Se conserva por herencia de boca a oído; al igual que permanecen, manteniendo sus formas tradicionales, la narrativa y la poesía que el pueblo atesora y enriquece de manera permanente
Gustavo Luis Carrera
Las literaturas indígenas constituyen una dimensión específica, diferenciada de la que podemos llamar literatura convencional, instituida como una de las bellas artes en la tradición clásica occidental. Es literatura oral, como lo fueron los poemas épicos más antiguos y los romances. Se conserva por herencia de boca a oído; al igual que permanecen, manteniendo sus formas tradicionales, la narrativa y la poesía que el pueblo atesora y enriquece de manera permanente. Solo que una se expresa en lenguas indígenas y la otra en español (con sus adaptaciones y sus modismos). Pero, en esencia, ambas representan la literatura oral popular de Venezuela.
EXPANSIÓN TERRITORIAL. Como lo registra «Literaturas indígenas venezolanas», libro extraordinario, como hemos señalado en nuestra crónica anterior, las 34 lenguas indígenas actualmente habladas en el país se ubican en los estados Amazonas, Bolívar, Zulia, Delta Amacuro, Anzoátegui, Apure, Monagas, Sucre, Barinas, Guayana Esequiba. Como señala Fray Cesáreo de Armellada, en este volumen, hay pueblos tan separados entre sí como los Pemón de la Gran Sabana (Bolívar) y los Yupa de Perijá (Zulia); pero «las coincidencias de los temas literarios se explican por la mutua procedencia de un tronco común, del que son ramas». La expansión hacia otros países es ostensible: los Guaraos hacia Guyana, los Pemones penetran en Brasil y en Guyana, los Yanomami en Brasil, los Guajiros en Colombia (inclusive en una zona más extensa que la venezolana). En conjunto, internamente, la territorialidad de los pueblos indígenas, ubicada en Oriente, Sur y Occidente, abarca la mitad, y hasta más, de la totalidad del país.
ACTUAL ANTIGÜEDAD. Valga la aparente contradicción para reafirmar el carácter peculiar de las literaturas indígenas.
POESÍA: CANTARES, ENSALMOS, LAMENTOS. Familia lingüística Caribe, 9 de la familia Arawak, 2 de la familia Chibcha y 9 no clasificadas o aisladas. Cada una de estas lenguas (no dialectos) tiene su estructura expresiva, con proyecciones gramaticales relacionadas con todo un mundo simbólico referido a los distintos aspectos de la naturaleza, del comportamiento humano, de la sanación, de los mitos y las creencias. Es decir, un orbe metafórico. Y esto en un sistema sígnico particularmente estructurado a partir de una poderosa y ejemplarizante tradición. Es decir, que la lengua está en relación directa con el universo de los símbolos de la vida cotidiana. ¿Igual de lo que caracteriza la literatura en todas partes? Sí. Pero, con más contundencia: la palabra y su referente de la realidad están en mayor compenetración con la naturaleza.
PRIMERAS RECOPILACIONES. En el campo específico de las muestras de las literaturas indígenas de nuestro país, han sido destacadas las aportaciones sucesivas. Quizás la primera, hacia el año de 1514, es la recogida por el misionero dominico Tomás Ortiz, teniendo a Pedro Mártir de Anglería y a Francisco López de Gomara, como amanuenses, de los indios chiribichenses de Santa Fe, cerca de la bahía de Mochima, al Oeste de Cumaná; son cantares, acompañados de la descripción de las danzas correspondientes. Al reanudarse las Misiones en 1650, en el Oriente, Sur, Centro y Occidente, surge el tema lingüístico y literario indígena en las obras de los misioneros. Luego la práctica se va haciendo más frecuente, sobre todo con la restauración de las misiones en 1925: aparece la primera gramática del idioma guarao; surge la revista «Venezuela Misionera»; y publicaciones sucesivas: un Cancionero Guaraúno; recopilaciones como «Guarao Guarata» y «Taurón Pantón». Labor que ha encontrado particular soporte y perspectiva analítica de alto nivel con la fundación, en 1968, del Centro de Lenguas Indígenas Venezolanas en la Universidad Católica Andrés Bello. .
LIBRO FUNDAMENTAL. CUENTOS Y LEYENDAS. Toda la información anterior, así como un extraordinario acopio de datos y referencias sobre el tema, se encuentran en un libro excepcional: «Literaturas indígenas venezolanas», de Fray Cesáreo de Armellada y Carmela Bentivenga de Napolitano (Monte Ávila Editores. Caracas. Primera edición: 1975; 4a.: 1991). No sólo se trata de una extraordinaria colección de muestras literarias de las distintas etnias indígenas venezolanas, sino que incluye múltiples consideraciones de perspectivas históricas, lingüísticas, sociales, folklóricas, y puede decirse anímicas en general, sobre el mundo indígena venezolano. Fray Cesáreo de Armellada (nombre misionero de Jesús María García Gómez) padre capuchino hispano-venezolano, nacido en Armellada, provincia de León, España, fue un notable estudioso y recopilador de la lengua y la literatura de los pueblos indígenas del país, a lo cual dedicó años y esfuerzos como pocos. En particular profundizó en el conocimiento de la lengua y de la cultura de los guaraos, después de su llegada a la Gran Sabana en 1936. En el libro que nos ocupa en particular, contó con la colaboración de Carmela Bentivenga de Napolitano, licenciada en Letras, estudiosa de las culturas indígenas. Sobresalen en este libro los cuentos y las leyendas recopiladas de las diversas etnias, más de dieciocho, de las diversas latitudes del país. Cabe destacar algunas muestras en particular: «Sol, luna y estrellas», «Jekuno Arotu», «El camino del sol», «El tigre duende», «Leyenda de los Makunaima», «¿Por qué los indios son pobres?», «El origen del fuego», «Mito del maíz», «Kaputa y el diluvio», «Can Tim, creador de la yuca», «Zorro y aguaitacamino». Pero, no hay espacio para continuar con ejemplos sobresalientes. Lo procedente es acudir a este libro notable a todas luces. (En la próxima oportunidad nos ocuparemos de la poesía, manifiesta en cantares, oraciones y ensalmos).
VÁLVULA: «Ei conocimiento, y el disfrute, de aspectos de las culturas indígenas venezolanas encuentra un exponente destacado en la literatura de estos pueblos, tan nuestros como todo el pueblo venezolano. Al respecto, es clave la lectura del libro primordial al respecto: «Literaturas indígenas venezolanas», al cual dedicamos este espacio, así como le corresponderá en el próximo. Entrar en el mundo peculiar de las etnias indígenas de este país es labrarse el camino para conocerse mejor a sí mismo».
EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.