Hemos sido testigos de sus nexos estrechos y trabajo junto con bandas caraqueñas y con las colombianas de los Rastrojos y los Pelusos.
Luis Fuenmayor Toro
Es imposible analizar los últimos acontecimientos ocurridos, y me refiero a los hechos que van desde las acciones militares recientes en Apure hasta la violencia desatada por las megabandas caraqueñas y las respuestas dadas por el gobierno en el plano militar-policial y político, sin tomar en consideración una serie de hechos concomitantes ocurridos nacional e internacionalmente.
Asimismo, habría que conocer los antecedentes que generaron y permitieron la situación que actualmente vivimos.
Las dos décadas de polarización extrema, las contradicciones y divisiones existentes en la sociedad venezolana y la profunda incredulidad que existe sobre las informaciones en general y las gubernamentales en particular, obstaculizan enormemente el examen y comprensión de los hechos recientes. Ante los mismos, se adoptan conductas emocionales y prejuiciadas. La propaganda, los deseos y la desinformación, usualmente se imponen, a la hora de hacerse una composición de lugar sobre lo que ocurre.
La reciente visita a Colombia de los jefes del Comando Sur y de la CIA no puede desligarse de nada de lo ocurrido. Ni de la violencia presente en Apure, protagonizada por grupos armados colombianos, algunos estrechamente vinculados con su gobierno, ni de la reciente arremetida violenta de bandas caraqueñas, que se produce justo cuando una misión de la ONU nos visita en relación con los comicios venideros. Tampoco es ajena al asesinato del Presidente de Haití, en el que actuaron mercenarios colombianos y gringos asociados a empresas de seguridad de EEUU.
No se puede ignorar la relación entre las bandas caraqueñas y partidos como Voluntad Popular. Y no porque lo diga Jorge Rodríguez en una alocución eminentemente política, sino porque en el pasado hemos sido testigos de sus nexos estrechos y trabajo junto con bandas caraqueñas y con las colombianas de los Rastrojos y los Pelusos. Recordemos la foto, a lo Iris Varela, de Guaidó con el jefe de los Rastrojos y las relaciones establecidas con las bandas de Petare por los alcaldes de la oposición y del gobierno.
«Las zonas caraqueñas dominadas por las bandas con relaciones internacionales incluyen El Valle hasta La Bandera (El Loco Leo), los barrios de El Cementerio entre El Valle y la Cota 905 (El Vampi), la Cota 905 hasta La Vega (El Coqui) y los barrios aledaños de La Vega (El Garbis)»
Se sabe, además, que grupos armados colombianos actúan en el país desde hace por lo menos dos décadas, tanto paramilitares como guerrilleros colombianos del ELN. No es casual que el colombiano Carlos Luis Revette, alias el Coqui, proveniente de una familia con estrechos nexos con el paramilitarismo, haya sido instalado en la Cota 905 en 2014 y financiado por los mismos entes y personas que dirigen a Los Rastrojos y a Los Pelusos. Todos ligados a Álvaro Uribe Vélez1, muy amigo del extremismo opositor venezolano.
Los gobiernos de Chávez y Maduro permitieron negligentemente la presencia y actividad de todos estos grupos irregulares en el país. Se llegó incluso a pactar con ellos, como fue el caso de la instrumentación de las llamadas “zonas de paz”, que les permitió actuar, organizarse y crecer impunemente en distintas zonas urbanas. Su presencia es muy evidente en Táchira, Zulia, Apure y en Bolívar y Amazonas, donde se aprecia la acción conjunta de paramilitares y miembros del ELN, enemigos en Colombia, pero socios en Venezuela.
Las zonas caraqueñas dominadas por las bandas con relaciones internacionales incluyen El Valle hasta La Bandera (El Loco Leo), los barrios de El Cementerio entre El Valle y la Cota 905 (El Vampi), la Cota 905 hasta La Vega (El Coqui) y los barrios aledaños de La Vega (El Garbis)1. Desde este corredor criminal se controla Fuerte Tiuna, la Comandancia de la GNB y las sedes del SEBIN y la PNB en el Helicoide. Tienen numerosas vías internas de comunicación, salidas viales hacia toda Caracas y control de la entrada occidental de la capital.
La tolerancia negligente, tenida hacia estas bandas por el gobierno desde hace tiempo, también obedece a la concepción que tienen algunos de sus integrantes, del supuesto carácter revolucionario que podrían desempeñar en situaciones de emergencia. Hemos visto como una lideresa chavecista tiene supuestamente un ejército de presidiarios dispuestos a defender la “revolución”. Imagino que Marx debe estar revolviéndose en su tumba por el papel asignado por el socialismo del siglo XXI al lumpemproletariado.
1 Williams Faríñez 11-7-2021, https://www.ensartaos.com.ve/el-koki-acoquinado-ataque-a-la-megabanda-de-caracas/
@LFuenmayorToro
EL AUTOR es médico-cirujano, Ph. D., profesor titular y exrector de la UCV, investigador en neuroquímica, neurofisiología, educación universitaria, ciencia y tecnología. Luchador político