dos cajas de cervezas encima, sostenidas en su hombro; de modo que, a falta de este menester, entonces a la pobre madre de Nicolás Maduro se le mienta aquí y allá, de acuerdo a lo que llega por las redes sociales, como para que se mida el nivel de rechazo que tiene hoy en día hasta en el último confín de Venezuela. Por supuesto, el gobierno acondicionó la situación con el anuncio de que había una sorpresa para el 1 de mayo, y hasta se pensó que era un bono millonario; no, fue algo peor, que un bono sería el mal menor: el anuncio de un nuevo aumento salarial. melendezo.enrique@gmail.com