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Sobrevivencia embustera #Análisis #OscarBattaglini

Quieren elecciones con un CNE controlado política, administrativa y tecnológicamente por el régimen dictatorial militarista, además con partidos políticos de la unidad democrática ilegalizados

Oscar Battaglini

Esa es la conclusión confirmadora a la que se llega por fuerza después de ver y oír la entrevista que recientemente le concediera Maduro a la agencia de noticias y operadora de mercados de valores Bloomberg.

Como siempre ocurre en estos casos, se requiere de una buena dosis de paciencia y capacidad de aguante, y podría decirse que de estoicismo, para soportar que alguien que, como gobernante, es el mayor responsable de la gran tragedia que nos afecta a todos los venezolanos, tenga el tupé de pararse ante una cámara de televisión a espetarnos, con el mayor cinismo y descaro, que él y su entorno palaciego (civiles y militares), no son los responsables de ese hecho y de sus nefastas consecuencias; que los problemas y las dificultades que tenemos “son producto de las sanciones” “y de una campaña mediática para manchar al país”, etc, argumento manido hasta la saciedad por él y su entorno.

Pero veamos concretamente algunos de los contenidos expresados en esa entrevista:

Sobre las sanciones

Maduro repitió en la entrevista que “se está cometiendo una masacre contra Venezuela”, “que somos víctimas del país más poderoso del mundo”. Pareciera olvidar que las sanciones a las que se refiere, sobre todo las económicas y financieras, comenzaron a hacerse efectivas a finales de 2019, cuando ya estaba bien avanzada y en pleno desarrollo la catástrofe económica que tanto Chávez como él habían creado e impulsado con su desastrosa gestión de gobierno.

Parece olvidar Maduro que esas sanciones son una consecuencia directa de la violación sistemática y recurrente de los derechos humanos, cometida por Chávez y por él mismo, en el ejercicio abusivo del poder. Delitos que han sido catalogados por los organismos de derechos humanos de la ONU, como crímenes de lesa humanidad, y que están en vías de ser sancionados de la misma manera por la Corte Penal Internacional.

Por último, parece olvidar Maduro que esas sanciones se han mantenido en pie por la contumacia con la que particularmente él se ha opuesto y saboteado sistemáticamente a la posibilidad de hallarle una solución pacífica, Constitucional y electoral a la crisis política (económica y social) creada e intensificada por ellos mismos. En relación con esto, cabe recordar que los Estados Unidos, la Unión Europea, el Grupo de Contacto, el Grupo de Lima, etc, han propuesto un acuerdo basado en la realización de unas elecciones presidenciales libres, verificables y confiables en Venezuela, para comenzar a levantar las sanciones, cosa a la que Maduro y su entorno palaciego (civil-militar) se ha opuesto intransigentemente.

Ellos lo que quieren es que las elecciones se sigan haciendo como se hicieron las presidenciales del 20/5/20, las parlamentarias del 6/12/20, y pretenden se realicen las de gobernadores, pautadas para el próximo 21/11/21, es decir, con un CNE controlado política, administrativa y tecnológicamente por el régimen dictatorial militarista; con los partidos políticos de la unidad democrática ilegalizados; con sus principales dirigentes políticos inhabilitados y en el exilio; con las cárceles llenas de presos políticos (civiles y militares); con los pocos medios de comunicación independientes que aún sobreviven al acoso y el hostigamiento del régimen totalitarista, que prevalido de los medios de comunicación oficiales, vale decir, de la extensa infraestructura y red de cobertura mediática del Estado nacional, y de todos sus recursos, financieros, tecnológicos, burocráticos y militares, convertidos en partido político movilizado y en campaña, al servicio de los intereses político-electorales de la dictadura militarista que hoy oprime las libertades públicas en nuestro país.

Sobre el aislamiento internacional de Venezuela

Dijo también Maduro en la citada entrevista, que Venezuela (léase su gobierno) no está aislada internacionalmente, se entiende que al afirmar esto, está pensando en China, Rusia, Bielorrusia, Irán, Cuba, Nicaragua, Turquía y Corea del Norte; se trata, como todo el mundo sabe, de países gobernados despóticamente, en los que sus ciudadanos han sido despojados de todos sus derechos civiles (políticos) y se los ha condenado a vivir bajo regímenes policiales totalitarios.

A estos países está reducida en lo fundamental el ámbito de las relaciones internacionales maduristas, con el agravante de que todos ellos están sometidos igualmente, a severas sanciones políticas y económicas por parte de la Comunidad Internacional.

Si a esta situación se añade el hecho de que el Estado y el gobierno venezolano han caído en default, lo que determina que se les hayan cerrado todas las fuentes del financiamiento internacional, incluidas la china y la rusa; 2- su salida de la OEA, de la CAN; su expulsión del Mercosur, y la quiebra del Alba, Unasur y Petrocaribe; y 3- el enorme descrédito al que el régimen chavista ha sido sometido por los informes sobre la violación de los derechos humanos en Venezuela, presentados por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, y por la Comisión para la Determinación de Hechos de la Comisión para los Derechos Humanos, de la ONU, entonces podemos hacernos una idea muy clara acerca de las dimensiones del aislamiento en el que realmente se encuentra el régimen dictatorial madurista con respecto al resto del mundo.

Sobre la economía

En esta parte, acerca de la economía, hizo entre otras, las siguientes afirmaciones:

-“Volveremos a la senda del crecimiento económico”. Lo cual no es nada nuevo porque ya tiene unos cuantos años diciendo lo mismo, que si, “la Venezuela potencia”, “los veinticuatro motores”, “la reactivación de Pdvsa”, etc.

-“Nos vamos a convertir en el país de las nuevas oportunidades”. Y uno se pregunta: nuevas oportunidades ¿para quién?, para la burocracia (civil-militar) parasitaria del poder, para las mafias que medran en su entorno, que si a ver vamos son los únicos que han prosperado ostensiblemente.

-“Tenemos un proyecto económico bien definido”. Es imposible que unos aventureros tengan nada bien definido, ni siquiera a más de dos décadas de haber ensayado y fracasado reiteradamente; esto es, de haber destruido la economía; reducido el sistema financiero; quebrado las industrias básicas del Estado; afectado seriamente la producción y la productividad del país, pulverizado su signo monetario, desintegrado la unidad de la familia venezolana, diseminada por el mundo a su riesgo y cuenta, etc.

-“La Ley Antibloqueo señala el camino para que venga la inversión extranjera”. Como no sea la mafia rusa, no veo la posibilidad de que capitales extranjeros asuman el riesgo de invertir en Venezuela.

La pregunta es: ¿quedará alguien, digo, algún necio, algún ingenuo, incauto o desprevenido que todavía pueda creer sandeces de tal calibre? Y es que, al hacer una valoración seria del conjunto de estas afirmaciones, inevitablemente, además de la estupefacción, le sobreviene a uno el desconcierto y el asombro, considerando todo lo que, tanto Maduro como su entorno burocrático, se cansaron de propalar a los cuatro vientos, sobre las mágicas virtudes de los ya famosos “motores económicos”, de la “Venezuela potencia”, de la “reactivación económica” etc. Lo único que permite entender esas afirmaciones insólitas –en medio de la ruina generalizada y el estado de postración que hoy, tristemente, exhibe nuestro país-, es la convicción de que estamos nuevamente en presencia de un discurso de ocasión, con el cual se pretende, por un lado, ocultar la responsabilidad que tiene en el proceso de destrucción de nuestra economía, y sobre todo, la imposibilidad de que con él y el chavismo en el poder, se pueda producir una recuperación de la misma; y por otro, armarse de unas expectativas que aunque falsas, le sirvan de autojustificación de su permanencia y continuidad en el poder.

La verdad verdadera

A diferencia de lo declarado por Maduro, su gobierno, como es harto conocido, no posee ni un proyecto, ni un plan definido y viable de recuperación y mucho menos de desarrollo de la economía nacional.

Su orientación económica -si es que tiene alguna- ya ni siquiera puede ser calificada de “economía de reparto”, como en su oportunidad llamó el profesor Humberto García Larralde, a la práctica económica de Chávez, cuando el país dispuso de ingentes recursos económicos petroleros. Y en cuanto al planteamiento de que con él en el poder “retomaremos la senda del crecimiento económico con el concurso de la inversión extranjera”.

Ese, como dicen los abogados, es un supuesto negado, porque aquí no vendrán inversiones foráneas mientras se mantenga en la dirección del Estado venezolano un gobierno altamente repudiado y considerado ilegítimo tanto por la sociedad venezolana como por la Comunidad Internacional, y sobre todo, mientras se mantengan en pie las sanciones que penalizan cualquier tipo de relación o negociación económica con el régimen madurista.

EL AUTOR es historiador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, co-fundador del partido Liga Socialista y exrector del Consejo Nacional Electoral. Autor de los libros “Legitimación de Poder y lucha política en Venezuela” y “El medinismo, modernización, crisis política y golpe de estado”.

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