Nicolás Maduro y Vladimir Padrino López, quienes han llevado adelante el proceso de prostitución y desmadre sistemático de las Fuerzas Armadas
Humberto González Briceño
Este podría ser un momento inmejorable políticamente hablando para el régimen chavista. La falsa oposición se ha declarado en defensa de la agenda electoral del régimen. La llamada comunidad internacional sigue perdida en los pasillos diplomáticos cuyas veredas todas conducen a alargar la vida del estado chavista. Los Estados Unidos y Colombia no parecen tener una estrategia clara para confrontar o al menos detener al régimen chavista y su influencia en la región. El régimen se prepara para una nueva etapa en la cual el chavismo sea aceptado como un hecho irrevocable e irreversible como lo ha sido hasta ahora el modelo cubano. Nada podría ser mejor para el chavismo de no ser por la crisis palpitante en el seno de sus propias Fuerzas Armadas.
Se trata de una crisis difícil de caracterizar porque no es la confrontación entre militares aliados y enemigos del régimen. Las FANB han sido reducidas a ser el brazo armado y policial del gobierno para lo cual ha sido necesaria una purga donde hoy el 99.9% de sus efectivos se consideran a sí mismos chavistas y defensores del socialismo del siglo XXI. Entonces estamos frente a una confrontación entre unos grupos militares chavistas contra otros donde lo que se discute no es la recuperación de la república sino la conducción del régimen y una redistribución de las cuotas de poder.
Nicolás Maduro y Vladimir Padrino López, quienes han llevado adelante el proceso de prostitución y desmadre sistemático de las Fuerzas Armadas están conscientes de la naturaleza clientelar y oportunista de sus oficiales. Por eso para controlarlas han apelado al recurso de fomentar amplia y masivamente la corrupción en sus filas. La podredumbre y la pestilencia es hoy día parte esencial de la cultura del militar venezolano. Todo egresado de la academia militar sabe que para ascender hay que ser adulante y mediocre, todo lo demás sobra. Para estos militares hay toda clase de prebendas, cargos y ascensos que les permitan disfrutar de privilegios que les son negados a millones de venezolanos.
Esta práctica ha sido ejercitada desde tiempos de Hugo Chávez, pero adquirió más fuerza con Nicolás Maduro quien cuenta incondicionalmente con Vladimir Padrino López para llevarla a cabo en el seno de la organización. El precio que paga el régimen por tener a su servicio a una fuerza armada servil es el sacrificio del profesionalismo y la calidad de sus militares. Además la obsesión en su control ha llevado al régimen a un proceso de desmantelamiento de la estructura piramidal tradicional de un ejército para crear un remedo donde lo que proliferan son generales sin tropa. Estimaciones no confirmadas aseguran que las FANB chavistas podrían tener hoy más de 2500 generales ocupando cargos diversos en el gobierno.
Es cierto que los privilegios que el régimen chavista les ofrece a sus militares son un poderoso incentivo para que sean incondicionales y así vacunarlos contra el virus de la conspiración. Si todos están comiendo bien ¿para qué rebelarse? El problema que el régimen parece no detectar es que la política de ascensos indiscriminados basados en compadrazgo y complicidad, y la creación de numerosos cuerpos paramilitares ha multiplicado problemas estructurales en las FANB chavistas que ya no son capaces de gobernarse a sí mismas sin la compleja negociación entre grupos y mafias donde cada uno controla un territorio o una parte de la organización.
Esta fuerza armada aun con una dirección mediocre puede tener un rendimiento medianamente aceptable al tratar asuntos de orden público interno, es decir para linchar y someter a la población civil. Pero las debilidades y falencias de ese cuerpo armado quedan en evidencia cuando tienen que enfrentarse a cuerpos armados con similar o igual capacidad de fuego tales como las FARC-Gentil Duarte en Apure o las megabandas de El Coqui en Caracas. Es muy probable que su papel sea peor al enfrentar a cuerpos militares profesionales como los ejércitos de los Estados Unidos y Colombia, por ejemplo.
Descartada por ahora una intervención militar internacional el régimen chavista parece dispuesto a pagar el precio de quedarse con una fuerza armada incompetente que lo sostenga. Pero es precisamente en el seno de esa fuerza militar mediocre donde se ha fomentado la angustia de pertenecer a un cuerpo cuyo poder se ha diluido de tal forma que muy bien podría implosionar y desaparecer en un futuro cercano y con él las bondades asociadas a la vida militar. Quizás sea esa precisamente la agenda oculta de Nicolás Maduro y Vladimir Padrino López quienes parecen buscar el desmantelamiento de sus FANB para sustituirlas por una milicia chavista armada.
@humbertotweets
EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.